¿Hay que prohibir los móviles en las aulas?

¿Podemos vivir sin móvil?

Desde que Isabel Celaá fue nombrada Ministra de Educación, ha repetido en múltiples ocasiones su preocupación por el uso de los móviles en las aulas de los colegios. “En algunos casos el móvil ayuda, pero merece la pena valor si prohibirlo en los centros sirve para disminuir la adicción digital”, aseguró el año pasado.

A día de hoy, Celaá rechazó la propuesta del Partido Popular y Ciudadanos en la Comunidad de Madrid de establecer un veto general en el uso de los Smartphone en los colegios.

Un decisión que ha vuelto a reabrir el debate sobre la prohibición del móvil en los centros escolares. Y es que los jóvenes ya pasan mucho tiempo ‘pegados’ a sus smartphones.

Los móviles despistan

José Ramón Ubieto, experto en psicología y educación en la Universidad Oberta de Cataluña, ha realizado el estudio ‘Del padre al iPad, familias y redes en la era digital', que será publicado el lunes 30, gracias al que ha podido esclarecer el asunto.

Una de las conclusión que ha podido obtener es que los móviles “suelen despistar más que otra cosa”.

“Vemos muchas chicas y chicos que dicen que sí que  usan el móvil para buscar información o utilizar el cronómetro pero al utilizar el smartphone, ven que tienen notificaciones de Instagram”, indica el experto.

Primero revisan Instagram, luego mandan un WhatssApp... “Al final no se acuerdan de lo que estaban buscando”, concluye.

El experto asegura que el ordenador y las tablet son “más útiles” que el smarthpone bajo el prisma de la docencia. Y es que estos aparatos no suelen tener instaladas las aplicaciones de las redes sociales.

La clave: la regulación del uso

La Comunidad Educativa todavía no ha llegado a un acuerdo sobré que se debería de hacer respecto al uso de los móvil dentro de los centros escolares.

 

“Nosotros hemos constatado que los colegios que mejor llevan este asuntos son aquellos que han introducido una regulación en el uso del Smartphone”, explica Ubieto.

El experto asegura que una prohibición total “es imposible”, al igual que tampoco es productivo que los propios estudiantes se autogestionen el uso del teléfono móvil en los centros.

Los colegios que han optado por regular el uso del Smartphone dentro de sus muros han determinado en qué espacios está permitido utilizarlo y en cuáles no. La zona del patio, por ejemplo, en la que se produce el recreo diario de los estudiantes, es una espacio en el que no se debería de poder utilizar el móvil.

“Los colegios que han permitido que en el patio se pueda usar el Smartphone provoca que los chicos estén colgados del móvil. En cambio, donde están prohibidos, los escolares conversan entre sí, hacen deporte… Se produce una desconexión de lo digital”, asegura el experto en psicología de la UOC.

Respecto a las posibles situaciones de bullying o cibercaso, el experto asegura que esta práctica “no depende de si el estudiante tiene el móvil en el colegio o no”. La clave está en “educar en el uso de la tecnología, para que en caso de que existe un abuso o no, se conozcan los métodos para poder abordar estos casos”, sostiene Ubieto.

No es adicción, es alineación

Ubieto clarifica que utilizar el término ‘adicción digital’ no es adecuado. Lo correcto es hablar de “alineación”.

“Hablar de adicción no corresponde con la realidad. Adicción se utiliza cuando hablamos de tóxicos, de acudir a soluciones que uno toma solo, que no hace falta nadie más. Como en el caso del alcohol. Respecto a la relación con lo digital, siempre incluye al ‘otro’. Se crean vínculos con otras personas”, explica el experto en psicología.

Este “amor demasiado intenso con los objetos por supuesto que ha aumentado”, sostiene Ubieto. Y es que el 95% de los adolescentes tienen acceso a un Smartphone.

No se debería de utilizar el término de adicción para referirse al uso continuado de jóvenes y adultos con el teléfono móvil.

5 horas pegados al móvil                             

Los millennials nacidos después de 1990 y considerados nativos digitales, afirman utilizar su 'smartphone' una media diaria de 6 horas y 48 minutos, superando en casi cuatro horas a los nacidos entre 1951 y 1961, que se sitúan como los que menos uso dan al móvil, con un consumo de unas 3 horas al día, según informa Europa Press.

Según un análisis de Séntisis junto a Tuenti Móvil, el 27% de los jóvenes asegura que intenta desconectar el móvil en época de exámenes “para poder concentrarse”.

 “El uso intensivo del Smartphone por parte de los adolescentes tiene una media de cinco horas al día, y esto no lo podemos calificar de adicción. Porque entonces, serían adictos el 90% de los jóvenes”, indica Ubieto.

No sólo utilizan el móvil tantas horas los adolescentes, mantiene el experto en psicología, también la población en general, y es que los adultos también están “hiperconectados”. Esto es lo que Ubieto califica como un “fenómeno de época”.

“Nuestros padres no lo conocieron porque este fenómeno corresponde a la expansión de la tecnología digital. Usar esta tecnología forma parte de la expansión”, asegura el experto de la UOC.

El experto se refiere al Smartphone como una ‘prótesis’ de los adolescentes. “Los padres están todo el día: ‘niño deja el móvil’, y es que cada vez tienen el aparato más pegado al cuerpo. Se guardan fotos íntimas, tienen guardados los contactos de las personas que quieren... En definitiva, guardan lo más personal e intransferible de uno mismo”.

El mejor control parental: los progenitores

Hay muchos niños, muy pequeños algunos, que tiene utilizan los aparatos tecnológicos con una facilidad abrumadora. Es por ello, que muchos padres creen que la mejor forma para que sus hijos estén protegidos de algunos contenidos de la red es descargando una aplicación de ‘control parental’.

La aplicación de control parental Kids Place tiene más de un millón de descargas en Google Play al igual que la app Qustodio Control Parental.

Sin embargo, el experto de la UOC, asegura que la mejor aplicación de control parental del mundo son los propios padres.

“Un padre puede descargarse cinco aplicaciones pero no tener ni idea de lo que le preocupa a su hijo”, critica el experto.

Ubieto alega que los profesores y los padres deben ser conscientes de que la prohibición de la tecnología no funciona, “la solución está en el compromiso de la comunidad educativa en tener una regulación”, sostiene.

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