Ana Mato, sé fuerte

El presidente Mariano Rajoy la confirmó expresamente en su puesto. Ana Mato no debía dimitir: sólo echarse a un lado y dejar actuar a la vicepresidenta y su comité de crisis. Así sucedió, las aguas del Ébola volvieron a su cauce... y ahora (una vez superada la emergencia) no hay rastro de la ministra.

Ana Mato no lo ha pasado nada bien. A finales de octubre confesó a personas de su confianza que se encontraba al límite. No se veía con fuerzas para resistir tanta presión y continuar al frente del Ministerio de Sanidad. Era consciente de que todas sus declaraciones y medidas iban a ser analizadas al milímetro.

Quizás por eso, el pasado viernes no apareció en el consejo de ministros. A pesar de que había que presentar varias disposiciones que afectaban a su Ministerio, no se quiso arriesgar, ni reabrir viejas heridas. Le tocó dar la cara a Soraya.

La ministra sigue tensa. “El foco va a estar puesto sobre mí, se va a examinar con lupa todas mis propuestas y declaraciones, me van a criticar haga lo que haga...”, admitió amargamente hace varias semanas.

Rajoy no quiere cambios en el Gobierno y apoya a Mato. Considera que la “gestión técnica” de la crisis del Ébola que lideró la ministra fue apropiada y correcta. Según la información que le hicieron hecho llegar sus colaboradores, los protocolos se cumplieron. Ana Mato hizo bien su trabajo. Otra cosa es la “respuesta política”, que fue un desastre.

No creo que España se pueda permitir contar con un ministro a medias, apto sólo para una ‘gestión técnica’ de los asuntos ministeriales. Eso es una chapuza, un despropósito.

Por cierto, Dios quiera que en el año que queda de legislatura no salte a la palestra otra alerta sanitaria de cierta envergadura. En ese momento, a Rajoy no le valdrá con enviarle a la ministra un “sé fuerte”. A partir de entonces el problema lo tendrá en sus propias manos.

Aunque, bien pensado, siempre nos quedará Soraya... Como siempre.

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