Y la Reina permanece en silencio
Hay silencios muy elocuentes. A mi me llama particularmente la atención el de la Reina Sofía. Alguno podría decir que nunca se caracterizó por hablar mucho, que siempre optó por la discreción. Siendo esto cierto, creo que eso no resta valor alguno al hecho. Máxime, con la que está cayendo.
Son tiempos muy difíciles para la Casa Real. Desafíos en múltiples frentes, a cada cual más peliagudo. En abril se cumplen dos años de Botsuana y Corinna, unos hechos que aún siguen latentes. La salud del Rey sigue preocupando a la vista de lo sucedido en la última Pascua Militar.
Por otro lado, la infanta Cristina acude dentro de unos días al juzgado imputada por el caso Urdangarín, percibido como un auténtico martirio por la propia Familia Real.
Y ahora, la guinda del pastel: esos “altibajos” admitidos por Zarzuela en el matrimonio entre el Príncipe Felipe y Letizia Ortiz.
Durante todos estos años la Reina ha estado ahí, entre bastidores, en silencio pero no ausente. Aguantando abucheos que no iban dirigidos a ella. Repartiendo cataplasmas, buscando recomponer puentes. Sufriente. Leal. Firme.
Lo he escuchado alguna vez y lo he escrito de diversas formas en este blog. Las monarquías han demostrado siempre una especial capacidad de sobreponerse a las catástrofes.
Sólo hay que mirar lo sucedido en el Reino Unido. La celebración del jubileo de Isabel II en el trono de Inglaterra hace cinco años desató una euforia monárquica nunca vista en el país. Y hablamos de una dinastía bastante baqueteada por sucesos bochornosos.
En Holanda, el marido de la Reina Beatriz fue cazado con dinero procedente de sobornos. Años después, anunció su abdicación entre alabanzas, vítores y muestras de cariño sin igual.
¿Sucederá lo mismo en España cuando escampe la tormenta? Veremos. Pero, por lo pronto, este país debería ir organizando las cosas para rendir a la Reina Sofía –cuando toque- el homenaje que se merece. Digo yo.
Más en twitter: @javierfumero
