¿Por qué atacó Israel con tanta dureza a la "Flotilla de la Libertad"?

-          En la política israelí, de una pluralidad e incluso una atomización que requiere de continuos esfuerzos de equilibrio, opera una conciencia clara: el hecho de que, siendo uno de los pocos países que es una democracia desde su nacimiento, desde ese mismo nacimiento ha tenido que defenderse para no perecer.

-          El propio gobierno de Netanyahu alberga al centro derecha clásico del Likud, a la derecha religiosa del Shas, al laborismo de Barak y a la derecha laicista de Israel Beitenu. Si el debate sobre el conflicto con los palestinos es una constante intensamente discutida en el seno de la sociedad israelí, un Gobierno de composición tan coral no ha dudado en actuar unido contra la autonombrada Flota de la Libertad.

-          El esfuerzo israelí de pedagogía y relaciones públicas –hemos visto a su embajador en Madrid en prácticamente todos los medios- suele ser contraproducente, como bien saben los propios hebreos. Si, aun así, han decidido afrontar el enorme riesgo político y mediático de atacar a la Flota de la Libertad, ha sido por la percepción de una amenaza: el hecho de que sería contraproducente transigir ante lo que consideraban un chantaje bajo pretexto humanitario que abriría una brecha fácil de repetir en el control militar para evitar el tráfico de armas hacia una franja de Gaza dominada por Hamás.

-          Como recordaba el mismísimo líder palestino Mahmud Abbas, con amarga queja, en días recientes, los palestinos, divididos, “están secuestrados por Irán”, régimen que explícitamente apoya la erradicación de Israel y ha financiado a Hizbolá y Hamás (grupos considerados terroristas por, entre otros, la Unión Europea) sin distinción entre Islam sunnita e Islam chiíta.

-          El Gobierno de Netanyahu entendió que la Flota de la Libertad era un movimiento estratégico basado en la experiencia de que, de Vietnam a esta parte, el mayor campo de batalla en una guerra es el campo de la opinión pública.

-          Con el apoyo expreso de organizaciones yihadistas hermanadas con Hamás y miembros de la izquierda europea más extrema -notablemente la alemana Die Linke-, y con el visto bueno y la cobertura del gabinete islamista del primer ministro turco, Tayyip Erdogan, la Flota de la Libertad quería, o bien humillar a Israel rompiendo el control militar del desembarco en Gaza –también Egipto exige la inspección de los cargamentos- o bien mostrar a Israel como asesino a ojos de la opinión pública internacional. Era una estrategia ganadora y, ante esta disyuntiva, el Ejecutivo hebreo decidió actuar sin contemplaciones.

-          El papel de Turquía tiene un peso importante: haciendo como hace ahora de enlace con Israel, en la conciencia de que el ingreso en la UE está cada día más lejano, este país vuelve a ganar presencia internacional. El papel de Hamás en este incidente ha consistido en detonar otra campaña internacional contra Israel, debilitar la posición de la Autoridad Nacional Palestina (objeto de sus odios por entender que el nacionalismo árabe no yihadista es causa de decadencia) y dinamitar un proceso de paz que, impulsado por EEUU, tenía que dar pasos en los próximos meses.