EN PAUSE con Pedro Duque, astronauta

“O se recupera ya la inversión en ciencia y en I+D, o se condena a la siguiente generación a estar por detrás”

Pedro Duque ha sido el primer astronauta español en pisar el espacio. Dos veces, y listo por si cae una tercera. De momento, es el responsable de control y revisión de proyectos futuros de la Agencia Espacial Europea (ESA)

En los pasillos de la ESA hay mucha vida cósmica que Duque ha palpado en primera persona.

Los pies en el suelo. La escafandra en stand by. Duque es un símbolo de que España también puede llegar muy lejos. Nuestro astronauta nacional subió por primera vez al espacio hace 18 años. Pocos meses antes se había estrenado Armageddon, pero su viaje en el Discovery no fue ciencia ficción. Elquijote aeronáutico volvió arriba en 2003 para la Misión Cervantes. Ahora, con 53 años, sigue en forma. Como figura clave de la Agencia Espacial Europea, pide a Merkel más hechos que palabras para que el viejo continente entre en propulsión. Al Gobierno de Rajoy le aconseja un empujón presupuestario para seguir innovando hacia el cielo. Aunque él lo que desea, en realidad, es un nuevo Kennedy, que no ha sido Obama y duda que lo sea Trump. Reivindica la ciencia europea y el empuje español: “Esto ya no es Bienvenido Mister Marshall”. Ve en el espacio un universo de posibilidades y un camino de futuro rentable y seguro. Lo tiene claro y se le nota en los ojos.

Al noroeste de Madrid, lindando con Villanueva del Pardillo, hay un rincón marciano donde trabajan profesionales muy listos de toda Europa. A los pies del Castillo de Villafranca tiene su sede el Centro Europeo de Astronomía Espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA). Esto es Villanueva de la Cañada, pero huele a Columbia y a NASA.

Cielo gris. Carretera. Encinas. Dos antenas gigantes avisan de que entramos en un universo diferente, lleno de ciencia, innovación y futuro.

Hemos quedado a los postres con Pedro Duque, el ídolo cósmico de una generación. El astronauta made in Spain hecho al mundo.

Entre maquetas de satélites y fotos del cosmos pasilleamos por la ESA. Ingenieros, científicos y técnicos en vaqueros y con acreditación colgando del cuello pululan por estos edificios, como en las películas de ¡Houston, Houston! pero sin problemas.

En una sala blanca-espacial de reuniones nos sentamos con Duque. 52 minutos de conversación interestelar muy cerca de Marte, pero sin perder el norte de Villanueva de la Cañada…

Vídeo del día

Detenida en Madrid una kamikaze borracha y
con un kilo de cocaína en el maletero

 

El astronauta discreto, casi tímido, sonriente, realista, interesante, buenagente, serio, riguroso, divulgador, de a pie y disponible, sobrevuela así un cuestionario amplio de ciencia, relaciones internacionales, macroeconomía, investigación, ética, sociología espacial, retos, ingeniería 3.0 y buen humor.

Entramos en órbita.

Hace 18 años viajó al espacio por primera vez. Desde entonces, ¿le han cambiado muchas cosas?

Han cambiado muchas cosas; sobre todo, la percepción que otras personas tienen sobre mí. Dentro de los programas espaciales uno puede hablar con conocimiento de qué es estar en el espacio, qué se necesita, y puede influir de manera más positiva en los nuevos proyectos; y, por otro lado, la atención de los medios y de la gente de la calle también ha cambiado muchísimo, claro.

53 años. John Glenn viajó con usted con 77. ¿Le queda cuerda?

Bueno, no tanta… John Glenn, en sí mismo, es una excepción. Para volar profesionalmente al espacio y conducir cohetes me queda poquita cuerda, pero algo queda…

Pero sigue superando las pruebas y está en forma…

Sí, voy superando las pruebas periódicas y sigo haciendo cursos adicionales de capacitación, pero no le dedico a eso el cien por cien de mi tiempo.

¿Ser astronauta español es universalmente pintoresco?

