¿Tienen los encierros de San Fermín fecha de caducidad?

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Vista aérea de un encierro en Pamplona durante la celebración de San Fermín.

Zeus se encarnó en un toro para seducir a la bella Europa. Su hijo, el rey Minos, pidió a los dioses que un gran toro blanco emergiera de las aguas para sacrificarlo en honor al Olimpo, pero su esposa, Pasifae, concibió un hijo con el animal y dio a luz al famoso minotauro de Creta, que encerró en un laberinto e hizo correr de terror a cientos de valientes guerreros. 

Este es uno de esos casos en que la ficción supera a la realidad. Obviamente, el mito del minotauro no es el origen de los encierros taurinos que se desarrollan en España: correr delante de un ser mitológico y sanguinario nunca ha servido de precedente. El germen de estas fiestas es mucho más terrenal. 

Las ferias ganaderas obligaban, y obligan, a desplazar a los animales de un lugar a otro, de la misma manera que ocurre en el caso de las corridas de toros. En el siglo XII, siglo en el que ya hay datos de estos eventos en España, los vecinos ayudaban a mover al ganado y fue entonces cuando se piensa que acabaron por hacerlo de forma más entretenida. 

Unos documentos de diciembre de 1215, época de enfrentamientos entre la iglesia catedral y varios miembros del clero pertenecientes a la Diócesis de Segovia, reflejan que dictó sentencia para acabar con las disputas en Cuéllar: “que ningún clérigo juegue a los dados ni asista a juegos de toros, y sea suspendido si lo hiciera”.

Las fiestas de toros ya eran comunes y asentadas, probando que como poco, las corridas taurinas ya existían en el siglo XIII. Un siglo más tarde, llegamos a Pamplona y a la celebración del culto a San Fermín

Y 7 de julio San Fermín

Las fiestas de Pamplona, celebradas inicialmente en octubre, estaban basadas en actos religiosos para honrar la memoria de san Fermín, martirizado supuestamente por predicar el cristianismo en tierras galas, aunque falte suficiente base histórica sobre esos hechos. 

En aquel siglo, los vecinos de la ciudad, hartos de que casi todos los años el mal tiempo no les dejara festejar sin calarse hasta los huesos, pidieron cambiar la fecha a julio. Y se creó la fusión con una feria de ganadería, dando origen a lo que actualmente conocemos como fiestas de San Fermín, que comienzan el 7 de julio. 

La visión de Ernest Hemingway

Se dice que fue el escritor y periodista estadounidense, Ernest Hemingway, quien hizo populares los encierros de San Fermín con su libro “Fiesta”, pero justo en esa publicación queda constancia de la gran afluencia de público en la ciudad de Pamplona en 1926,  para participar en los festejos. 

En la novela, cuando los protagonistas presencian uno de los encierros, el narrador describe así la entrada a la plaza: “La muchedumbre que corría delante de los toros era tal que tuvo que comprimirse y aminorar la marcha al avanzar por entre las empalizadas que llevaban hasta el ruedo”. Así que los recorridos ya estaban prácticamente masificados.

Y no se queda en la celebración de eventos taurinos. Según Hemingway, la fiesta ya entonces estaba más que acompañada por el ingente consumo de alcohol: “Un borracho resbaló y se cayó. Dos guardias lo cogieron y lo lanzaron al otro lado de la empalizada”. Este es solo uno de tantos ejemplos de sujetos ebrios en la narración del periodista que se pueden encontrar ahora, en 2019. 

Lo que sí parece claro es que el libro fue pieza clave para atraer al público extranjero a las fiestas. Lo dice Jerónimo Echagüe, experto corredor de encierros y compañero de juergas del escritor: “Aquí los extranjeros no vienen a colonizarnos, como sucede en otros lugares, sino a integrarse en nuestras fiestas”. 

Al estadounidense le gustó tanto el ambiente pamplonés que repitió durante 30 años, hasta que en 1954 se suicidó. 

