Cristiano Ronaldo debe aprender a callar

Los fichajes no es algo que competa a Cristiano, sino a la Junta Directiva: él debe jugar con los jugadores que el club decide.

            De la calidad en el terreno de juego de Cristiano Ronaldo nada puedo añadir, porque es incontestable. Su calidad, su esfuerzo y su liderazgo en el campo son indiscutibles, evidentes incluso en todos y cada de los partidos que juega. Sigue conquistando títulos con el Real Madrid y también a título personal, porque lo merece.

            Sin embargo, el toque de “divo” que Cristiano tenía en el Manchester United parecía que lo había corregido en el Real Madrid, pues se dio cuenta de que sus gestos, reacciones y palabras debía medirlos, sabiendo estar en su sitio. Pero en estos días Ronaldo se ha salido de su sitio, que es el de jugador fuera de serie, y se ha erigido en juez de los fichajes y traspasos del Real Madrid, así como de juez del partido que el Real Madrid jugó contra la Real Sociedad sin jugar él, y que tanto ha dado que hablar.

            Sean acertados o no sus comentarios, ha de aprender a callar, en bien del equipo, y hasta de él mismo. Quien se autoerige en juez de todo puede acabar con problemas de compenetración, y su propio rendimiento deportivo se puede resentir. El “ego” juega estas malas pasadas.

            Los fichajes no es algo que competa a Cristiano, sino a la Junta Directiva: él debe jugar con los jugadores que el club decide. Por supuesto que puede y debe tener su propia opinión personal, pero no expresarla, porque sólo pueden derivarse males o equívocos, y máxime en un club como el Real Madrid, donde siempre se ha cuidado aquello de que “la ropa sucia se lava en casa” y que cada uno asuma su papel, que para eso se le paga y no para otra cosa.

            Criticar por parte de Ronaldo a su equipo por el partido de Anoeta es como considerarse la quintaesencia del equipo y, sobre todo, alienta un mensaje de que el equipo sin él no funciona. Si el Real Madrid no jugó como equipo contra la Real Sociedad, otros deben valorarlo o decirlo, pero no un jugador que no jugó ese día:  su imprudencia contiene también un alta dosis de picardía, pues es una ocasión para que calle su opinión y no eche más leña al fuego.

            Sergio Ramos, segundo capitán del Real Madrid, le ha dado una lección a Cristiano, aludiendo a que los fichajes son misión del club y que unos jugadores son distintos a otros, con respeto  hacia todos.

            No es nada fácil la contención verbal en un super-clase como Cristiano, porque siempre hay periodistas pidiéndole declaraciones, pero es el propio interesado el que debe salvaguardar su parcela, en su propio bien y en el del equipo. Y esto vale para cualquier equipo, no es que el Real Madrid sea una excepción a esa regla de oro, y hasta para cualquier deporte y hasta para cualquier actividad colectiva: saber estar en su sitio y aprender a callar.

 

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