Javier Fumero

Huye, corre, vete, márchate de España

Marta Rovira nos ha dejado. El viernes, por sorpresa, la secretaria general de ERC anunció que abandonaba España y recalaba en Suiza para evitar presentarse ante el Tribunal Supremo. Había sido citada como imputada pero ella sabía que le esperaba la cárcel.

A través de una carta, la dirigente declaró que emprendía “un camino duro que, desgraciadamente, tantos otros que me preceden han tenido que coger”. “El camino del exilio”, apostilló antes de añadir: “Siento tristeza, pero mucho más triste ha sido vivir silenciada”.

¿Que ha vivido silenciada? ¿Ella? Qué desvergüenza. ¿No pudo hacer campaña electoral en diciembre? ¿Alguien le impidió presentarse a los comicios? ¿No ha protagonizado cuantas ruedas de prensa ha querido como líder de ERC?

Sería de chiste si no fuera tan patético. Sobre todo para los suyos. La cobarde decisión de Rovira supone, por encima de cualquier otra cosa, un puntapié en la espinilla de su compañero de partido Oriol Junqueras.

Ojo a lo que está sucediendo. A este paso, los rebeldes del procés van a convertir en héroe al recluso Junqueras: el único Nelson Mandela de esta historia. Del primero (el Napoleón Puigdemont ahora preso en Alemania) a la última (la presunta indomable y anarquista Anna Gabriel) se lo han hecho encima cuando ha llegado el momento de la verdad. Todos han puesto pies en polvorosa.

Cuentan de un escritor inglés –nunca supe su nombre- que quiso gastar una broma a diez de sus conocidos. A todos ellos les unía una cosa: su prestigio social, un indiscutido halo de rectitud que sus conciudadanos extendían sobre ellos cuando salían, directa o indirectamente, en cualquier conversación de salón.

Al protagonista de esta historia no se le ocurrió otra cosa que enviarles por correo, a esos diez amigos de buena posición social, una escueta misiva que sólo decía lo siguiente:

-- “Márchate enseguida: se ha descubierto todo”.

La sorpresa del literato fue mayúscula cuando comprobó que, uno por uno, sus diez compañeros abandonaron el hogar precipitadamente, nada más recibir su carta. Increíble.

 

Como en el caso del escritor inglés, aquí parece que todos –demasiados-, por más honorables que digan ser, tienen algo que ocultar. No se sienten seguros y, lejos de demostrar coherencia con sus principios y algo de gallardía humana, deciden hacer el petate y comenzar una vida como prófugos.

Así se escribe la historia.

Más en twitter: @javierfumero

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