¿Qué es el tanatoturismo y dónde practicarlo en España?

Tumbas en un cementerio.
Tumbas en un cementerio.

El tanatoturismo, también llamado en España necroturismo, es el turismo negro, oscuro y de dolor. Esta opción de viajar y explorar nuevos lugares es muy típica de aquellos aficionados de los cementerios y de los sitios que tienen que ver con la muerte.

La prisión de Alcatraz, los campos de concentración de Mauthausen, la cueva Tham Luang, donde quedaron doce niños tailandeses atrapados, y zonas donde se han cometido genocidios como Ruanda se han convertido en lugares cada vez más frecuentes en el itinerario turístico internacional.

¿Qué lleva a una persona a viajar a este tipo de lugar? “Aunque sabemos que la muerte es el final de todo, es la gran desconocida y nos sentimos fascinados; sabemos que vamos a morir, pero nadie cree en su propia muerte, y como individuos nos es muy difícil de imaginar”, afirma Francesc Núñez, sociólogo y profesor de los Estudios de Humanidades de la UOC.

 El tanatoturismo en España

España es un país que tiene muchísima historia, u por tanto también muchos de estos lugares elegidos por tanatoturismo. Para recordar algunas de las desgracias que sucedieron en este país, solo hay que remontarse a 1936, fecha de inicio de la Guerra Civil.

Recorrer Belchite (Aragón), uno de los pueblos que quedaron destrozados por el conflicto, es volver al pasado y revivir los horrores de la guerra. Desde la oficina de turismo de Belchite afirman que en los últimos cuatro años ha aumentado la clientela por el incremento del interés en este tipo de viajes.

“Algunos expertos han venido a Belchite alguna vez a grabar y a hacer experimentos. Han recogido algunos sonidos y nos lo han enviado por curiosidad”, confiesan desde la oficina de turismo del pueblo.

En una de las psicofonías se puede escuchar como un niño pequeño canta una canción de los años 20. Cuentan las guías turísticas que “hay gente que se queda bastante sensible por la visita”. Aseguran que incluso los perros se ponen nerviosos en algunos puntos concretos del pueblo.

Daniel Liviano, profesor de los Estudios de Economía, sostiene que “no hay ninguna evidencia científica que demuestre que las psicofonías existen, ni en Belchite Viejo ni en ningún otro lugar”.

Explica que muchos de los turistas están ‘sugestionados de antemano’ y predispuestos a escuchar este tipo de sonidos.

“Las circunstancias y la presión colectiva -las percepciones e imaginarios sociales- tienen mucha fuerza para hacer ‘visibles’ unas realidades y otras no”, considera Francesc Núñez, sociólogo de la UOC.

Visitar cementerios

Muchos cementerios de nuestro país tienen un alto valor histórico y arquitectónico, una motivación suficiente para ir a visitarlos.

Núñez evidencia que los factores de un cementerio por la noche (la oscuridad y el miedo) “predispone a los visitantes a una situación de terror en la que solo es necesario un pequeño indicio (un pequeño gesto por parte de los asistentes) para que el sentimiento se propague y se produzca una excitación y terror colectivo”.

Desde la Asociación Cementerios Madrid, Javier Jara, explica que “antes, los cementerios eran un tema tabú pero que poco a poco, el visitarlos, se ha convertido en una actividad al aire libre”.

Jara destaca el valor del Cementerio de San Isidro, el más antiguo de Madrid. En él se pueden encontrar obras  del modernismo español como por ejemplo el Panteón Guirao, obra del escultor español Agustín Querol.

“El Cementerio de San Isidro es pionero en hacer rutas en Madrid, porque antes no se hacían. Una vez al año se hace una visita nocturna teatralizada donde recitan poesías y cantan canciones”, ilustra Jara.

Por otra parte, Barcelona cuenta también con muchos cementerios de interés histórico y arquitectónico. En el de Montjuïc hay panteones y torres funerarias de estilo neogótico, neoclásico, barroco y modernista. Cementiris de Barcelona ofrece rutas y organiza lecturas en homenaje a los poetas y escritores que descansan en las tumbas.

Actividad paranormal

Además del valor cultural, arquitectónico e histórico, España está repleta de historias inquietantes con apariciones misteriosas, sonidos en mitad de la noche y de espíritus que vagan atormentados. O al menos, eso dicen.

Un ejemplo es la casa de María Gómez en Bélmez de la Moraleda (Jaén). En este domicilio comenzaron a aparecer manchas con formas de rostro humanos. Se rasuraron las paredes casa y un albañil vertió yeso sobre las mismas. Y sin embargo, la cara volvió a aparecer días más tarde. Numerosos expertos de la parapsicología catalogaron los fenómenos del Bélmez de “gran misterio”.

Otro misterio es lo que sucede en la habitación 712 del Parador de Cardona, un antiguo castillo convertido en hotel.

“Hay que tener mucho valor, o poca fe en lo esotérico, para alojarse en la habitación 712 del Parador de Cardona...”. Así comienza la descripción de la Guía Repsol de este parador en donde se advierte que la visita te dejará “boquiabierto”.

En Barcelona, concretamente en Terrasa, hay un hospital que tampoco deja a nadie indiferente. El Hospital del Tórax de Terrasa, que acogió a pacientes con enfermedades respiratorios, cuenta con apariciones y fenómenos inexplicables. Era uno de los hospitales con mayor índice de suicidios.

Donde también hay presuntamente apariciones es en el antiguo edificio de la Diputación de Granada. Se han recogido múltiples vídeos, fotografías y psicofonías por parte de parapsicólogos y periodistas de investigación.

El perfil del viajero

¿Qué se busca en el tanatoturismo? Núñez considera que es “difícil saber que busca cada turista en sus viajes”, pero muchos de ellos buscan por “singularizarse”.  

 Liviano divide a los viajeros en categorías. Por un lado, están aquellos que persiguen una aventura con una “motivación moral o espiritual”.

“Así, una persona puede visitar el escenario de un genocidio para mostrar empatía con las víctimas, recordarlas y honrarlas”, explica el profesor de economía.

Hay otras personas que “simplemente acuden a estos lugares con un deseo o necesidad de contactar simbólica y emocionalmente con la muerte”, señala Liviano.

En la segunda categoría están aquellos viajeros cuya motivación está relacionada con la Historia y la cultura. Es el deseo de aprender viajando.

“Un ejemplo sería las visitas escolares a museos del Holocausto y campos de concentración en Alemania, donde un guía imparte una lección de historia en el mismo lugar donde sucedieron los hechos”, describe Daniel Liviano.

La tercera categoría es más oscura. Aquí están aquellos que “sienten una fascinación y curiosidad morbosa por la muerte, llegando algunos de ellos a sentir lo que en alemán se denomina 'schadenfreude', que significa alegría por el sufrimiento ajeno”, expone Liviano.

El profesor de la UOC explica que a nivel psicológico, esta emoción es bastante compleja. Uno de los objetivos del viajero es sentir el deseo de la justicia.

“Esto explicaría la actitud de algunas personas que visitan un lugar para celebrar, in situ, que las víctimas han recibido un justo castigo por la razón que sea”, argumenta.

Francesc Núñez califica de “imposible” determinar rasgos psicológicos a un tipo de turista. Indica que “cualquiera puede verse atraído” por el tanatoturismo.

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