Atención a Cristina Cifuentes

Estos días se están jugando varias manos en la vida política nacional. Una de ellas, muy importante, afecta al Partido Popular. Deberá afrontar una renovación interna, más pronto que tarde. Una remodelación que tocará principalmente a su cuadro de directivos y donde los candidatos apenas tienen margen para mover ficha: aquí el que se mueva no saldrá en la foto.

Ante este debate que, a mi modo de ver, se abrirá a medio plazo, hay un nombre que está cobrando fuerza de forma discreta y silente. Es el de Cristina Cifuentes.

Tras las elecciones autonómicas del pasado mes de mayo ya me referí a este caso. En cuestión de semanas, la modesta delegada del Gobierno en Madrid pasó a ser, contra todos los pronósticos, una de las pocas caras del PP que lidera una comunidad. Eso hoy es mucho palmarés, un currículum vitae de campeonato a nivel interno.

Pero hay otro dato relevante en su biografía. Cifuentes gobierna en Madrid tras superar un durísimo proceso negociador con Ciudadanos. ¿Eso qué significa? Que si viene, como han dictado las urnas, una nueva era basada en el pacto, el consenso y el entendimiento, habrá que priorizar a quienes estén acreditados en esta materia. En este aspecto, Cifuentes saca un par de cabezas al resto de rivales.

Por decirlo todo añadiré que Cifuentes todavía debe demostrar lo más importante: capacidad para ganarse el apoyo de otras baronías del partido. Sin cerrar alianzas internas, sin sumar apoyos de otros líderes regionales, no hay nada que hacer en esta contienda.

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Que se lo digan, por ejemplo, a Soraya Sáenz de Santamaría que obtiene también un “muy deficiente” en esta asignatura y parece por ello sentenciada en la carrera.

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