El país ha cambiado mucho en los años que lleva asociado a la Agencia Espacial Europea, y especialmente desde 1985, que fue cuando realmente se empezaron a hacer aportaciones sustanciales en este ámbito. Poco a poco se fue impulsando la industria en el sector. Tampoco hace tanto tiempo de ese cambio, y aún hay gente que puede tener una imagen antigua de España. Debemos darnos cuenta de que hace años que no estamos en la España de Bienvenido, Míster Marshall, que aquí se produce ciencia y tecnología, se fabrica con precisión y eficiencia… Aunque distemos de estar al nivel ideal, los descubrimientos y las hazañas no tienen por qué ser pintorescas en España, porque se producen de forma regular.

¿Hay cantera de astronautas en España?

Gente que pueda ser astronauta, hay. Muchos. Y los había cuando entré yo. Entonces se presentaron unos 600 currículos válidos, que pasaron todos los cortes. Pero ni hay una autoridad española que esté seleccionando gente, ni tampoco lo hace la Agencia Espacial Europea, más que en campañas muy determinadas. En 2009 hubo una selección, y la próxima no sé cuándo será. Entonces se verá qué cantera tenemos y cuánta gente se presenta. Desgraciadamente es así. En Europa, a una persona que pueda ser astronauta, es posible que se le pase el momento entre una selección y otra.

¿Qué papel está jugando España en la carrea espacial?

Dentro de la Agencia Espacial Europea estamos entre el quinto y el sexto país en importancia. Eso se mide valorando las contribuciones que hace el Gobierno, y, correlativamente, las aportaciones de tecnología que realiza la industria. Siempre andamos casi en paralelo con Bélgica, que tiene más ilusión por el espacio y pone mucho más dinero por habitante que España.

Existe la intención, muchas veces expresada, de que España contribuya a la Agencia Espacial Europea con el porcentaje que le corresponde por PIB, porque todavía estamos bastante por debajo. Eso supondría un incremento de nuestro peso en la ESA, y también un aumento de puestos de trabajo, de tecnología desarrollada…

Dentro del mundo, la ESA está ahí, arriba del ranking de todas las agencias. Podemos permitirnos hacer casi cualquier cosa. Sólo estamos limitados porque los recursos que Europa dedica a esto todavía son mucho menores de los que recibe, por ejemplo, la NASA. Teniendo en cuenta los sueldos, ahora mismo estamos también por debajo de China.

El interés general por el espacio es evidente. No hay más que ver la que se lió en el mundo, también en España, a raíz de la súper Luna. Sin embargo, la idea de invertir en el futuro no ha cuajado política y socialmente. Parece como si mucha gente viera que ofrecer recursos para la investigación espacial es una opción de países ricos…

Sí. De todo el dinero que le entra al Estado, obviamente la mayor parte se debe dedicar a conseguir el bienestar de la gente: la salud, la educación… Pero siempre hay que guardar algo para el futuro. La educación es una de esas inversiones de futuro, y por eso debe contar con un especial apoyo. También está demostrado que los países que dedican fondos públicos a inversiones de alta tecnología productiva para hacer cosas útiles en el espacio, al cabo de unos cuantos años –diez, quince- están por delante en muchas cosas. Es la garantía del bienestar futuro. Eso no se ha entendido en muchos sectores de la calle. Desgraciadamente, nos falta gente que entienda de números y a la vez tenga responsabilidades de gobierno. Creo que la oportunidad de estas inversiones no es tan difícil de entender y, si unos países están por delante de nosotros en estos ámbitos, y ponen más porcentaje de presupuesto en I+D, y las empresas hacen lo mismo, igual es que ese es el camino para no estancarnos más en el futuro…

Nos pasa con la I+D en general. Ni siquiera las empresas privadas están apostando de manera clara, con hechos punteros que nos ubiquen en pole position todavía, ¿no?

Por números, la empresa española en general es menos propensa a las grandes inversiones en investigación y en desarrollo de nuevos productos. Sí, hay investigación y nuevos productos, pero no arriesgan a medio plazo como hacen otros países con mayor tradición tecnológica, como Estados Unidos, Alemania, los países nórdicos, Suiza, Holanda… En esos sitios, las empresas reservan más parte de los beneficios para invertir a medio plazo.

¿Cómo se cambia esta mentalidad cortoplacista?

Quizás tenemos que explicarlo mejor. Todo lo que hacemos en el espacio desde Europa, como el nuevo sistema de Galileo, o los satélites de observación de la Tierra más capaces del mundo, nos cuesta 4 ó 5 euros al año a cada ciudadano español. Si subiéramos esa proporción a 10 euros, daríamos un gran paso en el desarrollo de nuevas tecnologías, que, al final, serviría para crear nuevos puestos de trabajo de alto valor añadido, exportaciones, etc. Así es como funciona. ¿Por qué la gente no lo entiende suficientemente como para apostar por ello? ¡No lo sé! Al final, después, escuchas los discursos desde el Rey hasta cada uno de los miembros del Gobierno, y parece que todos lo han entendido, pero las cifras después nunca están ahí…


¿El populismo puede ser letal para el progreso científico? Me refiero a la posible demagogia de apostar por el pan para todo el pueblo y ya veremos cuándo es el momento de invertir en otras cosas…

No me atrevo a hablar sobre el populismo, porque no sé ni de lo se habla en ese sentido… Unos dicen unas cosas; otros, otras, y entre varios se acusan mutuamente de populistas… Yo creo que, si te metes a tratar de tener un Gobierno, deberías asumir una cierta responsabilidad y poner sobre la mesa soluciones que se sabe que funcionan. Los votantes deben ser capaces de distinguir. No podemos hablar de populismos como una manera de llamar tonta a la gente…

¿Obama ha apostado más por la Neurocirugía, con su Proyecto Brain, que por el espacio? ¿Su mandato ha sido importante para la carrera espacial, o ha supuesto, más bien, un paréntesis?

No conozco las cifras de inversión en el Proyecto Brain, la verdad. En estos ocho años he visto que se empezó con un programa espacial que era muy vistoso, pero que no era factible dentro los presupuestos reales, y que durante los primeros meses del Gobierno de Obama se tuvo que reorganizar para que tuviera cabida dentro de los presupuestos. Al principio parecía que lo estaban recortando, pero luego nos dimos cuenta de que lo estaban preservando. No ha habido ninguna reducción en estos años.

No se ha hecho, obviamente, lo que hizo Kennedy, que fue multiplicar por cinco el presupuesto para conseguir una gran hazaña. En otro sitio estarían, quizás, si lo hubieran hecho. Pero, en realidad, es mejor para nosotros: cuanto más invierten otros países en el espacio, más se separan de nosotros en tecnología, y tampoco nos viene bien…

¿Trump puede ser otro Kennedy?

Hay muchas distancias que salvar… Para mí, como para todo el mundo, es una incógnita lo que vaya a pasar ahora.

¿Putin confía en el espacio?

Tanto Rusia, como Estados Unidos y China, porque ahora son tres, han tomado una decisión de Estado de estar a la cabeza en el área de las investigaciones espaciales. Europa no ha tomado esa decisión todavía y, por lo tanto, ni tenemos cohetes para que las personas puedan ir al espacio, ni un presupuesto suficiente para ambicionar ser parte de una nueva hazaña como viajar a Marte. Aunque a lo mejor ocurre, porque la Unión Europea ha hecho un gran esfuerzo en el desarrollo del nuevo sistema de navegación Galileo, que ahora es nuestro, y ya hay teléfonos españoles, los primeros, que son capaces de navegar con esta herramienta. También se ha hecho un esfuerzo muy grande en el programa de observación de la Tierra, que hace que Europa sea la que verdaderamente está proporcionando los datos más sofisticados, por ejemplo, sobre el cambio climático. A lo mejor lo siguiente que ocurre es que Europa decide, como cuarta fuerza del mundo, estar también a la cabeza en los viajes al espacio, en la exploración…

¿India asume cada vez más protagonismo en esta carrera?

La India tiene mucha más ambición y cuenta con un programa de desarrollo de cohetes que funciona bien. Ha hecho también satélites de observación. Se le podría poner, quizás, en la misma categoría que las grandes potencias.

¿Ha visto alguna vez un interés real de Merkel para que Europa se tome más en serio su papel en la investigación espacial?

Estuve con la canciller alemana en su visita a nuestro centro de astronautas de Colonia, y se impresionó bastante al ver los desarrollos en los que participamos, con lo poquito que Europa pone en los vuelos tripulados. La retórica es a favor. Falta que la retórica se transforme en hechos.

¿Alemania lidera la inversión en la Agencia Espacial Europea?

Entre Alemania y Francia comparten ese liderazgo.

En España hemos aparcado la I+D durante la crisis. Vamos camino de volver al mix del turismo y el ladrillo. Y volverán las crisis… ¿No hay manera de salir de este ciclo?

No lo sé. No me estoy presentando a ningunas elecciones… Las gráficas de inversiones anuales son bastante tristes aún… Ahora vemos el pequeño repunte de la recuperación, pero seguimos muy por debajo de las inversiones a futuro de 2008. Quizás en estos años de crisis no se podía. No me lo he leído todo, y tampoco puedo hacer un programa de lo que habría que hacer, pero ya no nos queda casi tiempo. O se recupera ya la ciencia y la inversión en I+D, o está claro que se condena a la siguiente generación a estar por detrás.

¿Qué retos pendientes tiene Pedro Duque en el espacio?

Estoy manteniendo la capacidad de poder volver al espacio, si a la ESA le parece bien. Eso se convertiría en un gran reto: participar en otra misión espacial y dedicarme cien por cien a ello. Además, dentro de la ESA tengo una serie de objetivos, como que las cosas que se fabrican para la estación espacial estén mejor adaptadas a las tripulaciones. Mi trabajo ahora mismo consiste en revisar todos los proyectos y darles la dirección correcta para que se puedan utilizar en órbita.

Por hacernos cargos de cómo está el patio cósmico:

¿Cuánto nos queda para pisar Marte?

Eso sólo se puede medir en hombres/años, es decir, en recursos. Hace falta mucha gente trabajando y desarrollando las tecnologías necesarias para llegar allí… Si se pusieran todos los recursos, en plan Kennedy, entonces podíamos pisar Marte en quince años… Pero lo de Kennedy, de momento, ha ocurrido sólo una vez en la vida…

¿Cuándo empezaría en serio el turismo espacial?

Si hubiese una fuerte inversión privada, del estilo de las que se hacen para extracciones petrolíferas por ejemplo, se podría tener una estación espacial sólo para turistas en 3 ó 4 años, con un cohete subiendo y bajando; pero costaría todavía mucho cada billete, y no sé cuándo se podría recuperar esa inversión. Lo normal es que los primeros desarrollos los impulsen los gobiernos, la industria crezca, se perfeccione la labor de ingenieros, técnicos y científicos, y entonces es cuando se reducen los precios y se puede generalizar este tipo de turismo. El turismo espacial, para estar un rato en el espacio, parece que en Estados Unidos podría empezar antes de 2018. Ya tienen toda la regulación pensada y cuentan con varias empresas interesadas.

¿Cuándo habrá una base en la Luna? Estados Unidos tenía proyectado que fuera en 2020…

El único número que me interesa es cuántos ingenieros tengo, y entonces ya le digo una fecha… De momento no hay ninguna cantidad importante de ingenieros y técnicos haciendo esos desarrollos… Ya veremos…

¿Cuándo será el espacio un reclamo rentable para el negocio empresarial terrestre?

Desde hace quince años… Ya hay empresas que compran los satélites a tocateja para los enlaces de comunicación de alta fiabilidad… Todo eso es el espacio, y es negocio, y hace tiempo que está funcionando.

Existen también muchas empresas participando en el negocio de la observación de la Tierra con satélites, porque le ven un rédito. Google tiene un porcentaje bastante alto de participación en una serie de empresas con satélites, que les ofrecen servicios que mejoran sus productos en tierra y les resultan rentables.

El negocio de llevar a gente al espacio llegará, pero todavía no parece rentable con las tecnologías actuales. Quién sabe. A lo mejor en las próximas fechas se consigue una reducción del precio y se supera la barrera de la rentabilidad a corto plazo. Muchas empresas ven el espacio como un área a la que asociarse, aunque sea colateralmente, y sacar de ahí réditos de esa asociación.

El siguiente negocio espacial podría ser tener una estación en órbita y trasladar a gente, si se bajan los precios de transporte. Y otro que podría surgir, dependiendo de cómo avance la tecnología, es viajar por el espacio de un sitio a otro, muchísimo más deprisa que ahora. Para viajes, por ejemplo, de negocios de alto nivel. Podrías ir desde San Francisco a China por el espacio para una reunión que económicamente resulte rentable.

La investigación espacial ha supuesto ya grandes avances contra el cambio climático. Desde arriba se ve que esto del cambio climático no es tan opinable, ¿no?

Como en todo en la vida, el que no sabe, opina. El que pretende saber, busca los datos y saca conclusiones. El clima está cambiando a una velocidad mucho mayor de la que ha cambiado en ningún otro momento de la historia. En eso ya no hay vuelta de hoja. El cambio climático, como todo lo que se puede medir, no es opinable. En absoluto.

Usted fue el segundo mejor expediente de su promoción cuando la Universidad no era Bolonia. Con un 10 de media. Ahí empezó todo. ¿Alguna vez pensó que estaba llamado a algo grande?

No. Cuando estábamos en la Universidad, estudiábamos como podíamos, y sacábamos las mejores notas de las que éramos capaces, pero no recuerdo que ninguno de nosotros, por salir de la Universidad con buenos expedientes, pensáramos que estábamos llamados a algo grande.

Usted, que sigue estando en contacto con la Universidad, ¿aprecia allí clima de futuros científicos brillantes?

Por lo que sea, las familias españolas hemos considerado que todo el mundo debía ir a la Universidad. Pasa, más o menos, desde que yo entré en la carrera. En vez de considerar las diferentes opciones, todas ellas muy válidas, caló socialmente que todos los jóvenes tenían que pasar por la Universidad, como fuera. Quizás tenemos ahora demasiados universitarios para los que demanda la sociedad, y nos faltan buenos técnicos. Por ejemplo: tenemos gente que diseña buenos cohetes, pero no tenemos profesionales para fabricarlos… Con eso no hacemos nada…

Hay muchos estudiantes brillantes en las universidades, y hay otra gente que quizás habría adquirido un desarrollo mayor y habrían sido más efectivos si hubiesen estudiado una formación técnica. Supongo que esos equilibrios se conseguirán en algún momento.

Usted fue uno de los 6 elegidos entre 6.000 candidatos para subir al Discovery. ¿Por qué?

Hubo un cúmulo de razones puramente casuísticas. Yo, en ese momento, tenía la edad adecuada. Otros candidatos eran mayores, o demasiado jóvenes. Se elegía previamente a cinco aspirantes de cada país, y cada país presentaba a cinco candidatos con perfiles diversos para llegar a ser astronauta: el piloto, el ingeniero, el científico… Poco a poco fui pasando cribas. Además, entonces ya estaba trabajando en el Centro de Operaciones Espaciales de la ESA en Darmstadt, Alemania. Algo ya sabía sobre tripulaciones espaciales y tenía ventaja… Al final tuve la suerte de pasar por todo los filtros.

¿Ser pionero en su mundo se suda o se mama?

En principio, en Ingeniería es todo así: un 1% de inspiración y un 99% de transpiración…

Un hombre que no quiera ir más allá, ¿ha muerto antes de tiempo?

Como frase rimbombante, mola… Las sociedades que quieren ir siempre más allá y descubrir algo nuevo son las que están a la cabeza. Al final, con un planteamiento muy materialista, son las que tienen los trabajos mejor pagados y en las que las personas viven más contentas.

Usted no cree mucho en Dios, pero, al ver la belleza del Universo, ¿no le entran dudas?

No soy experto en Cosmología, pero, vamos, existen una serie de datos que podrían explicar el Universo tal como es. Ahora que están con lo de la materia oscura, se me despierta alguna duda. ¿Qué pasará con todo lo que hemos estudiado? Estoy con muchas ganas de saber cómo se dilucida esto, para volver a contar con la seguridad personal de que sabemos, más o menos, de dónde sale todo.

Sin embargo, no tiene dudas de que los ovnis no existen y de que, de haber vida en otros planetas, sería como la nuestra, pero muy lejos…

No tengo ningún motivo para creer que aquí hayan venido extraterrestres y ni nos hayan saludado… Ese panorama lleno de fotos siempre borrosas tiene toda la pinta de que es engaño, o autoengaño…

Ahora hemos contrastado de manera fehaciente, con datos, que en el Universo hay muchos más planetas que estrellas. Y con el número tan inmenso de planetas que debe haber en el Universo es prácticamente imposible imaginar que las condiciones de vida de la Tierra sean únicas. Lo mismo que ha pasado en la Tierra debe de haber pasado en muchos otros sitios. Lo malo son las distancias…


Y usted:

¿De qué planeta procede?

¡Siguiente pregunta!

¿Nació con estrella?

Alguna suerte sí que tuve. Nací en una familia donde se estudiaba, se hacían las cosas bien, se nos exigía un buen comportamiento, respetar a los maestros y todas esas cosas… Los que nacemos en esos ambientes tenemos mucha más suerte que los que lo hacen en otros que no conducen a dar lo mejor de cada uno.

¿Hay muchos satélites alrededor de usted por ser Pedro Duque?

No. En todo caso hay gente que pasa y desvía un poco su trayectoria cuando me ve… Pero vamos, satélites no creo… No veo gente que me pulule…

Por su forma de ser, discreto, ¿es incómodo que los exagerados le llamensuperhombre y le pongan adjetivos de otra galaxia?

Puede llegar a ser un poco incómodo, según cómo lo diga la gente, pero, vamos, no tengo ninguna duda de que son todo percepciones falaces. Cada uno tiene sus áreas en las que hace las cosas bien, y lo que me ha pasado es que he tenido suerte, me ha tocado que me elijan, dos vuelos espaciales… Aparte de saber matemáticas, tengo otro motivo por el que no compro la lotería: creo que ya me ha tocado.

La familia es lo que usted más echó de menos en sus viajes espaciales. ¿Cómo educa un pionero a sus hijos para que aspiren a lo más alto?

A veces, en las entrevistas te preguntan y te presionan para que digas algo que hayas echado de menos, pero en diez días tampoco da la cosa para mucho… Sí, se echa de menos a la familia y a los amigos, pero no hay casi tiempo de pensar en nada… Ahora que la gente está seis meses en el espacio, y es posible que me toque eso un día, si todo saliera bien, hay muchas cosas de la Tierra que se echan de menos: desde abrir la ventana, hasta dar un paseo…

No hay ninguna manera perfecta ni matemáticamente correcta de educar a los niños. Se trata de ponerles en un contexto en el que puedan desarrollarse lo más posible. Eso es lo único que podemos hacer; después tienen que ir ellos solos. Y, a la vez, no conviene ofrecer un exceso de facilidades, porque puede ser contraproducente. Es un equilibrio complicado. Últimamente se tiende más a una educación muy proteccionista, que luego no les hace ningún bien a nuestros hijos.

¿Pedro Duque es de horóscopos?

Creo que nadie que tenga un poco de base y de conocimiento del mundo se puede creer eso… La gente que se lo cree, se lo cree por hacer una gracia, como las gracias del estilo de que Elvis está vivo…

Cuándo se ve la Tierra con perspectiva, ¿tiene sentido que haya personas que sólo giran en torno a su ombligo?

Cuando ves la Tierra con perspectiva es mucho más fácil reconocer la realidad: que estamos en una esfera minúscula en una enormidad enorme del Universo… Los problemas gordos son problemas de todos. Y los que nos causamos los unos a los otros, está claro que se podrían evitar fácilmente si uno viese desde esa perspectiva orbital.

¿Viajar al espacio curaría los nacionalismos?

En general, los nacionalismos se curan viajando. Eso es de Unamuno, aunque no sea yo de letras… Y, claro, cuánto más lejos se viaje, más se curan… Cuando haya gente viviendo en otros planetas, se curará el nacionalismo terrestre…

¿Cómo es el humanista que lleva usted dentro?

Me gusta ir leyendo a los que parece que serán los premios Nobel o lo han sido ya, para ver la evolución de la escritura. Me encanta Murakami, que te hace estallar la cabeza en imágenes, y algún otro autor japonés, como Kenzaburo. Estoy leyendo también historia universal, porque muchas de las cosas que nos han explicado están inventadas y quiero conocer la historia de verdad.

¿En qué curso de conocimiento del espacio estamos en el siglo XXI?

En párvulos… Hemos enviado satélites que son capaces de muchas cosas, pero todavía queda muchísimo que no se puede hacer desde la Tierra, porque hay que ir a los sitios... Todavía estamos en uno de los millones de millones de sistemas solares que existen.

El gran progreso de la carrera espacial fue en plena Guerra Fría. Las guerras, en general, son desencadenantes científicos. ¿Somos capaces de crecer en la carrera espacial también en tiempos de paz?

Sí, se puede. Es verdad que hay menos tensión en los gobiernos, que deben invertir más para adelantar en conocimiento y, por lo tanto, en productos y posibilidades, con respecto a su enemigo o adversario, y en tiempos de paz la competencia es comercial. Sabes que, cuanto más inviertas en el espacio, mejor vas a estar dentro de quince años. Pero quizá es verdad que el incentivo es menor. De todas formas, siempre hay algún tipo de polarización. Los humanos tendemos a la polarización y a barrer para casa. Siempre habrá algo…

¿La mujer tiene su hueco en el mundo astronauta?

Lógicamente, no se hace ninguna diferenciación explícita. En las carreras técnicas debemos hacer un gran esfuerzo para que haya más mujeres. Sigue habiendo, por lo que sea, no sé los motivos, menos mujeres que hombres interesadas por las ingenierías. Por eso, al final, en todas las profesiones relacionadas con la ingeniería, también la de astronauta, hay menos mujeres, pero nada más. No hay ningún problema. Ahora mismo está mi compañera Peggy Whitson en la estación espacial, y va a hacer lo mismo que hacemos los hombres, y muchas cosas, muchísimo mejor. Otra compañera, la italiana Samantha Cristoforetti, acaba de tener un hijo hace 2 ó 3 días, y seguro que el año que viene está otra vez preparada para volar al espacio.

¿Cómo puede contribuir la ciencia espacial para conseguir un mundo más justo?

De muchísimas maneras. Con la aparición de los satélites de comunicaciones se ha avanzado mucho en conseguir un mundo más justo. Las atrocidades que se producen en cualquier parte del planeta las vemos todos enseguida, y eso genera influencias políticas de manera prácticamente inmediata. El pueblo, viendo lo que está pasando, puede intentar atajar esas barbaridades que se producen en diferentes partes del mundo. Nos acordamos de la historia de una mujer que iba a ser apedreada por un motivo completamente bárbaro, y gracias a los satélites se hacen públicas las imágenes, se genera una corriente global de opinión pública, y se exige a las Naciones Unidas que haga algo, hasta que se le salva. El espacio, de todas formas, sólo puede pasar información. No siempre se consigue una respuesta.

La observación de la Tierra con satélites que estudian el clima también proporciona información que serviría para crear un mundo más justo. Ya veremos si se consigue o no, pero la información está.

¿Físicamente está usted para Juegos Olímpicos, o cuál es el nivel de un astronauta en forma?

¡No! Nosotros tenemos unas exigencias físicas completamente diferentes. Lo que hace falta ahora es dedicación, estudiar cómo funciona todo, adquirir el nivel científico necesario para entender los experimentos, conservar la salud… Sí, hay que ir al gimnasio, y fortalecer especialmente, por ejemplo, el torso, que es lo que más se utiliza cuando un astronauta sale fuera…

¿La natación, la bici, y el submarinismo siguen siendo sus rutinas deportivas?

La bici, menos. El submarinismo, todo lo que puedo.

Esta semana se ha publicado un estudio de la NASA sobre la salud ocular de los astronautas. Al parecer, del espacio se vuelve a casa con problemas de visión.

En la órbita de la Tierra la radiación es importante, pero no es muy grande. Los que fueron a la Luna sufren una incidencia mayor, especialmente de cataratas, porque en ese trayecto estás más expuesto a radiaciones. En la estación espacial, al estar mucho tiempo, y en ingravidez, es casi como estar boca abajo, y eso afecta a algunos órganos de la cabeza, también a los ojos. Es lo que ahora estamos estudiando. Todos los astronautas tomamos medidas contra la presión ocular, y se están empezando a acumular suficientes datos para saber lo que pasa.

