Javier Fumero

¡¡Artur Mas lo sabía!!

Hay un detalle de la comparecencia del honorable Artur Mas en el Parlamento catalán para explicar el supuesto cobro de comisiones del 3% por parte de Convergencia que apenas se ha mencionado. Y a mi modesto entender, esconde una enorme carga de profundidad.

Me refiero a esa parte de la intervención en la que el presidente acusa al Ministerio del Interior de “persecución” y búsqueda de un show mediático por avisar a los medios de comunicación el día anterior a la operación policial. Lo argumentó desvelando algo bastante chocante:

-- “Algunos de ellos nos avisaron de lo que iba a pasar”.

Primero. La coartada de Artur Mas no tiene un pase. Si Interior buscaba espectáculo lo que no hace es filtrar la operación. Lo que intenta es pillar el máximo cacho posible y evitar cualquier destrucción de pruebas. Justo lo contrario a lo que pasó: encontraron al tesorero en pleno trabajo junto a la trituradora y con material sensible.

Segundo. A mí me parece de aurora boreal que Artur Mas haya admitido que fue avisado la noche antes de los registros por parte de algún periódico, radio, televisión o plataforma digital de que al día siguiente –el viernes de la pasada semana- se iba a producir una actuación judicial.

Los medios de comunicación normales no avisamos de nuestras noticias: las publicamos. Una fuente policial nos da un soplo (como debió suceder en este caso), trabajamos el tema, llamamos para contrastar y lanzamos corriendo la exclusiva. Cuanto antes.

Lo que Artur Mas ha desvelado es otro caso de clientelismo rastrero y venal. Hablo de la prensa catalana, esa que –salvo honrosas excepciones- lleva años silente, mirando para otro lado, haciendo de tripas corazón y dejación de sus funciones.

La famosa mordida del 3% no es nueva. Ni desconocida para muchos en Cataluña. Pero quienes disponían de los mejores instrumentos para desenmascarar a los golfos apandadores de la Generalitat no lo hicieron. Por dinero. Por sentido de país. O por fragilidad humana. Me da igual.

Las subvenciones públicas llevan años comprando el silencio de los medios catalanes, que se volvieron incluso beligerantes contra quienes, en algún momento, osaron salirse del carril.

 

Un chivatazo como el que ha desvelado Artur Mas compite en vileza al caso del Bar Faisán, cuando algunos policías avisaron a ETA de una redada ordenada desde Francia. Y pone sobre la mesa la existencia de una prensa de partido, vendida y untada. Qué pena.

Más en twitter: @javierfumero

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