Javier Fumero

Camino a Soria, Rajoy no ha entendido nada

Algunas veces pienso que Mariano Rajoy, con tanta experiencia en la cosa pública, tan brillante en la gestión de los tiempos políticos y en la dialéctica parlamentaria, no ha entendido nada de lo que ha pasado en España en los últimos años. Eso, o es que todo le da igual.

Lo digo porque la elección del ex ministro Soria para el Banco Mundial, con la que está cayendo, no sólo me parece una torpeza política de grandes proporciones sino una demostración de que –como digo- no ha interiorizado que este país ya no se puede permitir algo de esta naturaleza.

Rajoy ha dado el visto bueno a Soria según los criterios de la vieja política, es decir, con argumentos del siguiente tenor: electoralmente, el caso no nos va a pasar factura, se olvidará en unos días; el ex ministro no es un corrupto sólo fue torpe en la gestión de una crisis; además, se fue cuando se le pidió, ahora no se le puede dejar en la estacada; y por último, es mi amigo, dice Rajoy. Y un amigo de los buenos.

Pocos lo saben pero el ascendiente de José Manuel Soria sobre el líder del PP se fraguó a propósito de las estancias del padre de Rajoy en Las Palmas de Gran Canaria, donde solía pasar seis meses al año. En esa época, Soria le atendió muy bien y estuvo preocupado por él. Con frecuencia, llamaba al presidente para darle novedades sobre cómo se encontraba. De ahí los vínculos personales entre ellos dos.

Todo esto está fenomenal. Pero resulta que hoy todo este cabildeo resulta intolerable. España no puede más. Ha cubierto el cupo de pasteleos, amiguismos, chanchulletes, favorcitos, sobres bajo manga, cajas en B y en C, mordidas, colegueos y prevaricaciones. Con un añadido importante: especialmente ahora no sólo hay que ser honesto sino también parecerlo. Y al menos en este segundo capítulo, lo de Soria no tiene un pase.

Hay que recordar lo que sucedió en el año 2009 con un ministro de Justicia del Gobierno Zapatero, llamado Mariano Fernández Bermejo. Este señor tuvo que dimitir tras ser ‘pillado’ compartiendo cacería con el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, que investigaba por aquel entonces la trama corrupta del PP.

No se demostró connivencia alguna pero tampoco aquello tenía un pase.

Sólo queda por ver si aquí, en España, seguimos tragando sapos y las cosas salen gratis o nos plantamos de una vez.

Alguna vez he contado el comentario que me hizo una vez un alto directivo de un gran tour-operador internacional. Me confesó que al menos hasta hace poco, si por algún motivo, se producía ‘overbooking’ en un crucero o en un circuito turístico contratado porque se habían vendido más billetes de las plazas disponibles, la orden de algunas compañías era clara: hay que dejar en tierra a españoles o italianos.

 

-- “Sí, españoles o italianos. Son los que más ruido arman en el momento –añadió. Montan una buena escandalera cuando se quedan en tierra y sólo se les ofrece un realojo. Pero hay que pasar ese mal trago porque, pasados los días, apenas un 1% de los afectados presentan una demanda o exige la devolución de lo abonado. Todo lo contrario de lo que sucede con turistas más flemáticos, como los nórdicos o los alemanes: apenas montan algaradas en el lugar; pero toman nota de todo, se informan muy bien y vas a tener a sus abogados en el cogote de por vida...”.

Más en twitter: @javierfumero

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