“Si nos volvemos muy materialistas, aparcamos el verdadero sentido del humor”

Josema Yuste lleva 40 años siendo “el alto de Martes y 13”, aunque en los últimos 15 se dedica en cuerpo y alma al teatro. Su trayectoria forma parte de las nocheviejas de España. Antes de las campanadas, él y Millán Salcedo camean, junto a muchos otros cómicos, en el especial de fin de año de José Mota

Josema Yuste ofrece, desde hace cuatro décadas, la manzana ingenua de la comedia hasta el fondo. Fotos: Patricio Sánchez Jáuregui.
Josema Yuste ofrece, desde hace cuatro décadas, la manzana ingenua de la comedia hasta el fondo. Fotos: Patricio Sánchez Jáuregui.

Llegó al mundo de la comedia en nave especial. Siendo un niño aterrizó en los escenarios como astronauta de las Damas Negras, y desde entonces supo que lo suyo era figurar. Después descubrió el poder de la risa en el alma y lleva cuatro décadas provocando catarsis internas como muelles. Icono de una generación de españoles que casan en su imaginario las empanadillas y Móstoles, Paca Carmona y las giras por Soria, Pocholo y Bojamari, el fin de año y la carcajada. El alto, el flaco, el tímido. El dúo dinámico de Millán Salcedo. Entre su familia, el golf y los escenarios, Josema-riano cumple 65 nocheviejas con la ilusión reestrenada de ser intérprete por las noches y marido, padre, amigo y uno más cuando se apaga el camerino. Noble, baturro, con la sonda del sentido del humor en marcha todo el santo día. No sabe contar chistes en barra, ni embarra las gracias con dardos envenenados. Cose humor como “alimento espiritual”, un género rico en proteínas de Navidad.

Es viernes, es media tarde, el viento se ha llevado muchas ramas secas y la lluvia moja aceras empapadas de Navidad. Luces de semáforos, de camiones de bomberos, de sirenas, de coches que vuelven a casa a la hora de conectar con la familia. El reloj marca la alarma de quitarse la corbata o aparcar los tacones, de salir a la calle enarbolando un paraguas, de cobijarse en el cine, o de refugiarse en el teatro.

En el Amaya de Martínez Campos la abeja Yuste prepara la miel de una nueva función. El decorado está listo pero el patio está vacío antes de que los espectadores vengan a morder la manzana de la comedia. En una esquina, a medio metro de la grabadora, Josema se quita el abrigo y la bufanda, se quita la piel de actor y se pone en el centro de la diana de un cuestionario que rebobina todas sus noches viejas y sus noches buenas, todas sus noches largas y sus noches cortas, todas sus noches oscuras y sus noches de ilusión.

Estamos con un señor con canas peinadas con lustre que ha sido Lauren Postigo, Isabel Pantoja, Elena Ochoa, Elvira Pus, Franco Napiato, El Puma, Jesús Hermida y er-Midas de la interpretación en la televisión-puente. Entre campanas y a por uvas, merendamos recuerdos y balances ante el reloj de antaño, como de año en año, a unos centímetros largos de la Puerta del Sol.

Hoy nos visita Visitación. Nos vamos con Yuste y sus pelucas a comprar tres entrevistas por una en el estand de Gabriel, el detergente que deja la ropa que nos define y la ropa que sobra así de blanca y así de reluciente:

Digamelón: ¿José Mariano Yuste es una Nochebuena en una Nochevieja?

Es correcto.

Lleva más de 40 años haciendo comedia, ¿y todavía no se ha vuelto un cínico?

No. Mentiroso, un poco, pero cínico, no. Hay un tipo de humor con un punto cínico que me gusta mucho y lo practica José Mota. Muchas de las cosas que hace me parecen de un talento extraordinario.

Usted es de esa generación a la que el público tiraba tomates para emitir sus críticas…

 

Y peras, y manzanas, y pesetas… Antes estábamos más expuestos a la crítica física.

¿El público de cuatro décadas después es más cínico?

El público puede ser benévolo o cabrón, pero no es cínico.

Martes y 13 sopla en 2019 sus 40 velas. Aquello fue un diálogo de humor en un país donde ahora reinan los monólogos.

Sí. Los tiempos cambian, los presupuestos también… Ahora se gana mucho menos y, si vas solo, te llevas más. Es así de simple.

¿Alguna vez se pasaron de frenada?

Pienso que quizás no debería haber hecho algunas cosas, pero de aquella época de Martes y 13 no me arrepiento de nada grave. Actuábamos con mucha ingenuidad, con poco conocimiento directo de las situaciones de los demás, pero todo lo hacíamos con nobleza baturra: sin querer reírnos de nadie, sino disfrutar con la gente. Eso lo llevo a gala en mi conciencia.

Coexistieron en todas las legislaturas de Felipe González y con la llegada de Aznar. ¿Ha pensado en alguna ocasión: tendríamos que haber dado más caña a los políticos?

Hicimos incursiones mínimas en ese terreno, porque, sí, a veces nos entraban ganas, pero cuando empezamos estaban muy consolidados Tip y Coll, que hacían precisamente eso, y lo bordaban. No tenía mucho sentido repetirse.

¿Por qué Millán Salcedo es patrimonio nacional?

Desde que yo nací no he visto en España ningún actor con tanta vis cómica como él. Entre tantos millones de españoles, liderar esa clasificación es un gran logro. Desde luego, es para ser patrimonio nacional.Josema3

¿Por qué a Josema Yuste le quiere España, con lo que España es para querer a su gente?

Creo que la gente, en general, me quiere. Al menos, yo así lo experimento desde hace tiempo. No me meto con nadie con mala leche, no tengo envidia de nadie, no odio a nadie, no tengo resentimientos de nada. Profeso un gran respeto por el público, porque es el que me mantiene sobre los escenarios. No estoy aquí para que me den un Goya, un Velázquez o un Greco. Estoy aquí para hacer reír, para hacer feliz a la gente, y percibo que eso los españoles me lo agradecen.

¿Qué relación tiene la Navidad con el sentido del humor?

Para mi van muy de la mano en comunión perfecta. Aunque hicimos especiales y programas durante diferentes épocas del año, asocio la etapa de Martes y 13 a la Navidad. Aquellos programas tuvieron unas audiencias extraordinarias. Esa sigue siendo hoy mi tarjeta de visita. Si me abren las puertas o me cogen el teléfono es por ser quien fui.

No estoy aquí para que me den un Goya, un Velázquez o un Greco. Estoy aquí para hacer reír, para hacer feliz a la gente, y percibo que eso los españoles me lo agradecen

¿Cómo madura su sentido del humor?

La maduración de mi sentido del humor es como la del vino: va envejeciendo con los años e imagino que va cogiendo poso, y la madre hace que el sabor sea mejor, que sea más aromático… Voy adquiriendo experiencia y todo eso ayuda. Podría vivir sin estar sobre un escenario, pero nunca sin sentido del humor. Veo la vida siempre por ese prisma.

¿Reírse de las desgracias ajenas debería ser una antítesis?

No va conmigo. No me gusta reírme de las desgracias de la gente. Es muy fácil. ¡Hay tantas cosas en la vida para hacer humor! Quizás deba entonar un mea culpa, porque con Martes y 13 hicimos tanta producción que es posible que pisáramos innecesariamente algún callo. Procuro no deslizarme por ese terreno, ni en los escenarios, ni en mi vida personal.

En la época de Martes y 13 la sociedad no daba tanta importancia a algunas cosas que hoy parecen dogmas innegociables.

Es posible que ahora seamos más escrupulosos, con su parte sana y su parte negativa. Las redes sociales tienen mucha culpa de esa hipersensibilidad particular.

¿Con qué porcentaje de surrealismo es importante vivir para no explotar?

Apostaría por un 25%. Vivir con guasa y surrealismo nos ayuda a digerir mejor muchas cosas.

