Periodistas muy peligrosos

La expresión la puso de moda hace unos años María Teresa Fernández de la Vega, cuando ejercía como vicepresidenta primera del Gobierno. No sé si lo recuerdan porque el suceso tuvo lugar el 18 de junio de 2004, cuando estaba dando la rueda de prensa en La Moncloa como portavoz del Gobierno, minutos después del Consejo de Ministros.

Fernández de la Vega compartía mesa aquel día con la ministra Cristina Narbona. Poco antes de que el turno de preguntas tocara a su fin, De la Vega reaccionó imperiosa:

-- “La última, la última. Por ahí”.

En ese momento, la ministra Narbona, señalando discretamente hacia la parte opuesta de la sala, le dijo en susurros:

-- “Por allí nos miraban”.

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Lo captó uno de esos micrófonos indiscretos, que todo lo registran. La respuesta de la vice también quedó grabada para la posteridad:

-- “Sí, pero por allí son muy peligrosos”.

Aquel día, los periodistas quedamos divididos entre plumillas de confianza y muy peligrosos.

La anécdota me ha venido a la cabeza ahora al echar la mirada atrás y constatar lo que está sucediendo en la clase periodística de un tiempo a esta parte. Veo movimientos extraños, gestos apenas perceptibles, otros más ostentosos, que me transmiten malas vibraciones.

Parece como si los tiempos de los periodistas de confianza y los muy peligrosos hubieran vuelto.

Como suelo decir en estos casos, ustedes no se preocupen: me lo haré mirar y ya está.

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