Análisis del cambio en las tendencias españolas sobre el consumo navideño de espumosos: adiós al boicot al cava y auge del champán francés

El gran culebrón navideño de estas últimas campañas ha sido el ya desaparecido boicot al cava catalán, que multiplicó las ventas de espumosos con origen, fundamentalmente, en Comunidad Valenciana y en Extremadura. Como se sabe, la Denominación de Origen Cava no se circunscribe a ninguna región en concreto sino a un método –el método tradicional- en la elaboración y crianza de los vinos.

El boicot al cava hace dos campañas y, en menor medida, en la Navidad de 2006, logró mermar en parte los resultados de una compañía tan poderosa como Freixenet, tercera firma de espumosos en el recién difundido ránking de las 100 marcas de bebidas alcohólicas más poderosas del mundo. Freixenet, séptima entre las etiquetas de vino y tercera en espumosos, es la única empresa española en este baremo liderado por Smirnoff. El sector del cava catalán se ha recuperado plenamente, tan sólo amenazado por las pujantes ventas de espumoso francés (champán).

Las ventas de champán en España siguen la tendencia mundial a aumentar exponencialmente: en nuestro país, por ejemplo, la casa Moët et Chandon va a pasar a adoptar una política de cupos para distribuidores, al estilo de los connotados vinos de Vega-Sicilia. A modo de ejemplo, hay más problemas que otros años a la hora de proveer a los comercios de Brut Impérial –el estándar de la casa- recién embotellado. Con Veuve Cliquot, prestigiosa etiqueta también perteneciente al gigante francés del lujo LVMH, simplemente no hay abastecimiento de algunas cuvées, notablemente el rosado.

Téngase en cuenta que, hasta ahora, en España no se había seguido la tendencia mundial a aumentar el consumo de champán pero más aún el de champán rosado. Para tener en cuenta la propensión al gasto, señálese que Moët es productor de dos millones de cajas de champán al año, o doce millones de botellas, adquiribles en los comercios en una horquilla que va de los 27 a los 35 euros, generalmente. De Dom Pérignon, gama de prestigio de la casa Moët, hay asimismo poca disposición, y es peor cuando se buscan añadas que no sean la actual.

Los pocos distribuidores oficiales de la casa Moët garantizan una provisión de champán fresco que los distribuidores oficiales no pueden asegurar, poniendo en el mercado vinos de otros años que, en las cuvées más sencillas, implica una pérdida de frescura en un vino que no es de larga guarda. La agresiva política comercial de Moët en España pasa por estar cada vez más presente en la restauración de lujo contemporánea: alianzas con productores de jamón ibérico; acuerdos para abrir ‘corners’ en establecimientos multifuncionales, como Isolée, en el barrio de Chueca, e incluso sus propios bares independientes de degustación y cata y compra.

La coctelería Ramses Life & Food, en la madrileña Puerta de Alcalá, con una docena de ‘barmen’ internacionales, emplea en exclusiva champán de marca Moët et Chandon, casa que pudo aumentar su producción tras la compra de viñedo de embotelladores tradicionales como Delbeck y Lanson. Por comparación con los dos millones de cajas de Moët, la empresa familiar de Pol Roger se limita a poco más de cien mil cajas. Las autoridades francesas están previendo, habida cuenta el éxito, ensanchar los límites de la región vitícola autorizada a la producción de champaña.

 

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