A usted no le hace gracia el humor grueso. ¿Qué es el humor fino?

El humor inteligente: el que produce una sonrisa o una carcajada del alma, más que de la tripa.

Dice que el humor es “alimento espiritual”. ¿Si somos materialistas nos hacemos incapaces de entenderlo?

Si nos volvemos muy materialistas dejamos a un lado lo espiritual, y aparcamos el verdadero sentido del humor. Es una pena. Yo no soy casi nada materialista, la verdad.

El humor inteligente: el que produce una sonrisa o una carcajada del alma, más que de la tripa

El teatro es su tarima desde 2005. Tiene su propia compañía y ahora está en el Amaya con Sé infiel y no mires con quién: un lio de faldas y pantalones a tres bandas. ¿Si vamos a verla saldremos valorando más lo que la fidelidad importa?

Un poco, sí. Aunque estas comedias de enredo tampoco manifiestan un trasfondo especial, más allá de reírse de lo que vemos y escuchamos. En esta obra, escrita magistralmente por Ray Cooney y John Chapman, se observa que la infidelidad, si se queda ahí, no es para tanto. Todos podemos caer. Todos podemos cometer una tontería.

Se pide perdón, y ya.

Es posible.

Lo digo porque usted habla mucho de su mujer y sus cuatro hijos, de la estabilidad. No es habitual una familia así en un mundo particular como el del espectáculo.

Mi mujer y mis hijos son el pilar de mi vida. Elegí tener una familia, quizás porque mi madre murió cuando era muy pequeño. Además, mi padre, el pobre, trabajaba de sol a sol, y apenas le veía un ratillo por la noche. Me he criado solo, con una hermana de mi madre, afortunadamente. Más que un hogar, siempre he añorado una familia: poder luchar por ella, ver crecer a mis hijos… Lo que querido desde muy jovencito.

Aun así, ha hecho unos cuantos papeles de divorciados y hombres solos, desde Todos los hombres son iguales. ¿Hay valores carcas? 

Cada uno elige su camino, faltaría más. Por lo que veo a mi alrededor, mucha gente que ha ido de liberal y de moderno por la vida, al final se arrepiente. En un momento determinado de sus vidas se cuestionan: por qué no habré encontrado una parejilla, una zarigüeya que me acompañara en esta vida… Veo personas que llegan a los últimos capítulos haciéndose preguntas en las que es muy difícil rebobinar, y se juntan con una cubana, y encima le sacan la pasta… Para mí es mejor padecer una familia -que también tiene su parte de padecimiento-, pero envejecer sintiéndome querido y acompañado. Yo me pensaría dos veces esa propuesta de vivir a lo loco, solo y sin un compromiso serio que construya un proyecto de vida que merezca la pena disfrutar.

Mucha gente que ha ido de liberal y de moderno por la vida, al final se arrepiente

Josema Yuste ofrece, desde hace cuatro décadas, la manzana ingenua de la comedia hasta el fondo. Fotos: Patricio Sánchez Jáuregui.

Acabamos el año con Cataluña otra vez echando humo, en sentido literal. Lo que ha cambiado el panorama desde El 92 cava con todo… ¿Qué puede el humor que no consigue la política?

Hay cosas que no arreglan ni el humor, ni la política, pero la culpa es de las personas. El cirio en el que nos han metido los políticos deberían solucionarlo ellos. No pueden pasar el marrón a la gente. Mi intuición me dice que habrá más de un referéndum.

Ocho apellidos vascos o Vaya Semanita fueron destellos de humor que sirvieron de algo para desenmarañar un clima social y político denso en el País Vasco.

Es verdad, pero los Ocho apellidos catalanes ya funcionaron menos… El humor ayuda a digerir cualquier cosa, pero no soluciona los problemas. El humor desatasca como puede hacerlo una conversación tranquila, pero enmendar este escenario corresponde a los políticos, que para eso les pagamos.

El humor ayuda a digerir cualquier cosa, pero no soluciona los problemas

En la España que no consigue pactos, ¿se presentaría a relator?

No. ¡Ni de coña!

Algunos cómicos han dado el paso a la política, como Pepe Viyuela o Felisuco...

¡Bien por ellos!

¿Le han tentado desde la política alguna vez?

Me lo han propuesto una vez, pero dije claramente que no.

¿Los políticos deberían pasar un casting social, más allá de unas primarias internas?

Prefiero que pasen por Hacienda, que declaren bien todo lo que tienen, y a partir de ahí, como cuentan con tantas prebendas y beneficios -de jubilación, de dietas…-, les exigiría más que a los demás: si cometen un error, ¡zas!; si se llevan un duro, ¡zacatás! Deberíamos ser más duros con ellos.

¿Un cómico en la tribuna política pierde la gracia?

No tiene por qué.

¿Una gracia sin tribuna se pierde muchos cómicos? ¿Sería oportuno -ahora que nos tensamos por encima de nuestras posibilidades- un Operación Triunfo para impulsar el talento de los cómicos ocultos en este país?

Hubo un concurso parecido, pero no funcionó mucho, no sé por qué, porque en este país hay mucha gente con talento. Aunque también he visto mucha gente graciosa que cuenta unos chistes magníficos en la barra de un bar, pero le pones en un escenario y se hacen pipí. Yo en la barra de un bar no tengo ninguna gracia. No sé contar un solo chiste. Pero me subo a las tablas y provoco risas en la sala.

Esta Nochevieja vuelve a nuestras pantallas de la mano de José Mota.

He colaborado con él un poquito…

Tengo entendido que Un golpe de gracia será un homenaje hiperbólico al humor patrio.

Hemos pasado por ahí muchísimos cómicos. Creo que es el mejor programa que ha hecho José Mota hasta el momento. He visto el guion y es un especial muy completo y muy divertido. A los espectadores les va a encantar.

Mota ha conseguido convertirse en una especie de cronista social que cada 31 de diciembre nos cuenta el mejor resumen del año, con gracia, sin herir… Hábleme del José Mota que no vemos los demás.

Mota es vecino y amigo. Es un tipo con un gran talento que descubrí en su época de Cruz y Raya. Además de ser cómico, es un actor completísimo, capaz de hacer cualquier personaje de cualquier tipo, y no solo en comedias. Posee un don especial para comunicarte lo que quiere expresar y para que la gente disfrute con lo que hace. Se levanta muy temprano, trabaja muchísimo, está en todo el proceso de montaje de sus producciones, incluso en la edición… Yo también lo hago en el teatro, porque es la forma de tener el control absoluto de lo que quieres. José Mota es el mejor actor cómico que hay ahora mismo en España. De largo, y sin ninguna duda.

Desde 1984 hasta 1997 usted nos dio nueve nocheviejas. ¿Se lo agradece para siempre TVE?

¡Es que TVE no es nadie! ¡No tiene corazón, no tiene hígado, no tiene alma, no tiene piernas! ¿Me han agradecido aquella etapa? No tendría por qué, pero, ahora que me lo pregunta, no lo suficiente.

Fue usted la voz de Aladdín en los dibujos de Disney: ¿cuál es su lámpara maravillosa?

El teatro.

¿Qué deseos le faltan por cumplir?

Me siento muy recompensando en esta vida: con mi trabajo, con lo que he hecho… ¡No he estado en paro nunca, y eso ya es un éxito enorme! No me ha faltado trabajo en más de 40 años. ¿Me han regalado algo? ¡No! ¡Nada! ¡Me lo he ganado todo! ¿Alguien me ha echado una mano? ¡Sí! Y he sabido aprovecharlo, y he demostrado que servía. Me he abierto camino a codazos, no a zancadillas. No me falta nada por cumplir. Lo que venga, bienvenido será.

Por ejemplo, aprovechando que estamos en el Teatro Amaya: ¿le gustaría ser un Arturo Fernández de la escena española más que “uno de los de Martes y 13”?

