LA OTRA CARA DEL COVID-19

Emilio Úcar y @gerenteImedio: dos médicos queridos, dos muertes paralelas en el paraíso de los sanitarios que se han dejado la vida en esta pandemia

El jueves falleció en Madrid Emilio Úcar, director médico del Hospital Santa Cristina: un profesional muy querido, respetado, valorado. Un jefe con alma. En paralelo, ha sido incinerado en Twitter @gerenteImedio, una cuenta anónima que utilizaba la ironía para mejorar la sanidad con mucho conocimiento de causa. Tras un fin de semana de rumores, desvelamos quién era Úcar y por qué sabemos que no era el Banksy tuitero de la sanidad española

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Emilio Úcar, gerente en funciones y director médico del Hospital Santa Cristina (Madrid). A la derecha, imagen del perfil de la cuenta @gerenteImedio en Twiiter.

La noche del sábado 14 de marzo, Lourdes estaba de guardia y era la jefa coyuntural del Hospital Santa Cristina. Madrid. Se esperaba que ese día aterrizara el primer caso de covid a un centro de apoyo sin urgencias, sin UCI habitual, sin unidad de críticos, donde ella, anestesista, y un internista y una supervisora velan por la salud de los pacientes que duermen y se curan bajo techo.

Una llamada al mediodía:

-Lourdes, soy Emilio Úcar. Está previsto que llegue hoy el primer caso de coronavirus. Sea la hora que sea, llámame. ¡Da igual la hora de la noche que sea!

Lourdes cuelga el teléfono con cara de admiración: “Esto no lo hace nadie, y menos el súper jefe del hospital”. Al final el primer paciente entra el lunes a las 07.30 de la mañana, y, sí, una hora antes el director médico está allí, bregando en horizontal, tan pegado como siempre a los profesionales de su equipo.

Cuando la primera médica de este hospital madrileño da positivo por covid, Úcar reúne a su gente: que llamaran a quien hiciese falta para que ningún paciente pisara el centro. Con los enfermos en el epicentro de su estrategia desde el primer momento, primeras toses secas en su historia clínica.

El 17 de marzo se desatan los síntomas. El miércoles 18, Emilio amanece con fiebre y decide aislarse en su casa. El sábado 21, su hijo le acerca al hospital y el jefe del servicio de Medicina Interna decide ingresarle. Con 58 años. Sin patologías previas. El miércoles 25 entra en la UCI del Santa Cristina y el 1 de abril le trasladan a la UCI del Hospital Gregorio Marañón, hasta el jueves pasado del requiescant in pace y de su 27 aniversario de boda. 29 días de pelea. El viernes, a las 12.00, todo el personal del hospital salió a aplaudir su vida y a llorar su muerte. Junto a la viuda y los hijos, la familia de un hospital de apoyo se quita los EPIs y sale a la calle a contarnos a todos que este director médico que hacía de gerente en funciones era una persona excepcional.

Un líder, un capitán, un buen entrenador

Carmelo García Monzón, jefe de Interna, lleva unos 20 años en este hospital madrileño al que “hace una década” llegó Emilio Úcar, que esperaba optar a la plaza de gerente -vacante por jubilación desde agosto del año pasado- “previsiblemente, a lo largo de 2020”. Cuenta el internista que alguna vez hablaron sobre el “trabajo arduo” de conciliar gerencia y dirección médica del centro en la misma batuta, aunque sea un hospital relativamente pequeño. El caso es que, a pesar de ese esfuerzo, “Emilio siempre se preocupaba por la gente”, y por eso el hospital entero está de luto, porque se ha ido el capitán arropado por el cariño y el agradecimiento de todo su ejército. Ha sido “una persona tranquila, un director en busca del consenso, un especialista en evitar los roces, un hombre que sabía escuchar, un líder empeñado en conseguir que el hospital creciera cada día, desde el punto de vista asistencial, pero también como hospital universitario y como foco de investigación biomédica de calidad”.

