ACNUR ayuda a una de cada 95 personas en el mundo que tiene que huir de sus hogares

A raíz de la pandemia del coronavirus, la solidaridad es quizás la palabra que más se ha escuchado en los dos últimos años. Los actos solidarios y elegir a qué ONG donar es una constante entre personas, gobiernos y pueblos que han marcado el año 2020 y que continúa en 2021.

El tema de la inmigración es un asunto delicado. Recibir a refugiados e inmigrantes en los países, puede causar perplejidad y recelo. Sin embargo, instituciones como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados ACNUR son las que alivian a los estados a destinar partidas presupuestarias para las personas que huyen de sus hogares porque su situación de vida es insostenible.

Un problema al que se enfrentan mucha gente es el desplazamiento de sus propias casas. A pesar de la pandemia, el número de personas que han huido de los conflictos armados y violación de los derechos humanos, en 2020 alcanzó casi los 82,4 millones de personas en todo el mundo, según el último informe anual de ACNUR sobre tendencias globales.

Historias de refugiados

Dayana García tiene de 14 años. Tuvo que huir de Venezuela con su familia por la situación de pobreza e inseguridad de su país. Fueron asaltados en la jungla que separa a Colombia de Panamá. Lograron salir con vida y solicitaron asilo en Panamá.

Abdallah Al-Obaidi tenía solo seis años cuando una bomba explotó en su escuela en Irak. Él y su familia huyeron a Jordania, donde vivieron durante ocho años sin ciudadanía. En 2013, se "reasentaron" en Estados Unidos.

Después de crecer como persona apátrida, Yutthachai Jaju ahora está ayudando a acabar con la apatridia en la provincia de Chiang Rai, en el norte de Tailandia.

Estas son algunas historias de refugiados, "apatriados" y perseguidos a los que la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, han ayudado a salir adelante.

Un trabajo indispensable

El trabajo de ACNUR, quizás la mejor ONG de ayuda al refugiado, sigue siendo actualmente indispensable. Una de cada 95 personas en el mundo no tiene más remedio que huir de sus hogares porque en sus países de origen se mueren de hambre, están amenazados o la situación de la guerra se hace insostenible para vivir.

Desde que la oficina de las Naciones Unidas para proteger a los refugiados se creara el 14 de diciembre de 1950 al terminar la Segunda Guerra Mundial, las circunstancias de los desplazados han cambiado, pero la necesidad de ayudarles continúa siendo realidad vital.

La presencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en España se remonta a los años 60, pero es en 1979 cuando se establece la Representación de ACNUR en España, en Madrid.

“Nuestra labor es velar por la correcta aplicación de la normativa internacional sobre refugiados, apoyar en la búsqueda de soluciones duraderas para la situación de los refugiados y ofrecerles protección”, explican desde la organización.

Inclusión, una de las formas de protección

“La inclusión es una de las formas de protección más prácticas y concretas: permite que la niñez asista a la escuela, ayuda a que las personas reciban el tratamiento médico que requieren, previene la explotación y los abusos, y apoya a las personas a recuperar la dignidad que trae consigo el trabajo autosostenible”, ha manifestado Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.

Por más de cincuenta años, ACNUR ha ayudado a millones de personas a recomenzar sus vidas: refugiados, apátridas y solicitantes de asilo. “Nuestras labores de protección, albergue, salud y educación han sido cruciales, ayudando a restaurar pasados destruidos y construyendo futuros más prometedores”, explican desde la ONG.

Además de la contribución que realizan los gobiernos y la financiación de la ONU, ACNUR depende también del sector privado y de las donaciones de los particulares. Gracias a la contribución económica, ACNUR puede dar una nueva oportunidad a los refugiados, esperanza e integración.