Javier Fumero

Ojo a la campaña electoral de Podemos

Iñigo Errejón deslizó el otro día dos pistas interesantes sobre el próximo 26-J. En una entrevista concedida al suplemento Papel, del diario El Mundo, dijo:

a) Podemos cometió errores durante la negociación para lograr la investidura. “A veces hemos podido parecer rígidos y enfadados. Deberíamos haber sido capaces de movernos con mayor soltura. Es posible que hayamos tardado en tomar algunas decisiones y que hayamos pecado de una cierta ingenuidad”.

b) Sobre su relación con Pablo Iglesias, asegura que ahora están unidos en la consecución de un mismo objetivo: “Trabajamos codo con codo en una campaña que puede ser crucial para la Historia de España. Estamos rearmando la estrategia para unas elecciones que nos pueden dar el empujoncito definitivo para aquello que acariciamos el 20D”.

Efectivamente, estos días hay que recordar la gran sorpresa que fue en las pasadas elecciones del 20-D el vertiginoso ascenso protagonizado por Podemos en las semanas previas a la cita electoral. Los datos así lo avalan: un sondeo que se publicó el 13 de noviembre le otorgaba 37 escaños; el 11 de diciembre otra encuesta estableció que la formación morada lograría hasta 53 diputados; finalmente, Podemos obtuvo 69 escaños y un 20,66% de votos.

Fue un comportamiento inusual, muy distinto a lo que sucedió con el resto de partidos:

-- El apoyo al Partido Popular fue constante durante el mes anterior a los comicios. Sólo se registró un ligero crecimiento en la semana final. Apenas se dejó notar en el ánimo del votante, por ejemplo, la agresión que sufrió Mariano Rajoy en Pontevedra.

-- El voto del PSOE decreció: experimentó una creciente fuga hacia Podemos en los días previos a la jornada electoral.

-- Ciudadanos experimentó también, como el PSOE, una sensible caída. Su voto fue más consistente durante el debate soberanista de Cataluña pero fue perdiendo fuerza a medida que la campaña giró hacia cuestiones menos identitarias. Además, muchos de sus potenciales electores volvieron a su partido original al desconocer cómo se posicionaría en los eventuales pactos posteriores.

Todo esto puso de manifiesto que las estrategias de los partidos son más importantes que acontecimientos puntuales. Y el partido de Pablo Iglesias hizo una campaña electoral brillante, que le permitió captar, además de voto socialista, apoyo de los nacionalistas y de la abstención.

 

Por lo tanto, si para alguien es decisivo el proceso que comienza ahora es para Podemos, que anuncia más actos a pie de calle, la vuelta a las esencias asamblearias: actos pequeños, de tono más cercano, relajado y pedagógico. Así como con la disputa en los medios de comunicación, las redes sociales y la propaganda.

Desde Podemos se insiste: “las campañas nos sientan bien”. ¿Por qué? Porque es capaz de poner en juego una pasión colectiva que no se diseña ni se copia.

Iñigo Errejón ha hablado en alguna ocasión de esta “generación de un sentido de pertenencia y de trascendencia que produce una ilusión plebeya, de la gente común, de tomar partido en un momento decisivo y por algo sustancialmente diferente que una competición entre élites: por la reconquista de las instituciones y la recuperación de la soberanía popular”.

Por eso Podemos ha puesto desde sus comienzos mucha atención en la generación de referentes, hitos, símbolos y palabras que funcionan como catalizadores de una nueva identidad política popular.

Interesante.

Más en twitter: @javierfumero

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