Ángela es neumóloga del Santa Cristina y hoy hace su duelo en casa, contagiada del covid, saliendo poco a poco de una enfermad cruel. Su currículo llegó a manos de Úcar hace tres años, “se guio por la intuición y apostó por mí desde el principio”. Profesionalmente, Emilio ha sido una muleta permanente para ella: “Me animaba, me preguntaba qué necesitaba, me facilitaba las cosas… Era muy fácil subir a su despacho y hablar con él. Su sonrisa habitual, su gracia natural. Siempre apuntaba lo que hablábamos en un folio en blanco. Escuchaba y transmitía tranquilidad. Era como un entrenador de un equipo de fútbol que da rienda suelta a su gente y asume toda la responsabilidad”.

“Era muy fácil subir a su despacho y hablar con él. Su sonrisa habitual, su gracia natural. Escuchaba y transmitía tranquilidad. Era como un entrenador de un equipo de fútbol que da rienda suelta a su gente y asume toda la responsabilidad”

Claro, Ángela ha sido de las que más ha visitado a Emilio durante su ingreso en el centro. Le ha seguido con la misma atención que todo el centro, donde una internista se encargaba cada día de monitorizar el seguimiento, transmitiéndole todo el apoyo de la plantilla a un señor que pudo estar asilado en su torre de marfil de la gestión, pero prefirió estar cada día al pie de las trincheras. “Cuando iba a verle durante su ingreso, incluso con dificultades respiratorias, me preguntaba cómo estábamos todos, cómo iba el hospital, cómo iban nuestros pacientes”.

 

Carmelo lamenta profundamente que Úcar haya formado parte de ese 10% de personas que sufren el coronavirus en su forma más grave y, dentro de esa excepción, del 50% que lo padece en su cara más agresiva. “Le hemos tratado con todo el arsenal que teníamos y le hemos cuidado lo mejor posible, pero el covid no le dio tregua. Me queda la certeza de que ha estado muy acompañado durante toda la enfermedad. Podemos resumir su historia diciendo que ha sido una buena persona que sabía escuchar y que nos empujaba a todos a ser mejores”.

Patricia es cardióloga con plaza en el Santa Cristina desde hace ocho años. Todavía recuerda perfectamente como Úcar le enseñó personalmente todo el hospital el primer día de trabajo: aquí los vestuarios, aquí los quirófanos, aquí la UCI… “Desde entonces, siempre le he visto como un hombre bonachón, como una especie de padre”. Cuenta Patricia que en la primera semana de marzo el gerente reunió a los especialistas “para contarnos lo que se nos venía encima con el coronavirus. En ese encuentro, yo debí poner cara de preocupación, sobre todo por mis hijos, y por mi marido, que también es médico. Me dijo: no te preocupes. Llegaremos hasta donde podamos, y donde podamos será el 200%”. Dice Patricia: “No es que hablemos bien de él porque se nos ha ido. Es que le hemos querido desde el principio, y es importante que lo sepa su familia. Cualquier profesional de este hospital te dirá lo mismo”.

“No es que hablemos bien de él porque se nos ha ido. Es que le hemos querido desde el principio, y es importante que lo sepa su familia. Cualquier profesional de este hospital te dirá lo mismo”

Le loan también médicos de otros hospitales. Marisa España está recién jubilada y hasta hace poco era la jefa del servicio de Radiofísica y Protección Radiológica del vecino Hospital de La Princesa. Han coincidido en muchas reuniones durante muchos años. Al otro lado de la línea, conmovida, recuerda: “Emilio era un profesional impresionante y era un gusto trabajar junto a él. Era receptivo y una persona excepcional. Cualquier adjetivo positivo que ponga en mi boca se quedará corto para describir su talla como hombre y como médico”.

Dice Lourdes que ella ha trabajado ya en varios hospitales “y no me sé el nombre de ningún director, ni de ningún gerente, pero del doctor Úcar, sí, porque era una persona cercana que ha hecho de este hospital pequeño una familia. Hicimos todo lo que pudimos por él. Ha estado en nuestras mentes cada hora de cada día. Y su muerte ha sido un palo enorme para todos”.

