La Otra Cara del Covid-19

24 años de gestión sanitaria y un solo mes de coronavirus para poner las teorías en cuarentena

Manuel Bayona es el gerente del Área 5 de salud de Asturias-Gijón desde el pasado mes de diciembre. Un ‘coronavirus’ después, sus casi cinco lustros de experiencia al timón de diferentes centros sanitarios en Andalucía han saltado por los aires. Queda el redescubrimiento de un pilar básico de su trabajo: gestionar personas en vez de hospitales, porque mimar a los profesionales sanitarios ya no es una opción, sino una necesidad moral

Manuel Bayona es el gerente del Área 5 de salud de Asturias-Gijón desde el pasado mes de diciembre
Manuel Bayona es el gerente del Área 5 de salud de Asturias-Gijón desde el pasado mes de diciembre

El 6 de diciembre de 2019, Manuel Bayona aterrizó en Gijón como gerente del Área Sanitaria 5 de Asturias-Gijón. En el centro de su mapa: el Hospital Universitario de Cabueñes, la atención primaria de la zona, la salud mental y un centro hospitalario que espera el fin de esta pandemia para empezar a levantar sus cimientos.

Desde Andalucía, Bayona llegó justo hace cuatro meses con su experiencia acumulada, sus ganas de afrontar un proyecto profesional apetecible, y su agenda planificada de visitas, reuniones… Y cuando su calendario previsto iba por la mitad, saltó la liebre del coronavirus y los imprevistos se convirtieron en la batuta que le llevaron “a darle la vuelta al hospital y a la atención primaria” con un plan de contingencia diseñado con mimo que se centra en la seguridad de los pacientes y de los 3.200 profesionales que, aproximadamente, dependen de sus directrices de gestión.

Cada mañana, desde que arrancó la tormenta, Manuel llega al hospital, “subo las 80 escaleras que me conducen al despacho, porque es todo el ejercicio que puedo hacer en estos días”. Peldaño a peldaño, piensa en los datos, valora cómo va la actividad del hospital, toma aire, se viste de optimismo con una sonrisa que define su forma de trabajar, inspira, expira, llama a los centros de atención primera para ver cómo van las cosas y a las 09.00 de reloj se siente con el comité de crisis del hospital.

A su lado -en horizontal-, los representantes de la dirección médica, de enfermería, de calidad, de comunicación. El orden del día siempre tiene el mismo punto uno: la gestión del material de protección para todos los profesionales sanitarios de su área de incidencia. “Es una obsesión”. Su plan de contingencia prevé el aprovisionamiento diario de material en todas las unidades del hospital donde se atienden pacientes infectados por el coronavirus o personas que están a la espera de los resultados. Dos veces cada jornada se reparten equipos de protección en los centros de salud.

Y la reunión del comité de gestión del hospital avanza sobre los datos. Ayer, por ejemplo, se evaluaban los datos del domingo: 81 urgencias –“algo excepcional, porque aquí se veían habitualmente unas 300 al día”-, 46 pacientes ingresados en tres plantas a la expectativa de positivo o negativo, y 9 pacientes en la UCI, 6 con coronavirus y 3 sin el resultado definitivo de la prueba. Hasta el momento, solo un tercio de la UCI está ocupada. En todo el hospital hay 257 personas ingresadas, pero cuentan con 433 camas. La disponibilidad está garantizada “y tenemos una planta 0 con capacidad de respuesta por si hiciera falta en algún momento”.

Estos datos son la media de estos días de coronavirus y mantienen a toda el área 5 de salud de Asturias “en calma tensa”. Como en todos los centros hospitalarios de España, saltó por los aires la atención programa y los centros de primaria son un gran call center de profesionales pegados por teléfono a las necesidades de sus pacientes “siguiendo a cada uno con una gran profesionalidad”. 

Una plantilla elástica

Los efectivos se centran en reforzar los servicios más demandados por el coronavirus: Medicina Interna, Neumología, Urgencias y la UCI. Médicos de diferentes especialidades suplen la falta de manos en esas unidades y se hacen a las circunstancias “con una plasticidad impresionante”. Y los residentes apoyan también todo lo que pueden: para que los pacientes tengan siempre manos cerca. Para que los profesionales que están no decaigan ante el crecimiento del caudal. Otros facultativos se dedican a reforzar el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales para que tenga la respuesta rápida que requieren estas circunstancias. Y otros, psicólogos, por ejemplo, de Salud Mental, brindan atención y apoyo emocional a profesionales y ciudadanía.

Total: que después de 24 años de experiencia en la gestión de áreas de atención primaria y hospitales grandes, después de casi unas bodas de plata en despachos reorganizando con tiempo, planificando con luces largas, y probando nuevos modelos de gestión, Manuel Bayona aterrizó en Asturias hace solo cuatro meses y sus apuntes previos han saltado por los aires.

            ¿Un antes y un después?

