Discusiones familiares por Cataluña en Nochebuena

Me he decidido a escribir sobre esto porque es la tercera vez en una semana que alguien alude al tema. Algunas familias que viven en Cataluña están preparando con tiento la cena de Nochebuena. Porque se temen lo peor.

Es la velada familiar por excelencia en nuestro país. Cuando, tradicionalmente, las familias españolas se reúnen para pasar juntos la noche. Se turnan los años que se pasa en la casa de unos suegros y de los otros para evitar celos y disputas. Los jóvenes salen con los amigos pero sólo después del encuentro navideño. Y muy pocos optan por la soledad.

Ese día algunos se vuelven a ver después de mucho tiempo. Se valoran los cambios en el otro, se comentan los sucesos del año, se intercambian regalos... Es una noche especial. Por eso, hay quien lleva muy mal que todo se estropee por discusiones acaloradas.

Pues bien. De un tiempo a esta parte, como digo, escucho el lamento de padres que van a reunir, en torno a la mesa familiar, a parientes con muy distinta opinión sobre la cuestión catalana.

Hay una crispación en el ambiente que se puede cortar, me dicen. Y ya existen precedentes. Primos, sobrinos, cuñados, tíos... no pueden afrontar esta cuestión sin encenderse. Parece que no es un tema del que se pueda hablar con serenidad, desapego y moderación.

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Además, los intentos por dejar la cuestión fuera de la noche de marras es prácticamente imposible. Siempre hay alguien que abre la espita. Y eso –explican- es como prender la mecha. No hay broma posible, ni tregua que se pueda negociar. Claro, después vienen los remangos, las caras largas, los disgustos...

No es una buena noticia... Digo yo.

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