¿Debería España tener armas nucleares?

Misiles
Misiles

Hace dos semanas China anunciaba que había probado con éxito misiles hipersónicos, capaces de transportar cabezas atómicas, viajar a cinco veces la velocidad del sonido y dejar atrás gran parte de las defensas contra misiles. El pasado viernes, Estados Unidos hacía lo propio y realizaba un ensayo con la misma tecnología. Días después, el jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Mark Milley, transmitía que el país estaba "altamente preocupado" debido a la tecnología demostrada por China y a la creación de misiles de silos en el país asiático. Ambos hechos potencian la capacidad nuclear de una potencia como China, que disputa la hegemonía global a la hiperpotencia norteamericana.

Guillermo Pulido, editor de la revista Ejércitos, analista y doctorando en Estudios Estratégicos de Disuasión Nuclear, teoriza que el planeta se encuentra en una segunda era nuclear, que no tiene nada que ver con la primera que era "un mundo más estable y predecible".

En 2021 hay cinco potencias nucleares reconocidas en el Tratado de No Proliferación Nuclear (China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos) y cuatro que no reconoce el tratado (Israel, Corea del Norte, Pakistán e India). A estos Estados hay que sumar Sudáfrica, país que desarrolló armamento atómico pero lo entregó tras el Apartheid. Muchos más países han tratado de desarrollar armas nucleares en algún momento, entre ellos España.

Desde 2014, cuando se acentuaron las tensiones entre las grandes potencias, tras el giro de Obama en política internacional en su segundo mandato hacia el Pacífico y el estallido de la Guerra de Ucrania, "el desarme está parado, muchos acuerdos de control no se cumplen y no se están firmando nuevos", apunta Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano

El analista cree que es "imposible" volver a una situación como la que había a principios de siglo, cuando se impulsó el desarme nuclear tras la Guerra Fría. "Si hay una competición, muchos actores tratan de reasegurarse en sus posiciones", esto lleva a una nueva carrera armamentística, que, a diferencia de la que ocurrió en la segunda mitad del siglo XX, "no será cuantitativa, si no cualitativa".

Disuasión

Las armas nucleares ofrecen a las potencias en liza varias ventajas, aunque militarmente tienen una utilidad limitada. Pulido explica que en los años 50 el armamento nuclear formó parte de las estrategias militares de países como Estados Unidos, que pretendía frenar las divisiones de tanques soviéticas lanzando pequeñas cabezas nucleares a las columnas blindadas, ya que saturar un área con obuses era muy complicado y requería una gran concentración de cañones debido a la poca precisión del armamento.

El desarrollo de los misiles de crucero, de mayor precisión que la artillería de mediados de siglo, hizo que la utilidad de una gran explosión decayera. Aunque actualmente sigue teniendo aplicación para atacar grupos de portaaviones, puertos o bases aéreas.

"Es un arma política para amedrentar, amenazar con destruir grandes objetivos económicos y ciudades", apunta Pulido, y añade que "las bombas nucleares sirven para defenderse de las agresiones externas, y dan una mayor capacidad de hacer maniobras agresivas limitadas".

Las estrategias de armas nucleares son "sumamente útiles conseguir doblegar la voluntad de un enfrentamiento, una crisis o un cara a cara. La amenaza de destrucción es tan grande que cuanto más potente es tu arsenal, tienes más capacidad para amedrentar a un enemigo".

Esto lleva a una paradoja, "cuanto más usable es un arma nuclear, cuanto más creíble es que tu puedes usar un arma atómica contra alguien, menos probable es que la termines usando"

Arteaga piensa que la disuasión, que para él es la única utilidad de este armamento, funcionaba cuando había Estados "racionales" que entendían lo que había en juego. En el siglo XXI "han entrado otros actores, no tan racionales, que pueden ver alguna utilidad política en el átomo". Y pone el ejemplo de "Corea del Norte, cuyo régimen piensa que sin el arma pueden verse derrocados o intervenidos". 

"Si Irak hubiese tenido armas nucleares, Estados Unidos no se hubiera atrevido a invadir el país", ejemplifica Pulido.  El investigador de ElCano cita a Libia como país en el que se provocó un cambio de régimen tras haber renunciado a su programa atómico en 2003. Esto ha animado a Corea del Norte o Irán a desarrollar bombas para no seguir el mismo camino.

Los investigadores señalan que las armas nucleares defienden a los países de amenazas existenciales, por ejemplo "una invasión de gran parte del territorio", subraya Pulido, y recuerda que "tienen bastante sentido para las estrategias políticas de ciertos países".

"Las armas nucleares tienen un efecto compensatorio, cuando es un conflicto existencial entre dos países (el poder igualador del átomo). Estados Unidos no puede plantearse invadir Corea del Norte actualmente porque tiene armas nucleares, no porque los derroten en el campo de batalla", sentencia. 

Inestabilidad

Aunque eviten conflictos existenciales, las armas nucleares generan inestabilidad en ciertas regiones del globo, debido a una segunda paradoja atómica. Mientras que contribuyen a limitar y moderar la hostilidad en la parte alta del conflicto, evita que se escale a una guerra total; generan inestabilidad en los aspectos de menor entidad de las confrontaciones.

El caso Pakistaní sirve de ejemplo: mientras que sus armas evitan una invasión de India, también incitan a que el país musulmán, refugiado tras la seguridad del átomo, exporte terrorismo o desencadene ofensivas locales contra su archirrival hindú como el conflicto del Kargil en 1999.

Doctrina

Sumando a la irrupción de nuevas potencias nucleares, está habiendo cambios en la tácticas de uso, que son diametralmente opuestas a las de la Guerra Fría. "Las nuevas doctrinas contemplan un primer uso limitado, en la Guerra Fría lo que mantenía la estabilidad es que el primer uso estaba asociado a un intercambio de misiles", desvela Pulido.

