Javier Fumero

La Corona se cae

Se cae del logotipo de Iberia la corona real. La marca corporativa de la aerolínea española cambia 36 años después. Mantendrá los colores rojo y amarillo de la bandera nacional pero ¡ay! pierde la corona de la Casa del Rey, que pasa a ocupar un discreto lugar en el fuselaje de los aviones, junto a la matrícula.

España está cambiando. Iberia también. La compañía británica IAG se hizo con la mayoría y, poco a poco, va consumando una transición lógica. Los directivos insisten: “Iberia ha sido embajadora de España durante 86 años y lo va a seguir siendo”. Veremos.

Lo que nadie puede negar es que el cambio en el logotipo coincide con una caída de popularidad y adhesión hacia la Monarquía en nuestro país como no se había visto hasta ahora.

Motivos no faltan. Aún permanece en la memoria de muchos aquella cacería en Botsuana, con operación de cadera incluida. El caso Corinna también sigue en portada (la última: la de Vanity Fair edición USA). La posible imputación de la Infanta Cristina por el caso Urdangarín sigue constituyendo una amenaza grave. También hubo una cuenta en Suiza de don Juan que complicó aún más las cosas. Dos libros sobre Letizia Ortiz, etc, etc, etc.

Como contrapeso, el Príncipe Felipe ha cobrado protagonismo en estos últimos meses. Ha habido unanimidad en el balance positivo de sus intervenciones más recientes, incluida la defensa en Buenos Aires de la malograda candidatura olímpica de Madrid 2020. La Reina, desde su silencio y discreción, también ha multiplicado su presencia.

Sin embargo, las banderas republicanas también se dejan ver cada cierto tiempo por las calles y plazas de España. Y algunos extremosos queman retratos del Rey en Cataluña. Para dejar constancia (si hiciera falta) de que el desafío sigue ahí.

El periodista anglo-español Tom Burns Marañón escribió un libro titulado ‘La Monarquía necesaria’. En él viene a decir que el papel fundamental del Rey ahora es explicar, hacer comprensible al mundo, la utilidad de la monarquía.

Su papel de mediador en los grandes conflictos. La misión de ‘conseguidor’ de contratos y grandes acuerdos beneficiosos para el país negociando con socios internacionales. La cercanía a los ciudadanos y sus problemas. El respeto a todos, incluso a aquellos que más trabajan para la desaparición de la institución…

Es una tarea ambiciosa, lenta y costosa. Sólo el tiempo dirá si acabará logrando su propósito. Porque lo cierto es que aquí nadie regala nada. Ni siquiera los británicos de IAG.

 

Más en twitter: @javierfumero

Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato