La necesaria figura del Rey

La intervención quirúrgica a la que ha sido sometido don Juan Carlos ha contribuido a una mayor ponderación de su figura.

   

- Hasta Cayo Lara, líder de Izquierda Unida y republicano confeso, deseó un rápido restablecimiento del Rey. Lara subrayó que se lo deseaba “como a cualquier ciudadano”, pero es obvio que eso no se hace con “cualquier ciudadano”.

- Baste este dato apuntado para dar indicio de que la operación del nódulo pulmonar de don Juan Carlos ha concentrado la atención de la opinión pública con una excepcionalidad inesperada. De pronto, parece que se hubiera tomado conciencia de que el monarca no es sólo una figura habitual en nuestro paisaje institucional y en nuestras propias vidas; se ha tenido, quizá por primera vez, la percepción de que no hay que “darlo por hecho”, de que hay un cierto lujo en que una personalidad ya de tanta proyección histórica siga estando entre nosotros.

- Es en este sentido como hay que interpretar tantos editoriales de periódicos, todos a una con el monarca en un paso difícil como el de la operación, humanamente comprensible para cualquiera.

- Al tiempo, la intervención, que a todo el mundo cogió por sorpresa, desató menos un debate que un susto implícito: ¿estamos preparados, por ejemplo, para la sucesión, si falta el actual monarca? La intervención, ¿apuntala la teoría de que el Príncipe Felipe es, cada vez más, el presente, y el Rey, en un ocaso espléndido y prolongado, se va difuminando ya en la Historia?

- Posiblemente, no pocas de las angustias despertadas de modo tan súbito ante la operación del Rey tengan que ver con el momento que atraviesa el país: don Juan Carlos fue intervenido en una semana en la que las bolsas subieron y bajaron abruptamente, y el Gobierno y las instituciones, así como la economía, atraviesan una grave crisis. El que quedara ‘tocada’ la figura del Rey parecía dejarnos expuestos, en un momento en el que la sociedad española carece de lideratos claros –políticos, morales y empresariales. Don Juan Carlos parece haber calado como figura patrimonial común.

- Al mismo tiempo, la opinión pública española no sólo ha tomado nota del ‘todos a una’ en favor de don Juan Carlos en esta situación, sino que, más allá de emocionalismos, ha podido ver que aún se pueden hacer bien las cosas: desde el primer momento hubo transparencia informativa, los familiares más directos del Rey siguieron con sus deberes laborales, la Reina se alojó en el palacio barcelonés de Pedralbes…

- Por tanto, lo que rodeó a la intervención fue un gran ejemplo de lo que se llama “normalidad institucional”, eso que nos falta en no pocas ocasiones. Así, en esa normalidad, se ha hecho visible lo que el victoriano Bagehot consideraba necesario para una monarquía: que sea “inteligible” para la opinión pública de un país.

- Esa “inteligibilidad” ha cundido mucho en estos días: al margen de que el “gran teatro” monárquico siga gustando a la mayoría de españoles, reconfortándoles y alentándoles, se ha tomado mayor conciencia del gran valor añadido que el monarca da al país, no sólo de puertas afuera, sino también de puertas adentro, como pieza de bóveda, no ya del régimen constitucional, sino de la propia nación. El mero hecho de ser operado en Cataluña subraya una labor de la Monarquía acentuada en estos años: que don Juan Carlos sea “el Rey de todas las Españas”.

Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato