Javier Fumero

¿Oís eso? Son las subvenciones que dejan de llegar

Junta de Andalucía.
Logo de la Junta de Andalucía.

El título de este artículo está tomado de un sugerente tuit que publicó este jueves un usuario que reaccionaba con agudeza a las críticas de un popular ‘influencer’, muy quejoso por la llegada a Andalucía de un gobierno de centroderecha gracias al apoyo de Vox.

No va nada descaminado el comentarista. Lo que está sucediendo estos días en el sur de España es muy relevante. El pánico que existe en muchos hogares andaluces es tremendo. Bastantes familias han pasado unas Navidades horribles, atemorizados ante el futuro que viene.

Muy pocos estaban preparados para una salida del PSOE de la Junta y, por lo tanto, apenas hubo planes de contingencia diseñados con tiempo suficiente por si las elecciones deparaban este giro político. Iba a gobernar de nuevo el PSOE de Susana Díaz pero en minoría. Lo decían todas las encuestas… Pues va a ser que no.

La pataleta escenificada por Vox en los últimos días alimentó cierta esperanza en tantos corazones atribulados: quizás había alguna posibilidad de permanencia. Si los populistas de derecha se echaban al monte –capaces son- se abrirían las aguas hacia la permanencia deseada. Otro fiasco.

Miles de cargos acaban de confirmar que se les acabó el chollo. Porque PP y Ciudadanos han sido muy claros al respecto. Entre las decisiones pactadas por ambos partidos se incluyen dos medidas especialmente peliagudas para algunos: una auditoría integral sobre la gestión de la Junta y la llamada Ley de evaluación de políticas públicas.

Ésta última norma servirá para eliminar subvenciones, para suprimir altos cargos y asesores designados a dedo, y para deshacer “el clientelismo”.

Hubo quién le vio pronto las orejas al lobo y salió a la desesperada en busca de cobijo. Pero eso no es tan sencillo. Hablamos, sólo en una primera aproximación, de unos 2.500 trabajadores. Son puestos de libre designación en cargos directivos en la sanidad pública (unos 500) o profesores con destino ‘a dedo’ en funciones administrativas o como asesores (unos 400).

No es para tomárselo a broma. Se trata de un auténtico terremoto para muchas familias. Un plato de muy difícil digestión que va a provocar mucho desasosiego y pavor.

Más en twitter: @javierfumero

 
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