Sí, me gustaría. Le soy sincero. ¿Por qué? Porque siempre he admirado el talento, la capacidad de trabajo y el amor al teatro de Arturo Fernández. ¡Él dedicó su vida al público! Yo se la dedico a mi familia, a mis amigos, al golf, al tenis, y a esto… Él se empleó en cuerpo y alma al teatro. Ojalá algún día la gente me vea como un referente a ese nivel. 

¿Le apetece protagonizar una de esas comedias españolas en las que Santiago Segura, Leo Harlem o Dani Rovira revientan las taquillas?

No me mata, sinceramente. Pero si me llaman y tengo tiempo, lo haría. No lo persigo. No echo de menos nada ni al cine ni a la televisión. Estoy muy a gusto en el teatro, porque me deja un tiempo libre que no he tenido durante muchísimos años, y es maravilloso.

¿La timidez permanece a las 65 primaveras, o después de tantas tablas ha huido de su personalidad?

Sigo siendo el mismo, pero menos tímido. De joven lo era mucho más. No soy un jeta, pero tengo cierto don para relacionarme con prudencia. He progresado adecuadamente.

¿Por qué tantos actores son tímidos: huyen hacia adelante o hacia detrás?

Los actores tenemos una sensibilidad y una cabeza especial. En el fondo, somos muy frágiles. Más allá de eso, también le digo que hay un cierto postureo para decir que somos tímidos para después romper los esquemas en una función o en una película…

¿Qué mantiene de aquel niño que descubrió que quería ser actor vestido de astronauta en la fiesta de fin de curso de una infancia en las Damas Negras?

No he perdido jamás la ilusión por mi profesión de intérprete. En todos los años que llevo aquí nunca ha habido un día en el que dudara de mi vocación profesional. Siempre me levanto con la ilusión viva, ahora para venir al teatro para hacer reír a la gente, pero es una constante en todas las cosas que he hecho, y eso para mí es muy importante. No me cuesta ningún esfuerzo.

Está usted en el jurado de Got Talent. Dígame qué puntuación le pone a los siguientes numeritos de su hemeroteca martesytrecera:

Empanadillas de Móstoles. Más de 792.000 visualizaciones en You Tube.

¡Un 10, y es raro que ponga un 10!

Encarna Sánchez e Isabel Pantoja en Palma de Mallorca: más de 670.000 visitas.

Un 7,5, porque tampoco es nada del otro mundo. Fue una cuestión coyuntural de aquel momento.

Paca de España. Más de 566.000 visualizaciones en You Tube.

Un 9.

Linda Wesley. Más de 447.000 visualizaciones en You Tube.

Un 9.

Avance Informativo. 345.000 visitas.

Otro 9.

El anuncio de Gabriel.

¡Otro 9!

¿Es fácil tener tanta proyección en el teatro como en You Tube? ¿Nos reímos más en digital?

¡Para que me vean 700.000 personas aquí tengo que estar tres años y medio! Lo bueno del teatro es que me gano la vida poco a poco, y me permite trabajar todos los días. Ensayas, mejoras, y perfeccionas cada día un mismo papel, y lo más probable es que en la función 186 ofrezcas al público una interpretación maravillosamente bordada.

El teatro tiene además ese plus de roce humano, de reírnos entre personas…

Sí. Con You Tube la risa es otra cosa, incluso un poco triste, a veces. En el teatro el mismo público se contagia las emociones.

¿Ve cada vez más necesidad de reírse entre las butacas?

¡Sí, fíjate! Si la función es buena y divertida, la gente siempre se ríe, en época de bonanza o depresión económica, pero llevamos unos meses, menos de un año, en que noto más avidez por reír. Me da la impresión de que estamos bastante hasta las narices de la empanada mental en la que nos están metiendo entre unos y otros.

Sí. Con You Tube la risa es otra cosa, incluso un poco triste, a veces

Quién hubiera sido la estrella de un especial de Nochevieja 2019 dirigido por usted: ¿Rosalía, Greta Thunberg, Torra, Franco o Pedro Sánchez?

