EN PAUSE CON LUZ CASAL, cantante

“Si alguna vez tuviera que cantar una canción que no sienta, sería la peor cantante del mundo”

Después de 15 discos originales, dos paralelos, varios compartidos, un prestigio auténtico y el respeto de los públicos, Luz Casal ventila los escenarios con Que corra al aire. La gran solista española, ejemplo de tenacidad y superación, vuelve al ruedo con “el mejor disco de mi carrera”

La reina a la que todos sus seguidores aman en trono urbano de enea.

44 años cantando. 36 entre 15 discos propios y mucho trabajo. Profeta en su tierra –Galicia, Asturias, Madrid, España- y en las tierras de otros –Francia, Grecia, e incluso China-. Auténtica. Rock, baladas, reggae, blues, y lo que el corazón lleve a su boca. Sin etiquetas, pero con denominación de origen. Después de mucha mili y un prestigio avalado por el respeto de públicos transgeneracionales, vuelve pisando fuerte con Que corra el aire. Número uno entre los álbumes más descargados en iTunes. La de Piensa en mí y No me importa nada es farmacopea contra la vidas tóxicas. Referente para muchas personas que necesitan volver a empezar sin saber a dónde agarrarse. Sinestesia entre el sonido ambiente de la calle y la grandeza de los días luminosos llenos de color-esperanza. El cáncer es su gran capítulo cerrado. La música, el que siempre estará abierto. Luz de faro. Luz de mesita de noche. Luz Casal.


Luz Casal ha vuelto. Lo saben los lectores. Ha vuelto y está en todos los medios, aunque ella sea la discreción más llamativa de los escenarios españoles. El 2 de marzo el vendaval tomó las calles con Que corra el aire, y los titulares de Luz pululan como setas musicales. Pero permítanme invitarles a una entrevista distinta.

Llueve en Madrid con alevosía gris. Sin embargo, en la Plaza de Santa Ana está Luz arriba, como un faro. Sexta planta del Hotel Me. Salita discreta de pre-suite. Envuelta en un abrigo rosa, camina con pausa la Luz propia. Saludos. Besos. Es la hora de la siesta que tanto cabrea a la prensa inglesa y estamos aquí currando con una curranta. Conversación larga, pausada, a fondo. Miradas de quitarse importancia. Gestos de poner los halagos en el sitio relativo. Risas como puntos suspensivos después de casi todas las respuestas.

La auténtica rockera es épica y dulce. Es ritmo. Es pentagrama de intensa humanidad.

En ese clima de digestión, como el bajativo más amable, se enciende el tocadiscos, suena la música coherente de sus palabras y se hace la Luz.

Que corra el aire… ¿Que vuelve Luz?

Vídeo del día

Detenida en Madrid una kamikaze borracha y
con un kilo de cocaína en el maletero

 

Que me hagan sitio… Pero, vamos, yo, sin molestar.

Mírame a la cara y miénteme al oído: ¿Usted está empezando de nuevo cada vez que saca nuevo disco?

Absolutamente correcto. Siempre he tenido la impresión de que nada de lo ya hecho es suficiente para facilitarte las cosas cuando entregas un nuevo trabajo.

Pongamos la pista 1 en gramola. Su primer álbum es de 1982. Nació usted al éxito en la España de Felipe González. Y sigue en la de Mariano Rajoy. Desde Luz hasta Que corra al aire, ¿qué vida ha pasado?

Han pasado muchas cosas. La mayoría, buenas. Las que fueron difíciles o dolorosas han sido sucesos aleccionadores.

36 años después, ¿usted sigue cantando porque es auténtica?

Eso podría sonar muy arrogante por mi parte, pero nada más lejos de mi propósito que no mostrarme auténtica. Todo lo que hago es fruto de mi convicción personal. No quiero resultar pretenciosa, pero es así. No soy ni más ni menos auténtica que nadie. Yo digo, canto, escribo y trabajo de la manera más honrada y más honesta. Tengo bastante cuidado para no traicionarme y no vivir una impostura, entre otras cosas, porque estoy segura de que me crearía muchísimos más problemas que satisfacciones.

