La ofensiva de la izquierda a favor de la transexualidad

Reportajes de alabanza en el dominical de El País, acuñación de un término como transfobia, tratamientos a adolescentes y preadolescentes, figurar como hombre o mujer en el Registro Civil… Descubra lo que hay detrás de la campaña a favor de la transexualidad.

-          Los diagnósticos por trastorno en la identidad sexual o disforia de género se han triplicado en occidente desde los años setenta. Las estimaciones apuntan a un vasto margen de imprecisión entre un caso entre 7400 y un caso entre 42000 personas. La frecuencia del diagnóstico en mujeres es menor.

-          Las clínicas especializadas en el tratamiento de estos desórdenes dan cuenta de una “explosión”, según Hanna Rosin, ante todo en lo referente a preadolescentes y adolescentes. Así, la mundialmente famosa clínica del dr. Zucker, en Toronto, “ha visto cómo su lista de espera se cuadruplicaba en los últimos cuatro años, hasta ser de ochenta niños” con problemas de identidad de género. El propio dr. Zucker atribuye dicho aumento a Internet y a la mayor cobertura informativa de la transexualidad.

-          Por su parte, la doctora Peggy Cohen-Kettenis, a cuyo cargo está la otra clínica más famosa del mundo en tratamientos de género, situada en Holanda, ha visto cómo descendía la media de edad de sus pacientes desde el año 2002. En este mismo sentido, Catherine Tuerk, que lleva una red de apoyo a padres con niños con trastorno de identidad sexual, indica, según afirma Hanna Rosin, que, si antes la mayor parte de las llamadas tenían que ver con la posible homosexualidad en niños, ahora mismo “el noventa por ciento de las llamadas” tienen que ver con la posible transexualidad del preadolescente.

-          Pese a que los propios estudios holandeses muestran que, de la preadolescencia a la adolescencia, sólo el 20% de los menores continúan con sus problemas de identidad, hace cuatro años que en algunas partes del mundo como EEUU se empieza a tratar a niños con trastorno de identidad con bloqueantes de la pubertad.

-          Dichos medicamentos fueron originalmente ideados para luchar contra la pubertad precoz. Al detener el desarrollo, se impide que los muchachos tengan vello facial o se les resalte la nuez o se les agrave la voz, por ejemplo. De lo que se trata es de que el preadolescente con problemas de identidad sexual “no tenga que gastar decenas de miles de dólares más tarde en luchar para dar la vuelta a ese desarrollo” cuando sea adulto. A las niñas, los medicamentos que bloquean la pubertad les permiten tener mayor altura, evitar la menstruación o el crecimiento de las mamas.

-          Estas prácticas con preadolescentes y adolescentes se basan, en última instancia, en la convicción de que la identidad sexual es tan sólo una construcción de nuestro entorno, y por tanto nada hay de innato en ella. Así, la identidad sexual es totalmente maleable; también, como hemos visto, con hormonas.

-          La más completa respuesta a la experimentación hormonal se encuentra en el libro As nature made him, del periodista de Rolling Stone John Colapinto, quien desveló la naturaleza de los experimentos del dr. John Money, fundador de la primera clínica estadounidense para cambios de sexo en los sesenta. Money, a través de innumerables papeles científicos, intentó vender como éxito la historia de su paciente Reimer, nacido como niño y educado como niña tras pérdida parcial de sus genitales.

-          Money quería demostrar, precisamente, que la identidad sexual no tiene nada que ver con el nacimiento, y postuló como éxito su experimentación con Reimer, a quien se le extirparon completamente los genitales para su educación como niña, convenciendo a los padres de Reimer para que jamás le hablaran ni del accidente que había sufrido en sus genitales masculinos. Reimer, sin embargo, se vio abocado a una vida de inadecuación total entre sus instintos y su educación, sufriendo lo indecible y –en cambio- sintiendo alivio cuando le revelaron la verdad de su caso.

-          La conclusión, pues, no fue, como postuló Money antes de su experimento, que “aprendemos si somos hombres o mujeres en el curso de las diversas experiencias del crecimiento”, sino que, según afirmó el experto dr. M. Diamond ya en los ochenta, ‘llegamos al mundo con un grado de masculinidad o feminidad que va a prevalecer más allá de lo que la sociedad nos inculque’.

-          Otro problema de la transexualidad juvenil es que son los padres quienes toman la decisión por el hijo, en última instancia, cuando el hijo es muy joven. Desde los primeros síntomas de pubertad, los médicos tienen un espacio de dieciocho meses para su tratamiento para conseguir los mejores resultados. Eso implica que las niñas pueden empezar a hormonarse con diez años y los niños con doce. De seguir con ese tratamiento, pueden quedar permanentemente estériles. Y ahí surge la pregunta de si un niño de doce años se plantea la cuestión de la paternidad, que tal vez sí le importe en un futuro.

-          Contra estas prácticas con medicamentos, a modo de analogía, se plantea que “si un niño siente excesiva ansiedad por la separación de sus padres y no quiere ir al colegio, una solución es que se quede en casa. Eso resuelve el problema en un cierto sentido, pero no en otros. Con la identidad de género sucede algo similar”.

-          El propósito subyacente que guía a la ideología de género en las polémicas en torno a la transexualidad, es llegar a una sociedad “genéricamente neutra”, en tanto que se entiende que cualquier diferencia entre hombre y mujer es en sí misma una discriminación, que cualquier escisión por sexos implica fatalmente la agresión masculina y la opresión femenina, y que hombre y mujer, en definitiva, necesitan anular sus diferencias para ser capaces de relaciones de cooperación. Por otra parte, si la identidad sexual es un constructo social, y por tanto es maleable, el individuo, aunque sea menor, se ve reprimido en todo caso por la relación de dominación con que le sojuzga su familia. Así, para liberar la identidad sexual del sujeto, independiente de los atributos sexuales con que haya nacido, se puede aprovechar su misma maleabilidad, por ejemplo, como hemos visto, con los medicamentos que bloquean la pubertad.

-          Y también hay que liberar al individuo con la disolución de los lazos represivos de la “familia tradicional”, que ahora se quiere en formato abierto, como el reseñado por El País bajo el título “Transexual, gay y padre”.

-          Más allá del model de familia, de vuelta a la cuestión de la identidad sexual, el autor de Manliness, H. C. Mansfield, concluye que la ciencia, tanto la psicología social como la biología evolutiva, confirma que los estereotipos de lo masculino y lo femenino hallan realidad una y otra vez: ‘los hombres son más agresivos y las mujeres más cuidadosas; los hombres gustan de mostrarse y tomar la iniciativa y las mujeres son contextuales y modestas; los atletas escupen y las atletas no (…) ¿sabía usted que la ciencia prueba que las mujeres tienen más miedo a las arañas?’ Todo esto, al margen de la problemática propia que ofrece a la ética la experimentación con adolescentes o el doblegarse a una voluntad que puede ser momentánea.

-          En conclusión, el debate de la transexualidad, hoy por hoy, basado en hechos consumados de la libertad individual, no hace caso al debate científico al respecto. Y habla de una sociedad en la que la dimensión sexual ha sobrepasado incluso la centralidad que por sí misma posee.

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