¡Rosalía, sin duda! ¡Reventaríamos la audiencia!

¿Quién está más a por uvas en esta España de la nueva década?

Torra está muy a por uvas. No sabe ni dónde está, ni a dónde quiere ir.

Usted busca estar en paz y con los suyos. ¿Se lo estamos poniendo fácil?

Sí, porque me mantengo al margen de las redes sociales y siempre he distinguido muy bien entre trabajo y vida personal. Salgo del teatro y nadie me ve, salvo que haya alguien que quiera hacerse una foto. El 99% de los conciudadanos me respeta esta decisión de ser uno más cuando me bajo de las tablas.

¿Le dan las gracias por habernos hecho reír?

Sí. Muchas veces. Prefiero que una persona me diga “¡gracias por hacerme reír!” o que me mire con agradecimiento cuando me cruzo con ella por la calle antes que ganar un Goya. Se lo juro por mi madre, esté donde esté. 

Muchas gracias, fíjate.

Muchísimas gracias, fíjate.  

REBOBINANDO

Dice Amos Ozamos, hombre!-: "Nunca he visto a un fanático con sentido del humor, ni a nadie con sentido del humor que sea un fanático". Después de un 2019 cuajadito de dogmas, pactos imposibles, lazos-soga, pancartas excluyentes, soledades llenas de razón, y miradas al vinagre, la risa trasciende las tensiones como traca final, como patrimonio de quien ha decidido vivir con entusiasmo hasta la última hoja del calendario. Pero no una risa floja, sino una sonrisa profunda que empieza poniéndonos cada uno en un lugar secundario.

Desde 1964, TVE brinda sus especiales de fin de año con tapas de humor. Por esos cachitos de pantalla han desfilado Miguel Gila, José Luis Coll, Andrés Pajares, Lina Morgan, Antonio Ozores, Luis Sánchez Polack… En esas, entre realizaciones de Valerio Lazarov, Mari Cruz Soriano y Fernando Navarrete, en 1983 Martes y 13 presentó su primer especial de nochevieja junto a Ana Obregón. Aunque hasta el A por uvas de 1989 -diez años de escena tenían las criaturas- no se convirtieron en clásicos. El Adiós fue en 1997: nueve programas, el último hace ya 23 años, y, sin embargo, las coñas marineras de este dúo están ahí, en el baúl de las ternuras navideñas de la generación EGB. Después vendrían Los Morancos, y Cruz y Raya, hasta que en 2007 José Mota tomó la batuta y 13 años después sigue dirigiendo la orquesta con frescura.

Más de 50 millones de españoles pasaron página entre los años 1989 y 1997 metiendo a Josema Yuste y Millán Salcedo hasta la mesa camilla de sus casas y, como es de bien nacidos ser agradecidos, toda esa España inclina un poco la cabeza cuando oyen “martes y 13”, y lo que para algunos es superstición, para ellos es antología nostálgica de una risa oxigenada.

El novelista Andrés Barba nos recuerda que "el humorista siempre ha estado, está y estará para recordarnos que, en el fondo de esta criatura mortal y necia que somos, hay algo también amable, y leve, más digno de compasión y amor que de su contrario". Por eso los humoristas tienen algo de Navidad: de pesebre y de estrellas fugaces, de fríos con pañales y de familias con brasero.

Aristóteles ya era consciente de que “la risa es un ejercicio valioso para la salud”. Y Balzac nos recordaba que "por el hecho de envejecer no se deja de reír; mas dejar de reír te hace envejecer".

Pasa un año. Nos hacemos más mayores. Feliz risa nueva y próspero 2020.

Yuste forma parte de los anales de república de la comedia y del golpe del humor de las nocheviejas que son lavadora, confesonario, alzhéimer voluntario de lo que nos dolió o nos separó. De las nocheviejas que rejuvenecen por dentro.

Que los fanáticos lloren solos y encuentren cobijo entre las arrugas de sus almas de esparto. Fíjate.Josema4

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