Javier Fumero

Josu Ternera busca empleo

Imagino que muchos pensarán lo mismo. Estamos asistiendo a un momento histórico en España: el fin de ETA, una banda terrorista que sembró el terror durante años en este país. Hay que recordarlo lo suficiente para valorar en su justa medida lo que estamos viviendo.

Todavía recuerdo aquellos años de bombas lapa, el disparo en la nuca, el secuestro en zulos, las ollas cargadas de metralla, los lanzagranadas frente a los acuartelamientos, el Tytadine, el amonal, la pentrita, la cloratita y el cordón detonante, las troqueladoras de matrículas, los 9 milímetros Parabellum.

Quizás para el que llegaba a Madrid desde una isla—como fue mi caso- aquello impresionaba un poco más que a un residente de la capital. Pero el panorama era tremendo: cadáveres en las cunetas, fotografías de cuerpos mutilados, niños llorosos, madres y esposas desconsoladas, coches calcinados en las portadas de los periódicos, funerales, banderas a media asta por luto oficial, los Reyes llorosos junto a familias destrozadas. Un horror.

Todo eso terminó.

Algunas veces he dicho que cuando todo pase definitivamente, y ya estamos cerca, será el momento de recordar a los héroes anónimos de estos años. Policías, guardias civiles, jueces, fiscales, políticos, abogados, espías… que han entregado su vida, de forma discreta, por esta paz que llega ahora. Cuántas historias conmovedoras habrá sin contar.

Por lo pronto, uno que deberá ponerse a buscar empleo es Josu Ternera. Hablo, efectivamente, de José Antonio Urruticoetxea Bengoechea. Tiene 66 años, cumplidos el pasado 24 de diciembre, y es el miembro de ETA que más tiempo lleva en el mundo del terrorismo.

Se incorporó a la banda en los años 60, colaboró de alguna manera en el asesinato de Carrero Blanco y pasó por la cárcel en Francia y en España. Después dio el salto a la política. Se convirtió en diputado de Euskal Herritarrok, antes de que fuera ilegalizada. Durante varios años impulsó un pacto para que ETA abandonara la violencia, una lucha que le granjeó algunas enemistades en la propia banda.

Cuando el Tribunal Supremo lo llamó a declarar, en el año 2002, volvió a la clandestinidad. Huyó de España y ‘desapareció’. Se ha contado que vivió como profesor de Historia en una pequeña localidad francesa, estaba casado y hace pocos años tuvo un bebé.

Desde hace tiempo circula el rumor de que no hay una auténtica voluntad política de detenerle: si no se le apresa es porque no se quiere. Las fuentes argumentan dos motivos: en primer lugar, Josu Ternera lleva años trabajando en firme por un final pacífico de la banda; y en segundo lugar, el ex pistolero está gravemente enfermo, requiere tratamiento. Ninguno de esto puntos ha podido ser acreditado y hay investigadores que lo niegan de forma tajante.

 

Quizás sea él la persona elegida por el mundo abertzale para escenificar una entrega de las armas creíble. Si es así, deberá empezar a buscar trabajo en breve. Eso sí, una vez responda a la orden internacional de búsqueda y captura que pesa sobre él por el atentado contra el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, en el que fueron asesinadas 11 personas, seis de ellas menores de edad.

Más en twitter: @javierfumero

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