 

            -¡Absolutamente! El coronavirus ha cambiado en un momento los paradigmas clásicos de la gestión hospitalaria. Hasta ahora nos quejábamos de que la gestión sanitaria cambiaba muy lentamente y se movía entre estructuras muy rígidas, y este virus nos ha forzado al cambio a una velocidad de vértigo.

Por ejemplo: en un hospital casi exclusivo para afrontar el covid-19, los oftalmólogos y los dermatólogos han descubierto las grandes posibilidades de la telemedicina. El médico aquí. El enfermo allá. Una foto, una imagen, una videollamada, y muchas posibilidades de atención a través de las nuevas tecnologías. “Quizás son avances que han venido para quedarse”.

Bayona, que esperaba desembarcar en Gijón con la solidez de su experiencia y ganas de aventura sosegada, pero estimulante, ya ha vivido en cuatro meses lo que nunca jamás se le había puesto encima de su mesa. Personalmente, “ha sido una experiencia dura, pero trato de mantener la calma y el optimismo para dar fuerza y ejemplo a todas las personas que trabajan conmigo. Mirar de cara a una crisis como esta exige actitud, y eso no depende de los conocimientos ni de la técnica”.

Está siendo duro, pero a la vez le está sirviendo para hacerse en tiempo récord con todas las idiosincrasias del nuevo empleo. Y, a la vez, dice que no tiene palabras para describir la grandeza humana y profesional de todas las personas que “con una valentía admirable” se están dejando la piel a su alrededor para luchar contra el virus. “En crisis como estas se ve la capacidad de fortaleza en su máxima potencialidad, y yo la veo todos los días entre los profesionales sanitarios que ejercen en esta área de salud. Está siendo admirable todo lo que están haciendo entre todos para que esto llegue cuanto antes a su fin”.

Más allá de las tablas de datos, los excel, los números, Bayona ha redescubierto “un pilar básico de la gestión hospitalaria: si gestionamos personas se consiguen resultados. Si se involucra a los profesionales, cualquier proyecto sale adelante. En Asturias me he encontrado con profesionales con muchas ganas de hacer que aman enormemente su trabajo”. Lo ve en esos médicos y esas enfermeras que están al pie del cañón sin mirar al reloj. Y en la cantidad de profesionales que se han puesto en contacto con él “para echar una mano a lo que haga falta”, incluso por mensaje directo de sus redes sociales.

            ¿Ha llorado de tensión alguna vez en estos días o los gestores son de piedra?

            -No sé de qué piedra son los gestores… Yo soy de lágrima fácil. Creo que eso me viene de mi padre. En cualquier cosa, le aseguro que nunca he llorado de impotencia, sino de emoción, porque en estos días tanto los sanitarios como toda la población están dando un ejemplo emocionante de madurez y compromiso social.

Bayona recuerda perfectamente el primer caso de posible coronavirus sobrevolando el hospital: una niña pequeña con síntomas cuyo padre había estado de vacaciones en China. No se le olvidará ni el día, ni la hora, ni el nombre. Ni que el diagnóstico fuera negativo. Desde entonces, en estas semanas largas de sanidad hiperventilando, en este hospital donde hoy parece que se tranquilizan los parámetros, ha habido muertos, y algunos profesionales se han contagiado, aunque la proporción sea menor a la de otros hospitales similares de otras comunidades autónomas. Al gestor que parece que trasciende los hechos desde su despacho, cada dato de estos le cala hondo. Manuel es de piedra esponjosa.

Un máster ‘inédito’

Con 24 años de experiencia dentro de su cartera: seis años en la creación del 061 de Andalucía, el timón del Hospital Alto Guadalquivir de Andújar (Jaén), la Atención Primaria de Ronda, y de la Costa del Sol, los mandos del Hospital san Cecilio y el Virgen de las Nieves de Granada… Allá, en la otra punta del mapa, Bayona forjó su carrera. Aquí, al norte, la carrera se ha hecho líquida para adaptarse a un contexto sin precedentes. Un máster en vivo y en directo de los que no se imparten en ninguna escuela de salud.

Supongo que le costaría dejar Málaga y embarcarse en la nueva aventura. No sé. Cuatro meses después de descolgarse en Gijón esta tierra ya es “mi pequeño paraíso”. Un hospital importante. Un área de atención primaria importante. Un nuevo hospital en gestación. Y la mili bien hecha para estar a las maduras en esta crisis del coronavirus.

Cuando Manuel llega a casa, a una casa en la que casi no ha tenido tiempo de conocer a sus vecinos, socializa a las 20.00 desde el balcón. Aplaude con conocimiento de causa. Saluda a dos señoras en las que jamás había parado su atención. A la noche, cuando se cierran las persianas y está a solas bajo un techo adoptado, piensa y madura la enseñanza un hombre acostumbrado a no improvisar: gestionar un hospital es gestionar a las personas que hacen posible cada día que los milagros existan. También cuando caen los morteros de algo parecido a una guerra.

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