Fuerte. Joven. Una buena persona. Dos ojos. Dos oídos para escucharlos a todos. Un folio en blanco. Dos puestos intensos. Un gestor con piel fina y ritmo animoso. Una sonrisa. Una herencia. Un hospital que crece. Una viuda que llora. Unos hijos que no entienden este abrupto final. Una sociedad que los acompaña. Un aplauso crónico.

Dos historias que no se cruzan en la realidad

Durante todo el fin de semana, Twitter ha unido en matrimonio realidad-ficción a Úcar a y a una cuenta anónima que despegó el 20 de enero de este año y que se llama @gerenteImedio: una especie de Banksy que decora la red con grafitis de sabiduría que han hecho reflexionar a mucha gente. ¿Por qué? Porque detrás de los tuits se observa a un directivo de hospital fino, brillante, irónico, divertido, humano e influyente, y el mundo de la blogosfera sanitaria, que lleva tiempo necesitando aire fresco en esta red social, pensó que, quizás, tras @gerenteImedio estaba el finado Emilio Úcar. Coincidían las fechas del silencio: a partir del 20 de marzo la cuenta no había dado señales de vida.

Una enfermera del hospital Santa Cristina (Sweet Nurse) fue de las primeras en identificar la muerte de Úcar con el adiós de @gerenteImedio en Twitter, un perfil también muy querido, con cerca más de 8.600 seguidores que en tres meses se había convertido en un influencer esencialmente anónimo. Su relevancia se concretó en tres entrevistas hechas a un personaje sin identidad, como esta.

El sábado, a las 08.52, le pregunto a Sweet Nurse por mensaje directo:

-¿Sabías que Úcar gestionaba esa cuenta?

Me responde a las 12.51: “Se le escapó un día hablando, aunque compañeras del hospital dijeron que era él. Era un director médico y un gerente maravilloso”.

A raíz de esa primera confrontación y las voces rápidas de más profesionales sanitarios que lo daban por hecho en las redes sociales, yo mis colgué este hilo de Twitter recordando una conversación que había tenido con @gerenteImedio a finales de febrero. Durante todo el fin de semana miles de tuits han relacionado ambas historias sin despejarse la duda y sin aclarar la realidad. Uno de sus hijos desconocía el perfil y dudaba de la autoría: “He estado leyendo los tuits y no me pega que mi padre escribiese así”. También había más que dudas en el propio hospital.

Ayer, domingo, a las 10.01 de la mañana, @gerenteImedio me mandó este mensaje privado: “Buenos días. Ignoro de dónde ha venido el bulo, pero por lo que he podido saber eres la persona adecuada para desmontarlo. @gerenteImedio ha muerto, es cierto. Pero no ha sido por coronavirus y no era Emilio Úcar, aunque estoy seguro que para @gerenteImedio ha sido un honor compartir con él esta avalancha de despedidas. Sé que te apreciaba y por eso te escribo. Para que como buen periodista des curso a la información veraz como acostumbras. DEP ambos”.

Muchas gracias. Lo haré ¿Quién era, entonces?

-Él siempre quiso que @gerenteImedio solo fuese @gerenteImedio. Creo que es de justicia respetarlo. Un abrazo y gracias.

Fin.

Una muerte real. Una muerte virtual. Dos hombres queridos. Dos historias que se cruzaron en un fin de semana de duelo y cariño, pero que eran paralelas. @gerenteImedio está ya en el limbo. Emilio Úcar, sin embargo, está en el cielo de los grandes profesionales sanitarios que se han dejado la vida salvando historias contra el coronavirus. Como Sara Bravo, médica de familia de 28 años del hospital La Mancha Centro de Alcázar de San Juan. Como Joaquín Díaz Domínguez, jefe de Cirugía General del Hospital de La Paz. Como Jesús Vaquero, jefe de Neurocirugía del Hospital Puerta del Hierro. Como Ricardo Pérez Flores, jefe de Digestivo del Complejo Hospitalario de Albacete. Como Aurelio Capilla, director médico del Hospital Beata María Ana. Y como las decenas de profesionales sanitarios que han fallecido estos días con las botas puestas y que tenían una voz propia en Wikipedia eliminada justo ayer. Para todas ellas y todos ellos, un aplauso a las 20.00 sabe a muy poco. Lo iremos viendo.

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