¿Son las fake news una amenaza real?

Contra las fake news.
Fake news.

El término “fake news” empezó a extenderse, a nivel global, hace dos años, durante la campaña que protagonizaron Donald Trump y Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Desde entonces, la difusión de noticias falsas se ha multiplicado, hasta tal punto, que gobiernos y organismos internacionales buscan mecanismos para combatirlas.

En España, el Ejecutivo incluyó, en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional aprobada en diciembre de 2017, a las noticias falsas como nueva amenaza para el Estado, junto a los ciberataques. La UE, por su parte, anunció la pasada primavera una batería de medidas contra las fake news que todavía tiene que concretarse.

Este fenómeno, por tanto, está convirtiéndose en todo un quebradero de cabeza para las instituciones, que lo consideran un riesgo real para la seguridad. No obstante, cabe preguntarse si las noticias falsas son, a nivel general y también para la ciudadanía, una amenaza real.

Para responder a esta cuestión, Confidencial Digital ha contactado con Charo Gómez, socia de la consultora Estudio de Comunicación que el pasado mes de septiembre presentó un informe sobre la influencia de las noticias falsas en la opinión pública. Un trabajo para el que fueron entrevistados periodistas, representantes de la Administración, empresarios y profesionales de la comunicación corporativa.

Gómez, periodista especializada en comunicación de crisis, no tiene dudas sobre los riesgos de las fake news: “Son una amenaza real y los hechos lo demuestran. En la campaña de Trump, las fake news contra su contrincante fueron vox populi. Y si se usan para alcanzar una institución tan importante como la presidencia de Estados Unidos, se usan para todo lo demás”.

El triple daño de las fake news

El riesgo fundamental de las fake news, señala la consultora, es que atacan a la reputación, ya sea de una empresa, una institución, o una persona concreta: “Una reputación que cuesta mucho crear, pero que con este tipo de prácticas es muy fácil destruir, y muy complicado volver a recuperarla”.

En el trabajo realizado por Estudio de Comunicación, “el 85,5% de los entrevistados consideró que el mayor perjuicio de una noticia falsa es de reputación; el 39,9% apuntó que el perjuicio que se crea repercute en pérdidas económicas; y un 37,9% afirmó que una información falsa también genera sufrimiento para el que la padece”.

La ciudadanía, además de las empresas y las instituciones, es una de las principales víctimas de las noticias falsas. Y, de hecho, ya se están tomando medidas para protegerla de esta amenaza: “Se ha creado una web, en el ámbito de la sanidad, para desmentir los bulos clínicos que corren. Porque eso es ya un riesgo para la salud”.

Internet, arma y escudo

El mayor porcentaje de los entrevistados en el trabajo de Estudio de Comunicación señala que el objetivo de las noticias falsas es hacer daño para sacar partida de ello, sobre todo económica. El mero divertimento, que también existe, es más residual entre los generadores de fake news.

 

Los creadores y difusores de estas noticias tienen la ventaja de que es muy difícil identificarlos: “Usan Internet, y los perfiles falsos en las redes sociales, como escudo. Internet nos ha dado un acceso a la información que antes era inimaginable, pero nos ha restado ese filtro para distinguir informaciones, y la fuente de las mismas”.

De hecho, explica Gómez, “nuestro estudio indica que donde tienen más cabida las fake news es en las redes sociales. En la prensa escrita y en las agencias, sin embargo, es más difícil que puedan colarse este tipo de noticias, porque existe un tratamiento periodístico posterior de la información”.

El problema, añade, es que “ahora cualquier persona, por sí misma, es difusora de una información a través de las redes sociales. Eso es una oportunidad, pero al mismo tiempo una amenaza, también por la rapidez con la que se solapan las noticias y la rapidez con la que los receptores las reciben, sin tiempo para ir más allá del titular y profundizar”.

Cómo reaccionar ante las fake news...

Las noticias falsas pueden desencadenar una grave crisis en una empresa o institución. Por tanto, es fundamental tener una reacción contundente ante este tipo de ataques.

Así las cosas, apunta Gómez, “lo primero que hay que hacer es medir el alcance de la noticia, ya que no podemos convertirnos en un altavoz de algo que han leído cuatro personas. Y, en función del alcance y del daño, hay que reaccionar”.

En ese sentido, añade, “los especialistas en comunicación de crisis siempre somos partidarios de salir, de cortar lo antes posible esa noticia falsa, ya que no hay que dejarla crecer”.

Una opinión que, de hecho, comparten Manuel Gazapo, director del Observatorio Internacional de Seguridad; y Miguel Ángel Oliver, secretario de Estado de Comunicación, que acudió como invitado a la presentación del informe de Estudio de Comunicación.

El primero afirmó que una fake news “actúa como una bala o como un machete”; y Oliver añadió, a ese respecto, que el problema no es tanto la fake news, sino la rapidez con la que se difunde.

… y cómo combatirlas

Cuestionada sobre la posible solución para acabar con las fake news, Gómez apunta directamente a los profesionales de la información: “Los responsables de los medios, y los que nos dedicamos a la comunicación, tenemos la responsabilidad de contrastar los temas y de ser rigurosos a la hora de difundir toda la información”.

Las instituciones, añade, “no pueden poner puertas al campo, porque es peligroso”. Por tanto, “es mejor apostar por la autorregulación de los profesionales de la comunicación. Hay que seguir creyendo en las personas”.

En ese sentido, y sobre la posibilidad de que los gobiernos legislen contra las fake news, la consultora afirma que “las autoridades no deben perder de vista la digitalización de la sociedad. Hay que poner mecanismos para una mejor identificación de los perfiles anónimos en redes sociales que difunden mensajes falsos, o de odio, para que puedan actuar los Tribunales”.

De hecho, añade, “el trabajo que se está haciendo apunta a esa dirección, más que en el de hacer leyes restrictivas contra la difusión, que sería mucho más problemático”.

En todo caso, señala Gómez, “el paso adelante es reconocer que las fake news son un peligro y saber que, desde las instituciones, incluso en la UE, ya se están planteando cómo solucionar esto. Y también, como ciudadano, no creerte todo lo que te dicen, tener criterio para reconocer cuándo se nos quiere engañar”.

La solución, por tanto, “está en que todos –profesionales y ciudadanos- nos mentalicemos de esta nueva amenaza. Tenemos doble responsabilidad: primero de no difundirlo y, segundo, contrastar todo lo que nos llega, seamos generadores de información o receptores de la misma”.

Lo bueno, añade, es que “el debate ya está en la calle, aunque debe extenderse todavía a toda la sociedad, por lo que debemos seguir advirtiendo de este fenómeno. Tenemos todos ese reto compartido: medios, gabinetes de comunicación y ciudadanos”.

Gómez concluye afirmando que, “si vamos todos a una, y somos conscientes del daño que pueden hacer las fake news, las ganaremos. Las fake news se hacen para hacer daño, para sacar un beneficio, fundamentalmente económico, y por puro divertimento. Cuando todos tengamos claro eso, y las autoridades, periodistas y gabinetes de comunicación vayamos de la mano, podremos combatirlas realmente”.

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