Más o menos, hemos superado el problema de la pérdida del calcio en los huesos y la fuerza de los músculos con una cantidad importante de ejercicio. En la estación espacial hay aparatos para ello. Con el protocolo adecuado, eso se ha conseguido. Ahora debemos cuidar los ojos, porque tenemos que saber muy bien lo que sucede antes de enviar a gente a otros planetas.

¿Qué podemos aprender de su vida, aunque nunca lleguemos tan lejos?

Podría explicarles a mis hijos muchas cosas que he hecho mal, y que mejor que no las repitan… No sé. Creo que mi desempeño profesional puede servir un poco de símbolo de que, si los españoles se ponen a algo, se puede conseguir. Puede ser un símbolo de las 5.000 personas que trabajan en la industria del espacio y que están desarrollando competencias y ganando competiciones industriales a empresas de muchos países de Europa… Eso no se ve, pero a mí sí me ven, y yo puedo utilizar eso como una imagen gráfica.

Además, siempre ha desprendido usted mucha ilusión y mucha pasión por su trabajo. Eso es otra aportación interesante.

No soy de letras, pero sé que Ortega y Gasset decía que el ser humano no se mueve por la obligación, sino por el entusiasmo… Si nos entusiasmamos más, si se apuntan más mujeres a las ingenierías y podemos contar también con el otro 50% del talento de la humanidad, con ilusión, despertando ilusiones en nuestros hijos, a lo mejor con eso tiramos más de un país con mucha capacidad de hacer cosas grandes.


REBOBINANDO

En conocimiento del espacio estamos “en párvulos”. Y España es “la quinta o sexta” potencia europea en estas lides. Antes están Estados Unidos, Rusia, China, la India. El espacio –universo de futuro- sigue siendo para el viejo continente un lugar donde se tiene un pie, pero no se implican todas las manos.

Pedro Duque considera que pensar en el futuro de las sociedades sin tener en cuenta la inversión en la carrera espacial es andar con el freno de mano. Habrá pan para hoy –poco, en algunos casos- y el hambre para mañana seguirá ahí, cerca, con destellos luminosos que rezan: “Te lo dije”.

El modelo económico español necesita una apuesta firme por la ciencia, la innovación y el desarrollo. Esta máxima politiquísimamente correcta está en todos los discursos oficiales de ministros, consejeros, académicos, líderes empresariales, tecnólogos y gurús. Pero el gran salto para la humanidad española tiene que ver con levantar el pie de los discursos y pisar la luna de la realidad.

Invertir en ciencia, innovación y desarrollo tiene buena prensa, pero también hay detrás mucho pataleo demagógico, de luchas de clases, que frena la toma de decisiones. ¿Estará bien visto que crezca el presupuesto en innovación cuando se reducen otras prestaciones? El Gobierno que respalde de verdad la ciencia deberá tener arrestos y argumentos, y de esa valentía se desprenderá también que, quizás por primera vez, estamos ante un Ejecutivo que piensa más allá de los cuatro cutres años que enmarcan cada legislatura.

¿Será el segundo mandato de Rajoy ese momento? ¿La ciencia y la innovación serán siempre una aspiración española bonita y tierna, pero lejana? ¿Debe ser sólo el Gobierno el que se meta en harina, o deben apechugar las empresas? ¿Qué fue de los parques tecnológicos? ¿Dónde está todo el talento que sale de nuestras universidades? ¿Se puede invertir en Universidad y no seguir invirtiendo en el desarrollo profesional de tantos licenciados bien formados y preparados para comerse el mundo? ¿Estamos malgastando nuestro potencial, como si la Universidad fuera una oferta loca de ciber-monday?

Pedro Duque es un símbolo, pero también es un espejo. Su recorrido es un camino imitable. Y su curriculum, una meta estimulante y posible. Duque es un reclamo, un modelo, un motivo de inspiración para los audaces. Es una demostración científica de que, si se quiere, se puede.