 “La gran solista española”, dicen todos. A una mujer discreta con fobia a los focos mediáticos…

No, yo no tengo fobia a los medios de comunicación… Simplemente, es que hay muchos momentos en los que no veo ni propio, ni necesario, ni me siento cómoda, estando delante de los focos. Por otra parte, para poder trabajar y cantar necesito aprovechar al máximo el tiempo. Entre discos, conciertos y giras de aquí para allá, me hace falta aprovechar los momentos que me quedan para leer y para alimentarme, porque no puedo estar sacando todo el rato sin proveer contenidos que me ayuden a decir y a cantar la vida de maneras nuevas.

¿Le gusta que la conviertan en un mito?

No. Yo nací en una aldea, en casa de mi abuela… Lo que represente para los demás, sobre todo si es halagador y es una respuesta a lo que hago, lo acepto, pero sin creerme especialmente especial.

Canta usted ahora: “Te enseñan los años que es mejor una caída que vivir la nube de otra vida”. ¿Es poesía musical o experiencia vital para transmitir a sus públicos?

Es la letra de una canción, trabajada para expresar la idea con una cierta novedad sin decirlo como otras personas lo han dicho hasta el momento, incluso de manera más brillante. Para mí es importante que las ideas, los sentimientos, las sensaciones que quiera compartir estén expresadas con personalidad, también en las canciones en las que no haya intervenido. Necesito vivir la sensación de que, aun teniendo el mismo abrigo que cuatrocientas mil personas, cuando yo me lo pongo, me siento única. Intento que las palabras sean personales, y que todas mis canciones tengan mi personalidad y la de los que han intervenido en ella.

 “Yo soy la reina que todos aman”. Me ha llamado la atención ese verso, porque muchos de sus seguidores lo dicen: “Amo a Luz Casal”. ¿Por qué se le quiere así de fuerte a una cantante que muchos no conocerán en sus vidas?

Explícitamente, esa frase lo que quiere decir es que en mi casa yo soy la reina, porque soy la única… No tengo mucha competencia… Lo tengo fácil… Supuestamente, todos los que vienen a mi casa se encuentran un lugar en el que disfrutar de mi compañía y de mis cosas. Tengo la sensación de ir coronada por mi casa, pero nada más que ahí…

Más allá de su casa, y a diferencia de lo que pueda pasar con otros artistas, sus seguidores no son sólo followers en masa. La quieren.

Como todo el mundo en cualquier trabajo, he tenido mis subes y mis bajas, pero casi desde el principio de mi carrera percibo que la gente me respeta. Creo que ese respeto me lo he ganado, porque insisto mucho en la verdad, en la pureza y en la inocencia de las cosas que hago. Supongo que las personas valoran esa sinceridad. En mis trabajos no hay trampa ni cartón. Un día puedo estar muy brillante, y al siguiente, torpe y basta, pero me muestro como soy, porque no sé hacerlo de otra manera…

¿Cómo está ahora? ¿Con ganas? ¿Con ilusión? ¿Cansada?

Oírme decir que estoy cansada justo cuando saco un nuevo disco sería muy triste para mí… Puedo estar un poco más cansada físicamente, porque duermo menos y hablo más de mí, lo cual es muy cansado, pero tengo la ilusión de compartir información relacionada con el disco, y esa oportunidad de ampliar el conocimiento sobre mi trabajo está bien. No puedo rehuir las evidencias: ahora mismo, preferiría estar durmiendo un poco, pero aprecio estar aquí conversando con usted.

Usted ha besado el suelo y ha tenido días marrones. Y sin embargo despierta esperanzas con su vida y con su música. ¿Le gusta ser farmacopea contra la tristeza y revulsivo contra el conformismo?

A través de la música, sin duda. Es el vehículo más interesante con el que puedo relacionarme. Conseguir que una canción sirva para tomar aire, provocar una sonrisa, o recordar personas importantes en tu vida, es una grandísima recompensa.

¿Luz Casal es luz de emergencia, de faro, intermitente, semáforo, luz de mesa de camilla, de mesita de noche, de hoguera o de incendio?

Ya puestos, de todo… Para qué rebajar la cosa…

Si la soledad te enferma el alma / Si el invierno llega a tu ventana / no te abandones a la calma / con la herida abierta;/ mejor olvidas y comienzas una vida nueva. ¿Usted es otra desde 2007?

Esa canción, como se puede imaginar, está elegida en un momento dramático y doloroso de mi vida personal. Me parecía el mejor comienzo para Vida Tóxica, un álbum que preparé durante el tratamiento del primer cáncer que padecí. Nunca pensé que aquellas sensaciones que me producía la enfermedad debían ser contadas y cantadas de manera explícita. Pienso que la pena, el dolor y la alegría se pueden expresar de muchas maneras. A veces, no hacerlo de manera directa es más interesante para un intérprete. Mi objetivo con aquel disco fue decir en alto que, a pesar de todo, quiero ser feliz en la medida en que pueda. El título del álbum es una referencia muy clara a aquel trance de quimioterapia. Sobre el cáncer no he escrito nada más. Ni un libro, ni nada por el estilo. No me he sentido capaz, no he tenido la necesidad, y no lo he considerado.

El cáncer: esa enfermedad que se sienta en la sala de estar de muchas casas del mundo. Muchas frases bonitas ante una enfermedad dura. Mucho placebo y mucha esperanza al por mayor. Pero, una persona que sufre, ¿qué necesita que le digan?

Una persona que sufre debe tener tres cosas fundamentales, y no las digo por orden: el cariño y el apoyo de los que están a su lado, sean familiares, amigos, o la comunidad de vecinos; profesionales cercanos que te ayuden a superar ese momento duro, y algo que quizás sea lo principal: actitud. Hay personas que sólo saben quejarse ante un problema, y otras que se deciden a solucionarlo. La reacción constructiva es la actitud que necesita una enfermedad así. Ante una patología como el cáncer, en vez de quedarme impactadísima, rígida y quejosa, pensé que debía ponerme en las manos de los profesionales, cruzar los dedos para que no fuera muy duro, y a pencar hasta cerrar el capítulo. Aunque se tenga una enfermedad crónica, existen muchos temas interesantes en la vida como para abatirme sobre mí misma.

No tengo ningún pudor en hablar sobre el cáncer, porque sé que para muchas personas puede resultar interesante, pero para mí es un capítulo acabado.

En las letras de Casal se intuye una búsqueda. ¿Qué ha encontrado en estas expediciones al fondo del alma humana?

He encontrado información sobre la enorme variedad de caracteres, algo realmente inabarcable que también sirve para conocerse más o menos a una misma. Como no he ido a la Universidad, ese hueco siempre he intentado rellenarlo culturalmente, no sólo en el ámbito musical. Uno de los aspectos más importantes en los que me interesa formarme, porque revierte en mi propio trabajo, es en conocer a la gente. Cuando no estoy haciendo cosas que no me gustan, lo que hago es observar a la gente para poder después cantar en primera persona cosas que no he vivido directamente, pero que te las enseña la capacidad de observación y de mimetizarse con esas historias y esas situaciones.

Y en esa búsqueda profunda…

Bueno, a veces no es tan profunda… A veces se encuentran muchos datos con solo mirar un rostro.

En esa actitud de conocer a las personas a fondo, ¿se encuentra usted a Dios?

He crecido en una cultura católica. Mi experiencia en un colegio de monjas está llena de recuerdos absolutamente preciosos. Ningún marrón. Me considero una mujer europea católica. ¡Creyente, vaya! Soy temerosa de Dios, y me encomiendo a Él de vez en cuando. Para mí, una iglesia es un lugar donde medito mejor que en cualquier parte.

Usted es Galicia y Asturias. Madrid y París. Pekín y Grecia. Mundo…

Sí, siempre estoy como si tuviera un océano por medio…

… Es una española optimista por el mundo dando positivamente la nota. De tanto salir fuera, ¿se quiere más a España?

Yo quiero a España con todas sus peculiaridades, todas sus diferencias, y todos sus idiomas.

Usted dice que España le distrae y que necesita salir fuera…

En España, más que distraerme, me acomodo. Cuando salgo, tengo que romperme más lo cuernos.

Pero, vamos, que está cómoda entre nosotros y se siente profeta en su tierra…

Sí.

Su vida es una antítesis. A usted no sólo no le importa nada, sino que le interesa casi todo… Al menos es lo que parece en sus canciones… Usted canta la vida cotidiana de la gente normal.

Yo me expreso en la música como vivo. No tengo una profesión, y luego una vida aparte. Todo está entremezclado. Mis canciones son una exposición de una vida más o menos cotidiana, y sobre todo de las sensaciones y los sentimientos que me afectan.

Rock, baladas, rancheras, cielos, mares y asfaltos. ¿Luz Casal es referente de la música sin etiquetas?

Durante años tuve una especie de losa que me causaba bastante incomodidad y que no supe manejar. Por entonces, salía de las entrevistas siempre con la sensación de que no había sido lo suficientemente explícita. La primera vez que eres capaz de escribir una letra de amor –tantas son las vueltas que mi mundo dio, que tampoco eran tantas, pero bueno, yo me creía que había tocado techo- tenía que ser balada. Entre una balada y un bolero, ¿qué hay? ¡Ritmo! Tuvo que pasar mucho tiempo para asimilar que eso que tenía en mi memoria, sobre todo en la memoria compartida con mi madre, podría estar al mismo nivel del blues… Siempre he tenido la sensación de estar en un punto bisagra: los de aquí no te consideran del todo, y los de allí, tampoco. Llega un momento en el que dices: bueno, esto es lo que soy desde el principio. Cuando grabé el primer sencillo de mi primer disco, con 632 ventas me parece que fueron, era un reggae… Y yo me partía la cara explicando que si Jamaica, que si Bob Marley, que si Peter Tosh… Hago las cosas que tengo que hacer, con libertad…

… O sea, sin etiquetas, pero con denominación de origen…

La etiqueta que se me pueda poner en la música me cuesta trabajo asumirla, porque me parece restrictiva. Si tengo que elegir, pues soy más rock que pop; pero, en fin, después de 15 discos originales, dos paralelos y unos cuantos compartidos, creo que ya está bien…

Y además canta políglota y universal.

Bueno, tanto como políglota… Si me escuchara… Hay veces que mis palabras en otros idiomas dan hasta dolor…

La cuestión es que no teme el más difícil todavía.

No. Soy un poco cabra loca en ese sentido. Me gustan las aventuras y pensar que soy capaz de hacer algo más de lo que ya hice.

Hablar en el idioma de sus públicos es un detalle.

Es una manera de ser cortés y agradecida. Estar en un país que conoces de manera escasa, sin saber el idioma, ponerte sobre el escenario, sentir que estás ante una oportunidad estupenda… Me gusta hacer el esfuerzo de decir las cuatro palabras de rigor y un par de ellas más, aunque meta la gamba. El público siempre entiende y aplaude ese esfuerzo y ese impudor de mostrar tu debilidad al desconocer una lengua. Cuando estuve en China, participé en un programa de televisión que ven millones de ciudadanos. Me pasé meses aprendiéndome una estrofa de cuatro versos, pero el resultado siempre merece la pena.

¿Nunca le ha influido una discográfica en su manera de ser y de trabajar?

No. Supongo que porque no hay manera… No sé si, como cantante, soy regularcilla o tirando a buena. Lo que sí sé es que, si alguna vez tuviera que cantar una canción que no sienta, por la circunstancia que fuera,  sería la peor cantante del mundo.

Sus canciones no suenan a pasado, pero tampoco a futuro. Son como un presente continuo. ¿Más “aprovecha el momento” o “vive la vida”?

Desde hace tiempo considero que vivir el presente es fundamental. El pasado ayuda mucho, sobre todo si te gusta la Historia, como a mí. Nunca he tenido capacidad para imaginarme un futuro personal a largo plazo, probablemente porque mi vida es muy de hoy. Para mañana tengo un plan, pero no sé a qué hora voy a desayunar.

Con Piensa en mí para Tacones Lejanos, de Almodóvar, se metió usted al cine en el bolsillo. ¿Luz tiene una película?

No… No tengo ni idea…

Y si sí,  ¿sería de Almodóvar o de Coixet?

De Almodóvar, no. De Coixet, igual. Pero nunca me lo he planteado, la verdad.

¿Y por qué “piensa en mí cuando sufras, cuando llores”? ¿Se puede pensar en Luz Casal cuando la felicidad realista llena un alma?

Creo que tengo un altísimo porcentaje de canciones que son vivas e intensas. Soy una mujer poco dada a compartir lo más desagradable de mí misma. Esa canción, compuesta por Agustín Lara, era la adecuada para ese momento de la película de Pedro Almodóvar. Lo que hice como intérprete fue meterme en la escena y cantarla desde el fondo. Como si yo fuera la propia Victoria Abril.

Casal se deja las vísceras en el escenario. En una sociedad de masas y de consumo inmediato, ¿compensa dejarse la piel para que después se olvide rápido el momento?

Eso va implícito en un concierto, que dura lo que dura. Ahora se graba todo, y parece que tiene más consistencia. Pero esa claridad en lo que haces en un escenario tiene su sentido en ese momento. No tengo la menor duda de que lo que haces hoy es único, diferente e irrepetible. ¿Cómo se sube uno a un escenario, si no es para darlo todo? La entrega debe ser a calzón quitado todo el tiempo. ¿Para qué me voy a guardar el esfuerzo para mañana? ¿Y si no hay mañana, qué hacemos?

Sin dejarse las vísceras, ¿hasta dónde se llega en la carrera musical? Por recomendarle algo a los nuevos talentos de Operación Triunfo

Yo no soy mucho de aconsejar. Cada uno debe vivir su propia vida. Si algo puede servir de consejo, que sea elección del interesado, no del que cree que tiene la sabiduría…

Dice su madre que usted, o se ríe, o está cantando. ¿De qué se ríe Luz Casal después de sus noches oscuras?

Afortunadamente, le saco punta a la vida. Tengo bastantes motivos para reírme, sinceramente. Además, reírse de uno mismo es fenomenal, aún a riesgo de que se te plieguen más las arruguitas de alrededor de los ojos.

En los 80, usted llegó a Madrid con una boca delante y una mano detrás. Y las pasó canutas. En 2016 le dieron la Medalla de la Ciudad. ¿Fue Madrid donde se cayó del caballo o  donde se decidió a pelear para siempre?

Los dos-tres años primeros que estuve en Madrid fueron los más duros, por muchas circunstancias. Soy hija única y muy apegada a mis padres. Llegaba de una ciudad como Avilés, y Madrid era como un monstruo para mí. Tenía la sensación de que, como me despistara un poco, me iba a engullir. En esos momentos piensas mucho en la apuesta radical de abandonar todo y dedicarte sólo a la música, no tener amigos, ser demasiado jovencilla, aunque yo siempre me he considerado adulta desde muy pronto y muy segura de ciertas cosas… Madrid no era la causa de todos mis temores, sino mis propias circunstancias personales. Después de aquellos primeros años, Madrid siempre ha sido el lugar donde tengo mi casa, algo poderoso y significativo. Aquí están mis recuerdos, como describo en Que corra el aire. Es la ciudad donde me siento reina, sin ningún tipo de cuestionamiento. Le estoy muy agradecida.

¿Qué tipo de luchadora es Luz?

¿Cuántos tipos de luchadores hay? Hombre, un luchador romano no soy…

¿Una boxeadora vital?

No. Mi perfil es como el de las antiguas mujeres gallegas, que eran capaces de llevarlo todo. Esas que cuidaban de las vacas, cortaban los grelos, llevaban un barreño en la cabeza, parían solas, y tenían siete o diez hijos. Yo no tengo ni siete ni diez hijos, no corto grelos, pero me siento como ese tipo de mujer: dispuesta a todo.

¿Por qué una rockera nacida en las discográficas de los 80 se ha convertido en un fenómeno transgeneracional?

Si trabajas con objetivos, es natural tener recompensa.

Acaba usted gustando a gente de edades diferentes.

No tengo una perspectiva global de lo que pueda significar, y eso está bien, porque, si no, podría ser apabullante, pero yo valoro la música de otros sin tener en cuenta su edad… Me da exactamente igual, como me dan exactamente igual los géneros. Lo que yo quiero es escuchar algo que me emocione, que me ayude, que me inspire, que me aleccione, que me ofrezca algo… Si el cantante tiene 30, 40, 80 ó 15 años; si son de aquí, o de allá; si hablan mi lengua, sin son barrocos o electrónicos… Nada de eso me importa nada.

Usted tiene en su vitrina un Grammy Latino Honorífico, un premio Ondas, un premio Goya, el Premio Nacional de las Músicas Actuales, la Medalla de oro de Madrid y de París… ¿Qué premio le falta? ¿Qué premio le pica?

Que mucha gente diga de Que corra el aire: ¡Vaya pedazo de disco! Aunque todos esperemos recompensas, no hago las cosas pensando en lo que voy a recibir. Las hago por necesidad. De la misma manera que el día en que pensara que no me interesa, ni me atrae, ni me conmueve subirme a un escenario, pues no me subiré. ¿Dejaré la música algún día? ¡No! Hago las cosas porque las tengo que hacer. Lo que venga después es siempre algo inesperado, aunque tenga mi corazoncito y a veces piense: a ver, venga, cómo es que no hay más feedback

Usted reivindica muchas veces el esfuerzo, la exigencia y el trabajo bien hecho. ¿Compensa ser tan recta, aunque parezca que otros y otras le adelantan por la izquierda?

No suelo compararme con nadie. Me produciría ansiedad y sentimientos que no me interesan. Yo voy a mi ritmo. Si hay un cantante que considero una pifia, saca su disco al mismo tiempo que el mío y tiene más éxito que yo, podré tener unos segunditos de queja, pero luego me digo: ¡Ese no es mi rollo! Mi rollo es hacer las cosas bien, dedicarle la exigencia y el tesón de no conformarme. Ando todo el rato azuzándome y provocándome para que, dentro de mis posibilidades, mejore siempre. Entrar en el bucle de las comparaciones nunca da buen resultado.

El movimiento Me Too ha puesto sobre la palestra a muchas mujeres del cine maltratadas por productores execrables. ¿La música está libre de esas lacras?

Yo creo que en la música no hay casos de esos. Al menos, yo no los conozco.

Dice Luz: “La gente se cree que yo debo estar de vuelta de todo, pero no es así”. ¿Mirar la vida con ojos cínicos no es una tentación próxima después de tanto tute?

No soy nada cínica. La letra más sarcástica que he escrito es Para un cínico. El cinismo es como la mentira: son realidades que están socialmente bien aceptadas, y no lo entiendo.

Siente que se van apagando sus discos

¿Cómo voy a aceptar esa pregunta, cuando estoy a 24 horas de sacar un disco, y cuando, además, quizás sea el mejor de los 15 originales que he hecho?

¿Luz es un nombre profético?

Es un nombre bonito, en cualquier caso…

¿Y si el cáncer volviera para apagar la luz para siempre?

Tenemos que irnos alguna vez…

Pues, de momento, que corra el aire muchos años más


REBOBINANDO

Luz es un flash de esos que te dejan medio bizco. Tan coherente, tan interesante y tan humanamente ejemplar, que ninguna discográfica podría prefabricar una persona así de real. No es un tópico que Casal sea genuina y auténtica. Es un descubrimiento en double sound round

Que corra el aire.

Que corra el aire entre esas canciones que enlatan las radios producidas en serie, sobre todo esas pegadizas que buscan el nicho, el oro y el moro.

Que corra el aire entre esos cantantes de selfie, postureo, e insoportable levedad de ser más de diseño que un hit.

Que corra el aire entre esas mujeres y esos hombres de negro que están detrás de una discográfica aguando el arte de cantar para diluirlo como éxito entre las masas grises de los negocios redondos.

Que corra el aire entre los artistas de siempre que miran para atrás porque no les queda materia prima para seguir creciendo hacia delante.

Que corra el aire entre esos referentes de nuestra música que prefieren la ceja, la pancarta y el altavoz ideológico, antes que vender su trabajo bien hecho, a la altura de sus talentos.

Que corra el aire entre esas personas sin discurso propio que se ahogan en el mar difuso de lo políticamente correcto y lo superficialmente cansino.

Que corra el aire entre esos ciudadanos que andan sin mirar, que viven sin vivir, y que huyen hacia delante por miedo a pararse, por miedo a pensar, por miedo a mirarse en un espejo, por miedo a ser yo mismo.

Que corra el aire entre la gente que sufre en stop, porque no quiere, no sabe o no puede tomar las riendas.

Aire. Luz abre ventanas. Y puertas. Luz en cañón de lucernario, con la majestad imponente del óculo cenital del Panteón de Roma. Luz a chorros. Luz viva, chispeante y fluorescente. Luz verde. Luz, en vena.