¿Debe el rey tener más iniciativa política para promover la investidura del presidente del Gobierno?

Felipe VI firma el decreto de nombramiento de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.
Felipe VI firma el decreto de nombramiento de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.

Felipe VI inicia este lunes 16 de septiembre una nueva ronda de consultas con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria. El objetivo es comprobar si es viable proponer a un candidato para que se someta al debate de investidura en el Congreso de los Diputados antes de que acabe el plazo constitucional el lunes 23 de septiembre.

Será la segunda ronda de consultas después de las elecciones generales del 28 de abril, lo que supone ya la octava en los cinco años de don Felipe como rey.

El actual jefe del Estado se ha encontrado en sus inicios de reinado una situación política de gran fragmentación que está impidiendo formar gobiernos estables y que agoten las legislaturas de cuatro años.

Los problemas para investir a un presidente, las dudas y estrategias de los candidatos y en general la situación de bloqueo político han provocado que algunas voces reclamen que el rey tenga un papel más activo en este proceso de investidura del presidente del Gobierno.

Hay quien plantea que el rey utilice las rondas de consultas para tratar de empujar a un acuerdo que impida otras elecciones; en otros casos, se habla de llevar a cabo alguna reforma legal para dar al jefe del Estado mayores atribuciones en este proceso.

Todo ello plantea la pregunta de si debe, si es posible pero sobre todo si es aconsejable y útil, que el rey tenga mayor iniciativa política para promover una investidura exitosa tras las elecciones generales.

Las tres funciones del rey

Animar, advertir y ser consultado: el teórico inglés Walter Bagehot concretó así en el siglo XIX las potestades que tiene el rey en una monarquía parlamentaria. Lo detalló en su obra ‘La Constitución inglesa’, que ha servido de manual a varias generaciones de monarcas del Reino Unido, que se han formado con ese libro.

En España, la Constitución de 1978 proclama en su artículo 56 que “el Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes”.

Normalmente, se ha considerado que dentro de ese poco concreto papel de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones se mueve el rey en actos que van desde el discurso televisado del 3 de octubre de 2017 en que rechazó el plan secesionista del Govern de la Generalitat de Cataluña tras el 1-O, hasta los consejos que pueda dar en la reserva de los despachos semanales al presidente del Gobierno, o lo que pueda hablar en las rondas de consultas.

Confidencial Digital ha consultado sobre este asunto con el catedrático emérito de Derecho Constitucional de la UNED Antonio Torres del Moral,o autor de libros y artículos sobre el papel de la Corona en la monarquía parlamentaria. Además, a comienzos de 2016 la revista Tiempo publicó que la Casa del Rey solicitó un informe a este catedrático sobre qué hacer tras el rechazo de Mariano Rajoy a someterse a la investidura sin apoyos.

“Darle más protagonismo no es buena idea”

Torres del Moral descarta que sea ni necesario, ni útil para la gobernabilidad ni tampoco bueno para la monarquía aumentar el papel del rey en este proceso.

“El rey, al no ser responsable, no debe tomar una iniciativa que si sale mal deje dañada su figura y la imagen de la Corona”, explica este experto en Derecho Constitucional, que remarca que no es papel de un rey constitucional salirse del mecanismo que marca la carta magna para tratar de suplir el trabajo que no hacen los partidos políticos.

“Intentar forzar la Constitución para darle más protagonismo al rey no sería una buena idea, saldría mal y le perjudicaría”, advierte Antonio Torres del Moral.

A su juicio, el único margen que tiene el rey es el que se proporciona la reserva de las reuniones que mantiene con los portavoces políticos en la ronda de consultas: “Su papel está ahí”, y ahí es donde puede “animar, advertir” en los términos utilizados por Walter Bagehot para el Reino Unido.

Pablo Iglesias pide que “medie”

Precisamente acogiéndose a ese papel indeterminado del rey, Pablo Iglesias lanzó este viernes una sugerencia pública que supuestamente concretará cuando visite el Palacio de la Zarzuela el martes 17.

 

“Yo lo que le diré al jefe del Estado”, explicó Iglesias en ‘Al Rojo Vivo’ de laSexta, “que creo que comprende perfectamente cómo funciona el sistema parlamentario, es que le toca una labor de arbitraje”.

El líder de Podemos insistió en esa idea: “Estamos en un momento que esa labor de arbitraje es más importante que nunca”, “estamos en un momento en el que sería bueno que la institución monárquica (de la que yo no soy partidario, como sabe todo el mundo) asuma una de las tareas constitucionalmente atribuidas a ella, que es el arbitraje y la mediación”.

Pablo Iglesias fue más allá y dijo estar convencido de que “al rey lo último que le apetece es que haya una repetición electoral”. Incluso se atrevió a apuntar lo que, a su juicio, debería hacer Felipe VI: “Creo que el rey debería hacer entender a todos los candidatos, y en particular al que tiene más apoyos, que la coalición es una vía de dar estabilidad”, es decir, la vía que él propone para pactar con el PSOE.

El papel del presidente del Congreso

Antonio Torres del Moral lanza otra idea sobre el problema que suponen las investiduras fallidas, por cuanto se pueden entender como un rechazo de las Cortes Generales (del Congreso de los Diputados) a una propuesta del rey.

