¿Está España condenada a sufrir incendios?

Incendios.
Incendios en Asturias.

Más de 31.00 hectáreas quemadas han dado al incendio de la Sierra de la Culebra, en Zamora, el triste récord de disputar a un fuego en Minas de Ríotinto (Huelva) en 2004 el título de mayor incendio forestal de España desde que hay registros.

Otro gran incendio en el Parque Natural de Monfragüe (Cáceres) también desató las alarmas, así como en Las Hurdes. Las llamas han afectado a numerosos puntos de España, desde Galicia hasta la isla de Tenerife, pasando por Málaga, Cádiz, Madrid, Barcelona...

Los daños que provocan estos incendios son devastadores para el medio rural: miles de hectáreas de boques quemados, cultivos arrasados, zonas de pastoreo para el ganado que desaparecen, animales muertos...

Ni las nuevas técnicas en prevención de incendios ni la tendencia positiva de los últimos años han evitado este desastre, por lo que muchos ya piensan que España está condenada a este mal: ¿Hay motivos para esa pesimista conclusión?

Como ya apuntaba hace unos años para Confidencial Digital el portavoz de la Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales, la respuesta no puede ser otra cosa que “afirmativa”, ya que “el predominio del clima mediterráneo” hace inevitable la propagación de incendios todos los veranos en España.

Para el experto consultado, la clave es el retorno periódico de situaciones climatológicas extremadamente propicias para que los fuegos crezcan. Aunque no siempre se cumplen los plazos y menos ahora con los trastornos del clima, cada 18 o 20 años se producen episodios en que se baten récords de superficie arrasada y de víctimas directas del fuego.

Con carácter general, si la temperatura supera los 30ºC, la humedad es inferior al 30% y la velocidad del viento supera los 30 kilómetros hora, nos encontramos en situación de riesgo extremo. En tales condiciones, si el siniestro se inicia en el monte o en sus proximidades con continuidad y abundancia de combustibles ligeros, a los 10 minutos se escapa y si tiene continuidad de combustibles en el sentido de avance del viento, no parará hasta que cambien las condiciones o se acabe el combustible. Estas son las situaciones que denominamos fuera de capacidad de control.

Esta regla sirve para todos y cada uno de los años y el resultado final de una campaña dependerá siempre del número de días de situaciones extremas y del número situaciones de riesgo materializadas en incendio que se den en esos días.

¿Es el clima mediterráneo el factor más determinante?

Radicalmente sí. El mismo clima que permite a España tener una boyante industria turística de sol y playa es el que condena a ver periódicamente los montes teñidos de gris ceniza y esto no es solo por causa del hombre. La vegetación típicamente mediterránea es resultado de la evolución de adaptación al fuego periódico y que es precedente a la misma existencia de nuestra especie. En resumen, un proceso adaptativo de millones de años.

Para una situación de riesgo bajo, moderado o alto, con carácter general sí habría suficientes medios. Pero para situaciones extremas nunca serán bastantes y esto rige para todas las regiones de clima mediterráneo ya sea en Europa, África o Australia. “Busquemos en la hemeroteca los desastres periódicos de California y tendremos la respuesta”, explica el portavoz de la Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales

La conciencia ciudadana sobre la gravedad de los incendios es de flujo y reflujo. Aumenta mucho en los momentos graves como consecuencia de la información y se va apagando conforme nos alejamos del año desastroso para volver a renacer tras la siguiente situación.

¿Es importante el factor humano?

En cuanto al origen de los incendios, “esto va por barrios”, asegura el portavoz de la Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales. El noroeste peninsular, además del altísimo número de incendios totales, el peso de la causa natural (rayos) es simbólico, siendo por tanto obra del hombre bien por imprudencia en el uso del fuego o bien por mala baba o interés en el caso de los intencionados. En cambio, hay provincias muy forestales como Teruel o Soria donde los rayos de las tormentas secas son el mayor peligro.

Para el experto forestal consultado por ECD, hay además unas causas indirectas que favorecen los grandes incendios y que tienen génesis económica: el despoblamiento rural y el abandono de cultivos que antes hacían las veces de cortafuegos gratuitos y eficientes.

Ahora, aquellas discontinuidades que aislaban unas masas boscosas de otras, están pobladas de herbazales y matorrales que constituyen mechas rápidas. Además, la falta de rentabilidad económica de los montes, en muchas provincias mayoritariamente de titularidad privada, tienen como consecuencia la acumulación de combustible y un efecto "bomba".

Por tanto, y como reflexión, hasta que el empleo de la biomasa forestal no alcance rentabilidad como combustible alternativo, no habrá solución para los grandes incendios, y esto es un factor meramente económico.

Posibles causas

Los expertos apuntan a posibles causas para la propagación del fuego, además del clima. El origen humano de los incendios es un fenómeno cada vez más frecuente que además se desarrolla in crescendo. Lejos de disuadir a los potenciales delincuentes, las noticias de acciones pirómanas animan a los indecisos y la acción se contagia. En este sentido, se trata de una escalada muy similar a los suicidios.

Además de la existencia de pirómanos, muchos incendios son resultado de venganzas personales, provocados en circunstancias desconocidas o muy difíciles de averiguar por las autoridades judiciales. Suele tener su origen en terrenos con vegetación propensa a la inflamación y en unas condiciones meteorológicas idóneas para su propagación (altas temperaturas, velocidad del viento, falta de humedad).

En el caso de Galicia, es práctica común en la actividad ganadera y agrícola la quema de rastrojos resultantes de las labores en el campo. Es por tanto frecuente que dichas actividades se descontrolen y acaben dando lugar a colosales incendios.

También es notorio el elevado número de hectáreas que se quemaron con la intención de recalificar después el terreno y hacerlo útil para la construcción. Afortunadamente, la táctica de incendiar el monte con vistas al negocio inmobiliario ha decaído últimamente por el endurecimiento de la ley: deben pasar 30 años antes de declarar la tierra quemada apta para levantar edificios sobre ella.

Sin embargo, es habitual la provocación de incendios para otro negocio de relativo éxito en Galicia, la venta de madera. Al parecer, el eucalipto, variedad muy común en tierra gallega, es muy resistente al fuego y apenas se deprecia su valor. No pocos empresarios han conseguido vender a compañías papeleras o de muebles troncos de eucaliptos quemados al precio original.

Una de las soluciones que proponen abogados penalistas para evitar tantos incendios es endurecer los castigos a los autores del delito.

Prevención de la piromanía

Según un estudio de la Universidad Internacional de Valencia, 460.000 españoles podrían padecer piromanía, que supone el 10% de los incendios intencionados. La profesora Sara Puig destacaba en este sentido “la importancia de un buen tratamiento y servicio sanitario en el ámbito de la psicología a nivel nacional, con el objetivo de prevenir, en la medida de lo posible, las consecuencias que una carente atención y tratamiento psicológico pueden tener”.

Un diagnóstico a tiempo y un tratamiento certero de la piromanía podrían evitar decenas de incendios cada año, según Puig. Según el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders de la American Psychiatric Association, una persona susceptible de padecer el trastorno de piromanía siente tensión, excitación afectiva antes de provocarlos y una fascinación, interés o curiosidad por el fuego y todos elementos que se emplean en él.

Estas personas tienden a sentir placer, gratificación o alivio cuando provocan incendios o al presenciar o participar en las consecuencias que el fuego produce. Por eso, Puig estaba convencida de que la concienciación sobre la importancia de detectar este trastorno a tiempo es de gran importancia para la prevención de estos desastres.

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