El futuro de los encierros

La asistencia a las fiestas de San Fermín fue en aumento hasta hace un década, cuando se estancó en torno al millón y medio de visitantes. Este año, 2019, ha sido el primero desde 2013 en superar esa cifra. Incluso el dinero que invierte el ayuntamiento de Pamplona crece un 6%, llegando a los 1,36 millones de euros

Si se habla de encierros, el dato que interesa es el de corredores. Para obtener una idea general, este año el primer encierro, el mismo 7 de julio, que era domingo, congregó a más de 2.300 participantes. Una cifra superior a la del año pasado aunque menor que las de años anteriores

En 2017 se reunieron 2.500, lo que ya significó un descenso del 20% respecto a años pasados, por lo que el aumento este 2019 puede ser algo puntual, y que de todas formas, no alcanza los niveles del pasado

La participación extranjera es casi la mitad. En 2017, solo el 14% de los participantes eran locales. De otros lugares de España procedían el 37%, y el 45% de fuera del país

Protestas de los corredores

El descenso de corredores en el encierro no tiene por qué suponer un problema para el mantenimiento de la fiesta. Incluso puede ser beneficioso, porque la masificación actual hace complicado y más peligroso intentar ponerse delante de los astados y correr cerca. Una menor afluencia podría convertirlo en un espectáculo más atractivo

Además, como novedad, este año se han escuchado quejas, de los corredores "de siempre", por los cambios que se han producido. Consideran que la emoción de los encierros se está perdiendo. En las redes abundan quejas de que “esto ya no es lo que era”. No están de acuerdo con los sistemas antideslizantes aplicados al pavimento, y denuncian que los mansos están entrenados para ocupar el espacio del toro e impedirle moverse con soltura, lo que provoca que los corredores no encuentren espacio para medirse con los astados. 

Dada la notoriedad que siguen teniendo, puesto que atraen a cientos de miles de visitantes de fuera, y el apoyo que siguen recibiendo de una parte destacada de los pamploneses como lo demuestra su participación, los encierros de Pamplona parecen tener por delante un largo futuro. Incluso frente a las protestas de los antitaurinos.

Hablan los antitaurinos

Cada año, cientos de manifestantes antitaurinos protestan al comienzo, durante y después de las fiestas de San Fermín.

Aïda Gascón, directora de AnimalisNaturalis en España, una de las asociaciones que protestan año tras año contra los encierros, explica: “Nos cuesta entender las motivaciones de quienes desean más riesgo, adrenalina y tensión, a costa del bienestar de animales y personas”.

Baja la audiencia en televisión 

El año 2020, RTVE cumplirá 40 años retransmitiendo los encierros de los Sanfermines. En los comienzos, en 1980, se emitían solo vídeos grabados. En 1982 empezó a monitorizarse un tramo continuo. 

Este año 2019 se ha producido un dato novedoso: ha caído la audiencia de los encierros. Nunca antes se había registrado una audiencia tan baja para el primer encierro de San Fermín: 1,1 millones de espectadores en TVE y 24 horas: casi 700.000 personas menos que en año 2018 y aún más si lo comparamos con 2017.

Los datos pueden relacionarse con la pérdida de audiencia general que sufre la cadena pública, aunque no es tan acentuada, pero también con otros factores. Uno de ellos, que  este año el 7 de julio cayó en domingo. Otro, y quizá más importante, que son muchos los portales de Internet, incluyendo el de RTVE, que ofrecen posteriormente las imágenes grabadas de todo el encierro, que por tanto puede verse en diferido por esos canales.

La inversión sigue siendo alta

Los datos oficiales del Ministerio de Cultura, analizados por la asociación veterinaria AVATMA, avanzan una caída del 58,4% de los festejos en plaza respecto a 2007. Los encierros y otros festejos populares sufren una bajada menos acentuada: tan solo del 2,1%

Cultura confirma que menos del 10% de la población española ha asistido a algún espectáculo taurino entre los años 2014 y 2015, y que la mayoría acude a eventos de pago. Son datos del último año en que se hizo esta pregunta en el estudio anual de consumo de cultura en España. 

Esas cifras no quitan que, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid se destinen más de 1,4 millones de euros a espectáculos taurinos. Unos gastos que acaban recuperando por el canon que las plazas pagan al gobierno regional. Es decir, el negocio de la tauromaquia sigue siendo rentable. Al menos para las corporaciones. 

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