“El problema es que se redactó mal el artículo 99 de la Constitución y esa idea de que se deben hacer sucesivas propuestas”, lamenta este catedrático, que destaca que “el rey no debe perder nunca, no puede ir proponiendo candidatos para que pierdan, tiene que proponer candidatos con los votos necesarios para ganar”.

También critica que durante el proceso de elaboración constitucional muchos expertos aplaudieron la redacción de ese precepto, ya que le daba al rey (entonces, Juan Carlos I, nombrado sucesor por Franco) un protagonismo político que con la democracia podía perder.

“¡Qué error, qué inmenso error! Eso es un disparate. El rey no debe tener protagonismo político”, asegura, entre otros motivos por lo ya apunta de que no está sujeto a responsabilidad y todos sus actos son refrendados.

Felipe González tercia en el debate

Precisamente, la solución que apunta es que tome mayor protagonismo quien refrenda los actos del rey en este proceso: el presidente del Congreso, actualmente la presidenta Meritxell Batet.

“Si el presidente del Congreso es quien refrenda la propuesta de presentar a un candidato, debe tener un papel más activo”, propone Torres del Moral, que llega a apuntar que tendría que “aconsejar al rey, e incluso en un extremo podría negarse al refrendo si cree que el rey está en peligro de equivocarse gravemente”.

Lamenta que ahora el presidente del Congreso “hace de mero correo de la lista de la ronda de consultas”, cuando a su juicio tendría que jugar “un papel crucial” para reconducir este proceso.

Algo similar propuso recientemente Felipe González. El ex presidente del Gobierno apuntó en una entrevista a El País que existe “un debate sobre los poderes de la jefatura del Estado, respecto de la crisis del nombramiento del candidato a la presidencia”.

Ante ese debate, también González cree que “habría que fortalecer más el papel de la presidencia del Congreso, para que tuviera la capacidad de tantear las posiciones de los grupos para saber si procede o no una ronda nueva de audiencia con el rey”.

Y es que, a su juicio, “el jefe del Estado no puede decidir si es necesaria esa ronda o no. El papel de la presidenta del Parlamento no solo tiene que ser llevar un papel, ir y venir, sino que tiene que hacer un sondeo con los grupos para poder dar después una explicación de cómo está la situación a quien tiene que hacer la ronda”.

Los mensajes sutiles de Felipe VI

Uno de los peligros del que numerosos comentaristas han advertido al rey es el de “borbonear”; es decir, actuar en cierto sentido como Alfonso XIII, interviniendo de forma decisiva en la vida política de España, apoyando o dejando caer líderes políticos y presidentes del Consejo de Ministros; algo que podría haber contribuido a la posterior caída de la monarquía.

En estos años, el rey Felipe se ha mostrado muy escrupuloso en su papel institucional. Sólo en algunas ocasiones, de forma muy sutil, ha recurrido a recordar a los políticos la necesidad de que llegar a pactos y entendimientos, en un ejercicio que podría encajar en ese “animar, advertir” de Bagehot.

En su discurso de Nochebuena de 2015, unos días después de las elecciones generales que acabaron con el bipartidismo imperfecto, Felipe VI dejó un párrafo referido a lo que ya se vislumbraba como un complicado proceso para formar Gobierno:

“La pluralidad política, expresada en las urnas, aporta sin duda sensibilidades, visiones y perspectivas diferentes; y conlleva una forma de ejercer la política basada en el diálogo, la concertación y el compromiso, con la finalidad de tomar las mejores decisiones que resuelvan los problemas de los ciudadanos”.

Meses después, en septiembre de 2016, el rey dio un toque de atención a los políticos que llevaban ocho meses sin conseguir investir a un presidente, después de dos elecciones generales.

En el comunicado hecho público para no convocar ronda de consultas tras la investidura fallida de Mariano Rajoy en verano de 2016, se podía leer que “en este sentido y a la vista de las circunstancias que de nuevo concurren, Su Majestad el Rey cree conveniente recordar su mensaje de Navidad del año pasado, en el que señaló” el párrafo antes citado, y también que “en un régimen constitucional y democrático de Monarquía parlamentaria como el nuestro, las Cortes Generales son la sede donde, tras el debate y el diálogo entre las fuerzas políticas, se deben abordar y decidir los asuntos esenciales de la vida nacional”.

La última advertencia pública de don Felipe la hizo, de manera más informal, a principios de este mes de agosto de 2019. Durante el posado con la reina Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía en el Palacio de Marivent, en Palma de Mallorca, dijo a los periodistas que “lo mejor es encontrar una solución antes de ir a elecciones”.

También expresó su deseo de que hubiera “un margen” para que los partidos políticos, en base a los resultados de las elecciones a Cortes Generales del 28 de abril, “puedan encontrar una solución de Gobierno”. Una referencia en un contexto informal pero que fue una forma de que el rey ‘advirtiera’ desde su papel como árbitro y moderador del funcionamiento regular de las instituciones.

Ya en 2016 confesó que el desafío del bloqueo político era su primer gran reto como rey; un reto que se repite ahora, tres años después.

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