Mucha guerra, mucha pena

Flagrantes violaciones de la ley, desvío de fondos públicos para una ilegalidad, desacatos, coches de la guardia civil destrozados, acoso a periodistas, sentadas para impedir que los policías cumplan su deber, detenciones… No es Venezuela. Hablo de Cataluña.

Creo que el Gobierno español está actuando como debe para impedir un atropello. Era de esperar una reacción de este tipo porque lo contrario nos llevaría a la anarquía. Pero eso no quita para que todo esto provoque mucha pena.

La Generalitat se ha tirado al monte. Los antiguos convergentes hicieron cuentas y decidieron una huida hacia adelante: optar por el extremismo. Era eso o intensificar su caída en las encuestas. Se trataba de desviar la atención de varias vías de agua que amenazaban todo el proyecto: el caso Pujol, el caso Palau y las mordidas del 3%.

Esquerra y la CUP observaron el viraje y aplaudieron encantadas. Un aliado inesperado a sus planes rupturistas. Y así, pasito a pasito, se fue gestando esta tremolina que amenaza ahora con provocar un roto político y social de grandes proporciones.

Lo peor de todo es que nadie nos ha empujado a meternos en este berenjenal. Lo hemos hecho solitos. Y que tardaremos años en restañar las heridas. Hay agravios que no se van a olvidar nunca. Tendrán que ser las siguientes generaciones.

Vídeo del día

Detenida en Madrid una kamikaze borracha y
con un kilo de cocaína en el maletero

 

Una pena, insisto.

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