Familias y agencias de adopción españolas, a la espera de que Marruecos vuelva a permitir el acogimiento de menores

Más de veinte niños son abandonados cada día en ese país, y los orfanatos están desbordados por falta de hogares que les acepten y el veto a los extranjeros

Un centro privado de acogida de menores en situación de abandono (José Ángel Cadelo).
Un centro privado de acogida de menores en situación de abandono (José Ángel Cadelo).

Miles de niños marroquíes, abandonados al nacer, desbordan los orfanatos por falta de familias acogedoras y por el veto a las adopciones internacionales, mientras familias españolas y agencias de adopción está a la espera de que Rabat vuelva a permitir el acogimiento de menores.

Joan y Esther son un matrimonio residente en Marbella que intentó, sin la ayuda de ninguna agencia, la adopción de un niño marroquí en situación de abandono. Obtuvieron de la Junta de Andalucía el certificado de idoneidad para la kafala, que es la institución islámica que equivale al acogimiento permanente. 

Ambos, como exige Rabat a los extranjeros que quieren acoger a un niño marroquí, habían realizado la profesión de fe islámica y se habían vuelto a casar por el rito musulmán en una mezquita de Estepona. 

Veinte abandonos cada día

En un orfanato de Casablanca, con el que Joan y Esther ya habían cooperado como voluntarios, residía Adil, un niño del que se encariñaron especialmente. Como todos, fue abandonado al nacer por su madre, una adolescente que dio a luz con nombre falso en el hospital de Berrechid. 

Adil es uno de los más de veinte niños, según datos de Le Monde de 2018, que son abandonados en Marruecos cada día por jóvenes solteras que han de ocultar su embarazo y maternidad para salvar el honor de su familia. 

En Marruecos no existe la adopción como tal. Las leyes al respecto, de carácter religioso, no permiten que los niños acogidos tengan la consideración jurídica de hijos naturales, se cambie su nombre o apellido o se les oculte su ascendencia biológica. Pasan de la institución a ser tutelados por una familia. No heredan obligatoriamente y está prohibido que la institución de la kafala se convierta en adopción en países extranjeros. 

Residencia permanente

Joan y Esther no pudieron llevar a término el proceso de acogimiento del menor porque el anterior gobierno islamista de Marruecos emitió una circular, en 2012, imponiendo a los solicitantes de kafala que debían residir en Marruecos permanentemente. 

El gobierno estableció esta medida para evitar que los niños acabaran en países no islámicos y, como en efecto venía sucediendo, perdieran su adscripción religiosa, terminaran siendo jurídicamente adoptados y recibieran otro nombre y apellidos. 

Los servicios consulares marroquíes, encargados de hacer un seguimiento de cada kafala internacional hasta la mayoría de edad del niño, perdían todo contacto con el menor.

 

Desbloqueo transitorio

En 2013, la intervención del rey Juan Carlos consiguió desbloquear cuarenta acogimientos de menores por padres españoles que habían quedado en suspenso por la nueva circular. Fueron esos los últimos niños acogidos que acabaron en España. 

Adil no estuvo entre ellos y ya ha cumplido 17 años en Rabat. Joan y Esther han viajado a visitarle muchas veces. Le escriben, le llaman, le mandan regalos y hasta han recorrido Marruecos en furgoneta con él y sus “hermanos” de orfanato. Pero su custodia legal sigue en manos de un juez, y no tiene permiso para obtener un pasaporte.

Una ayuda a la infancia

Para muchas ONG que trabajan con niños marroquíes, la kafala por extranjeros se había revelado como una eficaz manera de ayudar a la infancia marroquí abandonada. El anterior gobierno priorizó la preservación de la religión del menor frente al derecho a una familia, su bienestar o las oportunidades de futuro. 

Los orfanatos de Marruecos y las instituciones privadas siguen desbordadas. Además, la crisis del Covid ha reducido a la mitad el número de familias marroquíes dispuestas a acoger un menor y, también, las imprescindibles ayudas materiales que necesitan estos centros.  

Nuevo Gobierno

Las esperanzas para muchas familias españolas, ONG y agencias internacionales de adopción, están puestas ahora en el nuevo gobierno liberal de Aziz Ajanouch. 

El Ejecutivo se ha comprometido a “determinar con precisión qué personas son aquellas que más ayuda requieren”, ha presentado los objetivos de lo que será una nueva legislación de carácter social. Madrid mantiene vigente el compromiso alcanzado con Rabat en 2013, de reconocer la tutela islámica y no metamorfosearla judicialmente en adopción, ofreciendo facilidades al juez tutelar del menor para el seguimiento de la misma.  

Siguen los abandonos

Mientras tanto, las gestantes solteras siguen abandonando sus pueblos y hogares, a veces con la complicidad de sus madres, cuando el vientre empieza a “delatarlas”. Viven penosamente en las calles hasta el día del parto, que no tiene lugar siempre en un hospital, y abandonan a sus bebés. 

Los más afortunados de ellos terminan en hogares de ONG, creados con ayudas privadas para descongestionar los masificados orfanatos públicos. Los más pequeños, niñas en un 80%, serán acogidos por familias marroquíes, aunque las ONG están atentas para negar la kafala a esos solicitantes sin hijos que buscan “una criada doméstica o una joven que les cuide cuando sean viejos”. 

Así lo confirma Souad, la presidenta de una asociación con casas de acogida en el norte de Marruecos, que prefiere no revelar su identidad: “La sociedad marroquí ayuda a estos niños con dinero, ropa o comida, pero también los estigmatiza por su origen: hijos del pecado les llaman.

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