¿Cómo nos afectan las decisiones del G20?

El G20 reúne a 19 países de los 5 continentes más la Unión Europea, con el añadido de España como país invitado permanente

Presidencia de la República Mexicana
Presidencia de la República Mexicana. (https://www.flickr.com/photos/presidenciamx/32293530758)

Vivimos en un mundo globalizado, pero ¿qué significa eso? No paramos de repetirlo a todas horas, sin embargo, creo que no llegamos a entender la profundidad del término. Normalmente asociamos la globalización a progresos cotidianos que han cambiado nuestra forma de interactuar con nuestro entorno respecto a cómo lo hacíamos antes.

La capacidad de volar a cualquier punto del planeta en unas horas, el poder comunicarte a tiempo real con cualquier persona del mundo vía internet o el poder consumir productos manufacturados en otros países son algunas de las cosas que primero se vienen a la mente cuando pensamos en cómo la globalización ha reconfigurado nuestra manera de entender la vida.

No obstante, los efectos de vivir en un mundo globalizado y conectado van mucho más allá de lo tangible y lo visible. Huelga decir que este paradigma contemporáneo nos ha traído grandes avances, pero también guerras, tensiones y codependencia.

Como consecuencia lógica, desde mediados del siglo XX han proliferado la fundación de organismos supranacionales. La ONU es el más famoso de todos, pero existen todo tipo de organizaciones continentales como la Unión Europea, culturales como la Liga Céltica o militares como la OTAN.

Cada país es soberano, pero su autonomía se abre a debate si nos ponemos a analizar la fragilidad de nuestras economías en cuanto un factor global se derrumba. El mejor ejemplo fue la crisis financiera de 2008, la cual originó la fundación del G20 como una Cumbre de Jefes de Estado.

El G20 reúne a 19 países de los 5 continentes más la Unión Europea, con el añadido de España como país invitado permanente. Más allá de las teorías de la conspiración que hayáis podido leer, se encarga de buscar el consenso entre sus estados miembros para superar crisis en materia económica y avanzar hacia un modelo más sostenible y transparente.

Pero ¿en qué medida nos afectan sus decisiones? Bueno, estrictamente hablando aquí no se decide nada. Las decisiones aquí tomadas no son vinculantes, ni son sometidas a voto, sino que son más acuerdos diplomáticos que funcionan como recomendaciones sujetas a la voluntad de cada miembro. Algo así como un foro de influencias geopolíticas.

Muchos son los detractores de este foro. La principal crítica se basa en que, aunque los países miembros del G20 conforman el 60% de la población mundial, también excluyen a más de 170 países. Otros la consideran una organización inútil por su incapacidad para ejecutar lo acordado.

Sin embargo, este foro ha promovido soluciones de transparencia fiscal como la solicitud de código LEI por parte de las personas jurídicas para identificarse durante sus transacciones financieras. Este proyecto nació como consecuencia de evaluar la interdependencia de los mercados financieros globales tras la caída de Lehman Brothers, y desde su puesta en marcha se ha demostrado eficaz y preciso.

Aunque, al igual que ocurre con Naciones Unidas, sería un error cuantificar su valor únicamente en base a los logros que se le puedan atribuir. El G20 en sí mismo tiene un valor geopolítico incalculable. Más allá de los temas que se debatan en sus citas anuales, se tratan de encuentros de vital importancia para la resolución de conflictos y el careo entre potencias dominantes y emergentes.
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