La Otra Cara del Covid-19

Ramadán, coronavirus, exámenes y políticas: el confinamiento a solas de una Kamelia en Madrid

Kamelia es de Larache (Marruecos), pero estudia en Madrid. Decidió pasar aquí el confinamiento para evitar difundir del virus en su casa y en su país. Sola, entre exámenes on-line de Derecho y Ciencias Políticas, con el coronavirus en efervescencia y en las primeras semanas de un ramadán de ayuno sin fisuras. Quiere ser diplomática y esta es la frescura de su embajada

Kamelia Sinan es estudiante de cuarto de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid
Kamelia Sinan es estudiante de cuarto de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid

Al otro lado del teléfono, una joven en flor. Transcribo a mi manera:

Me llamo Kamelia Sinan, tengo 22 años, estudio Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid y estoy atacada con la presión de los exámenes on-line a la que nos están sometiendo algunos profesores que han confinado su empatía. ¡Hay profesores que nos hacen pruebas de 25 preguntas en 19 minutos! ¡Más que evaluaciones, esto parece un concurso sin gracia de Pasapalabra! ¡Hay profesores que se creen que solo estamos matriculados de su asignatura! En fin. Paciencia.

Estudio en España desde que empecé la carrera, pero soy de Larache, Marruecos. Allí nací, allí viven mis padres -médico él, profesora de francés, ella- y allí empecé a formar mi personalidad. ¿Qué por qué estoy sola en Madrid con un confinamiento solitario, exámenes y ramadán? Por la sencilla razón de que antes de que se decretara el estado de alarma decidí no moverme de Madrid: no quería hacer las maletas desde este foco de contagio bajo el riesgo de exportar el virus hasta meterlo en mi casa y en mi país. Todos tenemos la responsabilidad de proteger a nuestras familias y a la sociedad quedándonos en casa. Tengo una hermana que estudia en la Universidad de Jaén que también está sola por las mismas razones. A mis padres les ha parecido una opción sensata.

Estoy de exámenes. Siete asignaturas. Cuarto de Derecho y Ciencias Políticas. Sola en casa, pero con unos vecinos estupendos que a veces me dejan risotto en la puerta. Como no tengo balcón, hay veces que se asoman para aplaudir a las 20.00 al patio interior. La verdad es que siempre me he llevado bien con mis vecinos, pero ahora todo es diferente, más humano, más cercano, a pesar de las distancias de seguridad. 

Más de 17 horas de ayuno total

Y en medio del follón de un confinamiento y un final de curso de ciencia ficción, el 23 de abril llegó el ramadán. Soy musulmana practicante y estoy en ello. ¿Qué en qué consiste? Por resumir: ayuno total desde que sale el sol (04.00 am) hasta que baja (21.10 pm).  ¿Te digo la verdad? El confinamiento lo hace más fácil. El año pasado, por estas fechas, andaba yo de casa a la biblioteca, sin poder ni comer ni beber nada hasta el ocaso de cada jornada. Era más complicado. Vivir el ramadán en estas condiciones me está ayudando a conectar más conmigo misma y con Dios. Me parece una oportunidad de las que solo llegan una vez en la vida. 

No. Mis amigos de aquí no piensan que sea una locura. Quizás cuando me conocieron todo les sorprendía más. El año pasado, algunas amigas incluso venían a veces a cenar a casa para acompañarme en mi primera comida del día. Nunca he tenido ningún problema de integración en Madrid. No he vivido en primera persona ningún atisbo de racismo o exclusión social. Quizás, porque me muevo entre universitarios y personas cultivadas. Sí es cierto que me hacen algunas preguntas ingenuas, pero sin ninguna mala fe: ¿por qué nos llevas velo? Pues porque el Islam es una religión muy personal, y cada uno lo vive a su manera ¿Lo prohibiría? Tampoco. Que cada persona haga lo que considere oportuno si no hace daño a nadie.

En la sociedad quiero contribuir a derribar estereotipos: ¿Que si la mujer árabe es sumisa, solo acata normas establecidas y vive en una sociedad patriarcal? Hay mujeres musulmanas, muchas, empoderadas, luchadoras, emprendedoras, libres e independientes. Y también hay mujeres que han tenido menos acceso a una educación de calidad, con circunstancias familiares desfavorables. Allí también vamos avanzando y en Marruecos, estos últimos años, con mucha más fuerza. 

Cuando salga de la facultad, me gustaría adquirir experiencia trabajando y hacer el máster de Abogacía. Desde pequeña siempre he querido ser abogada. A más largo plazo, barajo la opción de opositar a diplomática y eso, tal vez, me permitiría volver a mi país. Me enorgullecería mucho representar a Marruecos en el ámbito de las relaciones internacionales y poder ofrecer una imagen positiva, contribuyendo a romper esos clichés que determinan que los cargos importantes en Oriente solo los ostentan los hombres.

El “ego de Occidente” y la cruda realidad

¿Que cómo veo el panorama político español en estos días de coronavirus? Como estudiante de Ciencias Políticas, pero sobre todo como ciudadana, no me quiero ni imaginar la carga de trabajo que tienen los gobernantes encima de sus mesas. Creo y quiero pensar que lo están haciendo lo mejor que pueden. Ahora es el momento de estar unidos, aparcando las ideologías en un segundo plano, y aprovechando esta crisis para paliar los efectos del virus. Cuando todo esto pase, habrá tiempo de rendir cuentas.

 

 Es inequívoco que en España se ha actuado con retraso. Claro, el coronavirus ha puesto de manifiesto una realidad: el ego de Occidente estaba acostumbrado a pensar que lo que no ocurre aquí no interesa tanto. China está muy lejos, esto aquí no va a pasar. Se miró para otro lado. Lo que más me choca es que ni siquiera cuando Italia empezó a sufrir gravemente los primeros brotes de la pandemia los gobernantes españoles se dieron por aludidos. Ahora estamos sufriendo las consecuencias. 

¿Si estos días han cambiado mi concepción de la política española? No. Es más: me reafirmo en mis pensamientos. Me llama mucho la atención que en un país con un sistema democrático tan fuerte las cosas se hayan hecho tan mal. Sí, en el grupo de whatsapp de mi clase circulan memes a modo de críticas sobre todo esto, aunque lo que más circula son los mensajes de estrés que tenemos con los exámenes. Muchos profesores no están haciendo nada por facilitarnos las cosas en medio de este escenario de incertidumbre y son un agregado a esta tragedia. Todos nos pasamos la semana en una silla frente al ordenador. Con dolores de espalda, fatiga visual, mareos, y además, muchos de mis compañeros tienen que lidiar con circunstancias familiares o personales muy difíciles en estos tiempos. 

Como ven, soy una joven más, como otros muchos, en el epicentro de una ciudad confinada, con la familia lejos, con muchas ganas de salir, de que se solucione todo, de que no haya más sufrimiento. Algo de mi vida cuento en mi Instagram. Respecto a la religión, soy muy reservada, pues considero que es algo sumamente íntimo y personal.

Ante dudas que me han surgido, siempre he preguntado a mi padre, que es mi referente en la vida, y siempre me las ha sabido resolver de manera lógica y coherente. 

¡La cantidad de cosas que hemos sufrido estos días! ¡La cantidad de cosas que hemos aprendido estos días para la vida y para nuestro futuro profesional! Espero no olvidar nunca que esto también ha sido una asignatura troncal. Sin examen. No hace falta. 

Fin de la conversación.

En todos los idiomas que maneja Kamelia, para que las lenguas no sean una frontera, el adiós suena a un hza saeidaan, good luck, bonne chance. ¡Buena suerte! ¡Y muchas gracias!

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