"Se empezaba con un pequeño uso en el campo de batalla y se daba por hecho que el intercambio iba a escalar a una guerra nuclear total. Por lo que la destrucción mutua estaba asegurada. Por ello, las grandes potencias eran conscientes de que no era conveniente pasar el umbral nuclear", desarrolla Pulido.

En la Segunda Era Nuclear, hay teóricos que señalan que "se puede lanzar una o dos bombas y el miedo a la destrucción mutua mantiene el conflicto controlado". 

El académico propone un caso hipotético. Si Corea del Norte atacara las ciudades del sur con un arma atómica, quizás Estados Unidos no se atrevería a responder, ya que podría en riesgo de represalias sus ciudades. Con todo, las doctrinas de uso limitado entrañan riesgos. Un error de cálculo podría desencadenar una guerra nuclear total.

Armamento

Los nuevos desarrollos siguen un camino similar a las doctrinas. Pulido apunta a que los misiles hipersónicos chinos generan estabilidad estratégica, ya que permiten a China amenazar a los norteamericanos, lo que se traduce en que un enfrentamiento a gran escala pierde el sentido por el riesgo de destrucción mutua. Sin embargo, las nuevas herramientas políticas podrían servir a Pekín para realizar agresiones contra sus vecinos.

"Se cree que en la Segunda Era Nuclear el armamento genera más problemas de los que soluciona, al contrario de lo que ocurrió en la Guerra Fría donde dio lugar a una estabilidad estratégica", apunta el experto.

Los vectores más recientes ponen en peligro los escudos antimisiles que servían como protección ante un intercambio. "La tecnología juega en contra de las garantías tradicionales antimisiles, ya que los hipersónicos reducen el tiempo de alerta de los sistemas de defensa o se usan medios cibernéticos que ponen en riesgo el mando y control, generando inestabilidad", arguye Arteaga.

Ante esta tesitura, la disuasión sigue siendo un medida efectiva, aunque para ello, como explica el investigador de ElCano," hay que mantener una ambigüedad respecto a su empleo. Cuando alguien dice que no va a usar las armas, pierden toda la utilidad".

Amenaza

España queda lejos del Este de Europa, zona sobre la que Rusia (potencia nuclear) está extendiendo su influencia, y del Pacífico, donde Estados Unidos y China libran una batalla por la hegemonía; y a día de hoy sus aliados ejercen la disuasión.

"El país tiene la garantía de la OTAN, mientras que Estados Unidos y Reino Unido mantengan la protección", expone el investigador, y añade que "en el momento que esto se cuestione España no estaría cubierta". A este resguardo habría que sumar las bombas francesas, cuyo arsenal defiende a la UE.

Con todo, las garantías son laxas. Pulido resume que "no hay nada específico en el tratado de la UE donde se tratan los temas de defensa colectiva. Y en el caso de la OTAN, las garantías no tienen en cuenta Ceuta y Melilla", y tampoco hay textos explícitos que detallen cómo y cuándo se llevará a cabo la represalia.

Otro punto que el experto señala es que la última palabra para su empleo depende de los dueños de las armas, no del atacado, y podría darse el caso de que quien garantiza no quisiera poner en riesgo sus ciudades. Aunque de ser así, la disuasión que es capaz de ejercer se vería resquebrajada ya que su amenaza de represalias no sería convincente.

Desarrollo

A pesar de las dudas, que España desarrolle su propio programa de armamento atómico sería algo que "no tendría sentido, ya que podría convertir a España en un paria internacional" por las sanciones que enfrentan los regímenes que tratan de cambiar su estatus a potencia nuclear, como Irán o Corea del Norte. 

Pulido piensa que actualmente "estas herramientas no tienen utilidad táctica ni estratégicas para España", e interesa "seguir apoyando el régimen de no proliferación". Si se rompieran los tratados que restringen este armamento "países no muy amigables con las democracias occidentales podrían tener acceso a armas nucleares".

Tampoco el experto cree que los conflictos internacionales en los que España se ha visto envuelto con Marruecos desde la independencia del país magrebí hubieran sido distintos de haber contado España con bombas atómicas; ya que "fueron de poca intensidad". Un caso similar es lo ocurrido en la Guerra de las Malvinas: "A Reino Unido no le sirvieron las armas nucleares para disuadir de una invasión".

Lo que sí tiene sentido es que España pertenezca a la OTAN. "La seguridad del país depende de la integridad de la seguridad occidental, ya que España vive en un zona de prosperidad y paz gracias a que estamos en una misma alianza preponderante con tres potencias nucleares", expresa Pulido.

Posibilidad

En los años 60, el régimen franquista puso en marcha el proyecto Islero. El Estado trató de desarrollar bombas atómicas en el año 1963 para frenar las presiones territoriales marroquíes. El reactor de Valdellós llegó a producir plutonio enriquecido para armar cerca de 20 bombas, sin embargo en 1981 el Gobierno de UCD entregó el material y en 1987 el gobierno socialista de Felipe González firmó el tratado de No Proliferación Nuclear.

Si España debiera desarrollar estas armas, el presupuesto a destinar al programa nuclear no sería su principal escollo. "Países como Pakistán o Corea del norte han desarrollado armas atómicas y no son muy ricos", revela Pulido, y añade que esto fue posible ya que "tuvieron acceso a un mercado internacional de componentes que construyó Abdul Qadeer Khan (fallecido el pasado día 10), el padre de la bomba atómica pakistaní".

El principal escollo sería la política, tanto exterior como interior. España firmó el tratado de no proliferación nuclear que la comprometen y hay grandes segmentos de la población totalmente en contra de las armas nucleares.

Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato