La caligrafía árabe, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad cuando crecen los araboparlantes que escriben con el abecedario latino

El “arabizi” utiliza caracteres romanos debido a la proliferación de las comunicaciones escritas, la globalización de los teclados y el desconocimiento de su alfabeto por muchos magrebíes en la diáspora

Caligrafía árabe.
Caligrafía árabe de tipo cúfico.

La caligrafía árabe acaba de ser aprobada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por un comité de la UNESCO que ha examinado nuevas solicitudes presentadas por los estados. Y, sin embargo, crecen los araboparlantes que escriben con el abecedario latino

La solicitud de inscripción de esta milenaria forma de escritura fue acordada en Riad (Arabia Saudí) por 16 países arabófonos en febrero 2020, entre los que se encontraba el Reino de Marruecos, en asociación con la Liga Árabe, para que se fortalezca la presencia de la caligrafía árabe en foros y conferencias internacionales. 

El arabizi

Sin embargo, expertos en filología árabe alertan de que la mayoría de los jóvenes magrebíes que emigraron a Europa en las últimas décadas no conoce el alfabeto de su lengua materna.

Aprendieron de sus padres el dariya, la variante coloquial que se habla mayoritariamente en Marruecos, Argelia y Túnez, pero no conocen ni el árabe culto o fusha ni su particular grafía. 

Por eso, y debido también a la proliferación de las comunicaciones a través del teclado de sus dispositivos móviles, se ha venido gestando en los últimos años, de manera espontánea, un sistema nuevo de escritura que ya se conoce como “arabizi” o “arabini” y que consiste en escribir la lengua árabe coloquial con las letras del español, el alfabeto latino. 

Los teléfonos móviles

Según expertos consultados por ECD, fue en Egipto donde los adolescentes comenzaron a mantener conversaciones informales por chat en su lengua materna escrita con el alfabeto latino. 

El invento nació a finales de los noventa porque muchos móviles adquiridos en el extranjero no incorporaban el alfabeto árabe, tuvo un éxito inmediato, y fue muy bien acogido por los araboparlantes emigrados a Europa que, aun contando con tecnología para acceder a teclados árabes desde sus dispositivos móviles, no habían estudiado su lengua y, por tanto, solo tenían un conocimiento oral de la misma.

Número universales

Como es fácil deducir, no existe una perfecta correlación entre el sonido que representan los caracteres romanos y los fonemas especiales propios del árabe. Por eso, los que se comunican ya por escrito en arabizi han recurrido a ciertos signos, como números o apóstrofos, universalmente aceptados para representar aquellos sonidos que más difícil encaje tienen en el alfabeto latino.

Escribir el árabe con caracteres que no le son propios no es nuevo en la historia de esta lengua, y el ejemplo más cercano es el maltés, una variante del árabe magrebí que lleva escribiéndose de manera oficial con caracteres romanos desde 1920. Es una de las lenguas oficiales de la Unión Europea. 

 

El aljamiado español

También hay en la historia de la literatura ejemplos inversos tan destacados como el aljamiado, español medieval escrito con caracteres árabes en Castilla y Aragón entre los siglos XIV y XVI.

Aunque el árabe estandarizado o fusha es la lengua oficial de 28 países, el número de personas que se comunican oralmente en ella es cero. En cada nación o región del mundo árabe existe una lengua propia derivada del árabe que es la vehicular. El árabe fusha solo se utiliza en los medios de comunicación, en la educación, en la administración y en la liturgia islámica. 

La lengua materna de la mayoría de los marroquíes, el dariya, difiere tanto del árabe fusha como el español del latín. Los marroquíes que viven en España y que no han pasado por el colegio en su país de origen desconocen el árabe fusha, aunque les resulta familiar porque lo oyen en los informativos de todas las televisiones árabes del mundo, incluida Al Jazeera. 

Aprender árabe

Que haya un árabe oficial y, simultáneamente, unos 25 dialectos regionales que difieren drásticamente del tronco común, es una realidad que llena de frustración a los extranjeros que deciden aprender la lengua del Corán: la mayoría acaba estudiando un idioma con el que pueden entender los periódicos o recitar oraciones, pero con el que no son capaces de comunicarse con nadie en ningún país del mundo, con excepción de algunos académicos que han aprendido a usarlo. 

En Marruecos existe actualmente un debate intelectual abierto entre los panarabistas, que defienden el uso y difusión del árabe clásico, y quienes abogan por normalizar e institucionalizar el dariya. 

Los islamistas defienden el árabe tradicional, por ser la lengua del Corán y porque creen aún que podría llegar a ser la única lengua vehicular de todos los países árabes, reforzando así los lazos de identidad de muchos millones de musulmanes. 

Existe, por el contrario, un nutrido club de escritores árabes que han decidido escribir en sus respectivos dialectos regionales, adaptando los caracteres árabes o latinos: refieren la tragedia que les supondría tener que hacerlo “en una lengua que no es la materna”, señalan en Facebook y recuerdan que UNICEF llama a respetar el derecho de los niños a educarse en su lengua materna, “que no es el árabe clásico”.

La diglosia que padecen los marroquíes en la actualidad (comunicarse oralmente en una lengua, el dariya, y tener que escribir en otra, el árabe fusha o estandarizado) es comparable a la que existía en la Península Ibérica en torno al siglo X, cuando oralidad y escritura se separan con la evolución del latín vulgar hacia las lenguas romances.

Aislados globalmente

Las naciones de la Liga Árabe, con la inscripción de su caligrafía propia en la lista de elementos del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad (que cuenta ya con 192 tradiciones, artes, usos o técnicas, entre las que figura el flamenco), encontrarán un importante resorte para la promoción de este modo de escritura. 

La todavía informalidad del arabizi no hace prever de inmediato un giro evolutivo en la comunicación escrita de los árabes, pero sí apunta en una dirección: los jóvenes de origen árabe no quieren quedar global ni tecnológicamente aislados por culpa de un alfabeto propio.

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