¿Hay que aplaudir a Zapatero por el giro en la política nuclear?

Cambio de planteamiento de Zapatero sobre la energía nuclear. El pleno del Congreso, con el visto bueno de los socialistas, CiU y PNV ha pactado una enmienda que abre la puerta a que se alargue la vida útil de las centrales nucleares. Sin embargo, el Ejecutivo se mantiene firme en el cierre de la central de Garoña. Entonces, ¿hay motivos para aplaudir este giro en política energética?

Los cambios son sutiles pero fundamentales. Eliminan de la enmienda inicial el plazo máximo de 40 años de vida útil de las centrales. El cierre de Garoña es inevitable pero los otros 7 reactores podrán estar funcionando hasta 2020. Además, el Consejo de Seguridad Nuclear será quien dicte un veredicto no vinculante sobre estas instalaciones. Todo dependerá de lo que aporte la energía nuclear.

Esta rectificación tiene toda la lógica económica en un país dependiente del exterior en materia energética hasta en un 80% -muchísimo más que cualquier otro de nuestro entorno-, en un momento en el que los costes del petróleo se están disparando -con su traslación al IPC y la consiguiente pérdida de competitividad- y cuando la abrupta subida del recibo de la luz ha venido a poner crudamente de manifiesto que la idea de Zapatero de proveer al país con energía renovable puede ser muy respetuosa con el medio ambiente, pero un lujo difícil de asumir para los ciudadanos y las empresas del país, que bastante tienen ya con soportar los estragos de la crisis.

Después de que el Congreso certificara el giro del Gobierno de Zapatero en su política sobre energía nuclear, al permitir la prórroga de la vida útil de las centrales, la atención se centra en Garoña, condenada ya a muerte con fecha de ejecución: 2013. ¿La enmienda aprobada en el Parlamento hará que el Gobierno revise su decisión? Parece que no. En concreto, sobre la central nuclear de Garoña, la instalación no debe tener ninguna esperanza. La orden de cierre ya está dada.

El Ministerio de Industria siempre quiso prorrogar la vida de Garoña más allá de los 40 años -como avaló el Consejo de Seguridad Nuclear-, pero fue la orden dictada desde Moncloa la que le llevó a cumplir el compromiso electoral del PSOE a medias y por eso fijó su cierre en 2013, cuando la central tendrá 42 años. En el diálogo con los sindicatos en el marco del pacto social, se llegó a hablar de que el Gobierno estaba dispuesto a revisar la decisión sobre Garoña, aunque posteriormente el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, afirmó que aquello había sido una "polémica disparatada". El secretario general de UGT, Cándido Méndez, llegó a afirmar que el Ejecutivo quería cambiar "pensiones por neutrones".

El acuerdo incluyó que en unos meses los agentes sociales y el Gobierno pactarían una cesta energética a largo plazo, lo que previsiblemente incluirá la existencia de un parque nuclear más allá de 2021, cuando las grandes centrales empiezan a cumplir 40 años. Zapatero ya ha anunciado que el Gobierno será flexible en el tema nuclear. Y la enmienda lo demuestra.

La iniciativa de alargar la vida de las centrales nucleares es perfectamente compatible con los tres principales objetivos que debe marcarse ahora el Gobierno en política energética: reducir los costes, garantizar el suministro y reducir las emisiones de CO2 y de gases de efecto invernadero.

En cuanto a las ventajas de la energía nuclear destaca que genera gran parte de la energía eléctrica que se consume día a día, y sólo en la Unión Europea un tercio de la energía eléctrica utilizada se obtiene por energía nuclear, evitando la emisión de 700 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera. Al ser una energía no contaminante, su uso garantiza un daño menor al medio ambiente, evitando el uso de combustibles fósiles, generando con poco combustible mucha energía.

Pero, sin duda, uno de los aspectos más atractivos de la energía nuclear es que es la más barata de producir (55 euros por Mwh). A continuación le sigue la energía hidráulica, que ha proporcionado sorpresas agradables con la minihidráulica. En cualquier caso, las centrales hidráulicas producen con un coste de 58 euros Mwh. Después, se sitúa el ciclo combinado, a 66 euros. El carbón, gravado por el coste de los derechos de emisión, está en 71 euros. El coste de la energía eólica se ha reducido considerablemente pero, aún así, la terrestre se sitúa en los 67 euros y la marina supera los 100.

La energía más mimada por las subvenciones, la menos probada y la más cara, es la fotovoltaica y termosolar, dos de las tres modalidades de producción de luz con la energía solar. Considerando las primas previstas -que no se van a reducir- hasta 2014 el coste de las huertas solares -fotovoltaica- sale por los 260 euros por acción, casi cinco veces más que la nuclear, mientras que las grandes centrales de termosolar ascienden a 211 euros.

Uno de los principales inconvenientes es la generación de residuos nucleares y la dificultad para eliminarlos, ya que tardan muchísimos años en perder su radiactividad y peligrosidad. Si bien económicamente es rentable desde el punto de vista del combustible consumido respecto a la energía obtenida no lo es tanto si se analizan los costes de la construcción y puesta en marcha de una planta nuclear.

El giro del Gobierno ha sembrado el malestar entre los grupos antinucleares. Los ecologistas se sienten traicionados por Zapatero, que entre 2004 y 2009 les engatusó con promesas de cierre nuclear.

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