Javier Fumero

Si el PP no es creíble tiene un problema grave

Llevo semanas observando la evolución del caso que afecta al presidente de Murcia, imputado por el Tribunal Superior de Justicia por presuntos delitos de prevaricación y malversación. Y creo que ya puedo decir que el Partido Popular se está equivocando en un asunto muy delicado.

Pedro Antonio Sánchez asegura que es inocente y, con él, todo el Partido Popular. De Rajoy al último portavoz claman por su honradez, por su integridad. Todo se debe a un cúmulo de errores administrativos de los técnicos municipales. Va a salir absuelto, limpio de polvo y paja.

No pongo en duda su presunción de inocencia. No tengo datos. Pero me parece llamativo el golpe de posverdad adoptado por el partido que gobierna este país respecto al pacto firmado con Ciudadanos.

El acuerdo de investidura firmado por ambas formaciones recoge el compromiso de expulsión inmediata de cargos que adquieran la condición de imputados. Tal cual. Sin embargo, el PP advierte ahora que Sánchez solo dimitirá si se le abre juicio oral.

Parece que la palabra dada no vale un duro. Al más puro estilo Donald Trump, las cosas que se dijeron ya no valen, los acuerdos que se cerraron ya no sirven, las frases que se pronunciaron se reescriben o se reinterpretan. Todo está impregnado de un tufillo mentiroso.

¿Esto qué es?

A mi juicio, un grave error, insisto. Por dos motivos fundamentales:

1. El PP queda como displicente y soberbio. Quien rompe la baraja con la que se estaba jugando la partida, quien quebranta la reglas acordadas, se presenta por encima del bien y del mal. Los pactos son para los mortales pero yo no estoy sujeto a ellos, por eso los puedo subvertir a conveniencia y no pasa nada. Sí pasa. Pasa, como digo, que se ofrece una imagen de altanería y arrogancia nada conveniente porque hay pocas cosas que repugnen más a los votantes.

2. El PP deja de ser un partido de fiar. La mentira es uno de los peores males de la vida social al quebrar uno de los pilares sobre los que se sostiene la convivencia: la confianza. El que miente, el que no cumple los pactos que firma, el que se desdice de un compromiso, vuelve la vida más salvaje, animal, inhumana. Nos vuelve desconfiados, celosos, mezquinos. Por ese camino se acaban levantando empalizadas, disparando antes de preguntar, rompiendo puentes.

 

Entiendo que todo esto lo saben en Génova. Sobradamente. Por eso, si han decidido seguir adelante a pesar de todo lo dicho es que han realizado un análisis de las ventajas y los inconvenientes y consideran más propicio el itinerario elegido que su contrario. Eso… o es que se han vuelto miopes.

Cualquiera de los dos escenarios resulta preocupante.

Más en twitter: @javierfumero

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