Javier Fumero

Rajoy se ha equivocado con Cataluña… o no

Escucho a muchas analistas estos días insistir en lo mismo: Rajoy ha llevado de la peor manera esta crisis. El desafío independentista catalán le ha superado. Se ha convertido, él solito, en el responsable final de todos los excesos de este domingo.

Entienden, por ejemplo, que el jefe del Ejecutivo debía haber actuado antes. No haberse tomado a broma el órdago. No dejar pudrir el problema, una forma de proceder muy suya: como si la cuestión fuera a solucionarse sin intervención alguna.

Lo que ha logrado, actuando con esta pasividad, es enquistarlo más. Los radicales se han envalentonado y se han subido a las barbas. Cuando ha querido darse cuenta ya era demasiado tarde.

También se achaca a Rajoy poca capacidad de diálogo. Un político es un experto en negociar. Se le presume esa capacidad para resolver parlamentando los grandes problemas. Explicarse, escuchar, ceder, plantear, buscar alternativas, sortear escollos, hacer concesiones, maniobrar, jugar a tres bandas…

Dicho todo esto, yo no lo tengo tan claro. No tengo claro que esto se hubiera resuelto con una brusca intervención preventiva, con una actuación más decidida y con mucho más diálogo. No lo tengo claro.

En su momento, pensé que esto iba de sentarse y hablar. Alguno me criticó –probablemente con razón, digo ahora- por reclamar “más cariño” a la cuestión catalana, a sus políticos y ciudadanos. Ahora, insisto, no tengo tan claro que eso hubiera funcionado. Si la clase dirigente catalana ha dado muestras de tanta cerrazón con un presidente del Gobierno tan pasivo, ¿cómo hubiera reaccionado ante medidas más coercitivas aplicadas con antelación?

Yo le achaco a Rajoy un grave problema de comunicación. Y esto tampoco es nuevo. No ha sabido ganar la batalla de la imagen, tan importante en esta época de la posverdad donde los hechos juegan un papel tan relevante como los sentimientos, como las percepciones. Con un poco de talento y mano izquierda habría sufrido menos desgaste y las falacias de los radicales no hubieran calado tanto dentro y fuera de España.

Dicho esto, pienso que aplicar el artículo 155 es una barbaridad. Aquí yo estoy con el presidente: sólo debe emplearse en un caso de extrema gravedad y cuando no quede más remedio. Es la última opción. Así se ha tratado desde Moncloa. Y a mi me parece muy bien.

Los principales responsables de la sinrazón que se ha vivido estos días son Puigdemont, Junqueras, Carme Forcadell, Trapero, los chicos del PDeCAT y la CUP. Ellos se han echado al monte y han roto este país. Son los principales responsables de lo que está pasando aquí.

 

Un ejemplo de que quizás no estemos tan equivocados los que pensamos de esta manera es comprobar los apoyos internacionales que se están produciendo.

Es verdad que contra la independencia de Cataluña se ha manifestado Donald Trump. Pero junto a los secesionistas se ha situado la ultraderecha europea: el líder del UKIP británico, Nigel Farage, el populista holandés Geert Wilders, y el ultra austríaco Heinz-Christian Strache.

Es ilustrativo.

Más en twitter: @javierfumero

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