A Pablo Iglesias le conviene que haya tensión
He recordado en alguna otra ocasión aquel suceso con micrófono indiscreto que tuvo lugar en febrero de 2008, a un mes de las elecciones generales. Zapatero acudió al plató de Cuatro para una entrevista en el informativo que entonces dirigía y presentaba el periodista Iñaki Gabilondo.
Aquella noche, al terminar el cara a cara, la cadena distribuyó al resto de televisiones unas imágenes de recurso, informales, en las que los protagonistas charlaban por lo bajo, de forma distendida, tras su intervención… sin darse cuenta de que los micros recogían la conversación privada.
Lo que allí se dijo fue, más o menos, lo siguiente:
Iñaki Gabilondo: “¿Qué sondeos tenéis?”.
Zapatero: “¡Bieeeen! Nada. Bien...”.
G: “Sin problemas ¿no?
ZP: “...lo que pasa es que yo creo que nos conviene que haya tensión...”.
G: “Os conviene muchísimo...”.
ZP: “… Yo voy a empezar a partir de este fin de semana a dramatizar un poco. Pero nos conviene mucho. Si no, la gente... bueno...”.
Tensión.
El suceso me ha venido a la cabeza estos días al constatar la actitud de Pablo Iglesias. El líder de Podemos se ha lanzado a reconquistar el fervor perdido, dispuesto a conjurar la pérdida de simpatía de sus bases y a aprovechar la debilidad del PSOE.
La estrategia es clara: tensar las cosas. Volver a las barricadas, la denuncia social, el tumulto y reivindicaciones. Bienvenidas sean las algaradas en la Universidad Autónoma que consigan minutos de telediario. Adelante con las escenificaciones en el Congreso, mostrando panfletos-denuncia sobre los CIEs de internamiento para inmigrantes ilegales.
Los líderes de Podemos deben estar junto a los preferentistas de Bankia, apostados en la puerta de la Audiencia Nacional donde se juzga las tarjetas black.
Ante este planteamiento, Iñigo Errejón es “tibio” y “templado”. Así lo ha definido Pablo Iglesias, empeñado como está ahora en caldear el ambiente. Se trata de eso. Conviene tenerlo muy presente.
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