MADRID, 18 oct. (EDIZIONES)
Sarah Ansari, de 36 años, estaba con su hija en un parque de Nueva Gales del Sur (Australia) cuando una urraca persiguiendo a una zarigüeya llamó su atención.
La mujer solo pudo ser testigo de cómo la pobre zarigüeya corría despavorida tratando de escapar de las garras del pájaro y trepando por los árboles para saltar de rama en rama.
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"Me quedé atónita, pero también un poco preocupada por lo que pudiera pasar si la urraca le ponía las garras a la zarigüeya y, para ser sincera, sólo he visto este tipo de persecuciones en los documentales de naturaleza, así que fue bastante interesante ver cómo sucedía ante mí", confesó Sarah a Caters.
Una de las teorías que se barajó en aquel momento fue que la zarigüeya se había metido en territorio de la urraca y que ésta reaccionó en defensa atacando al animal.