Javier Fumero

Malversación, prevaricación, fraude y falsedad

España ha aguantado mucho durante estos años. A mucho zote, a mucho pérfido, a mucho truhán, a mucho desalmado. De hecho pienso que la corta memoria que tenemos si bien nos impide ser más ecuánimes a la hora de votar (el olvido nos perturba a la hora de mandar a casa a los caraduras), por otro lado nos permite hacer más llevadero el día a día.

Sería insoportable vivir con tanta mezquindad continuamente presente, afrontar cada jornada absolutamente conscientes de todo el mal que nos rodea. Sería, como digo, inhumano y por tanto, insoportable. Podemos sobrellevar nuestra existencia porque logramos olvidar. Eso sí. Cuando salimos del sopor, el estacazo es considerable.

Digo todo esto a cuenta de la última noticia sobre corrupción y política.  El Tribunal Supremo acaba de confirmar la condena a cinco años y medio de prisión (y seis años de inhabilitación) impuesta por la Audiencia de Mallorca a la expresidenta del Parlament balear y de Unión Mallorquina Maria Antònia Munar.

Que España haya permitido gobernar a una dirigente de esta catadura moral indica el grado de perturbación que existe en nuestra joven democracia.

El Supremo confirma como probado que Munar cometió delitos de malversación continuada, prevaricación, fraude a la administración y falsedad en documento oficial, en el marco del ‘caso Maquillaje’: un desvío de 240.000 euros del erario público a una empresa que controlaba a través de testaferros. ¡Zas! Directamente, a la buchaca.

Se trata de la primera sentencia firme contra Munar, que también presidió el Consell de Mallorca. Pero la ex líder de Unión Mallorquina está en prisión preventiva desde el pasado 24 de julio, tras haber sido condenada a otros seis años de cárcel por otra causa con la justicia, el denominado ‘caso Domenge’.

Nos costará recuperarnos de este tsunami. Eso es seguro. No sólo por motivos estéticos –por daños a la ‘marca España’- sino porque este tipo de pendencias dejan heridas que son muy difíciles de sanar: desconfianza, escepticismo, desistimiento, desengaño... y mucho mal café. Una pena.

Más en twitter: @javierfumero

 
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