Javier Fumero

Tercera avería de un avión presidencial y aquí no dimite nadie

El suceso quedó rápidamente sepultado por la marea informativa. Pero el incidente se puede calificar de muy grave. Mariano Rajoy se vio obligado el pasado viernes a regresar a Dublín, de donde había despegado unos minutos antes, al detectarse una avería en el avión oficial que le traía de regreso a Madrid.

La nota que emitió el Ministerio de Defensa explicaba que el Falcon 900 tuvo que regresar al aeropuerto de la capital irlandesa “tras detectarse una luz de aviso de fallo mecánico”:

-- “Tras producirse el despegue, a unos 300 pies del suelo, se iluminaron en cabina las luces de aviso de fallo Rev Unlock y Transit que indicaban que la reversa del motor nº 2 no estaba blocada y segura en la posición de plegada [...] La tripulación aplicó el correspondiente procedimiento de actuación para estos casos, pese a ser un fallo menor. Una vez efectuadas las acciones no desapareció el aviso de fallo por lo que la tripulación, siguiendo los pasos establecidos en el procedimiento para esta contingencia, solicitó instrucciones al control para regresar y aterrizar”.

Se trata de la tercera avería en los últimos cinco meses que registra uno de los aviones de la Fuerza Aérea Española que el Ejército del Aire tiene destinados al traslado de autoridades: dispone de cinco aviones Falcon (de fabricación francesa, Dassault) para trayectos cortos y dos Airbus A-310 para larga distancia y con mayor capacidad.

Esta vez ha fallado un Falcon. Pero el pasado mes de noviembre, el Airbus 310-300 en el que el Príncipe de Asturias tenía previsto desplazarse a Brasil sufrió una avería que le impidió despegar. Don Felipe pasó toda la noche en vela, a la espera de que los mecánicos repararan la avería. Pasadas las ocho de la mañana del día siguiente se suspendió el viaje.

El pasado mes de enero, hubo un nuevo incidente. Don Felipe estuvo casi siete horas esperando en el aeropuerto de Santo Domingo, después de que se encendiera el piloto del aceite del Airbus 310 en el que viaja a Tegucigalpa.

No sé qué pensaran ustedes pero yo creo que se trata de un tema de cierta entidad. Hay que esmerarse con la seguridad de cualquier pasajero, faltaría más. Pero si hablamos de la seguridad de las principales autoridades de un país el caso es aún más perentorio.

Y aquí se han registrado fallos concretos que no parecen haber tenido ningún efecto. En cualquier empresa privada esto resultaría intolerable. Se abriría una investigación, se elaboraría un expediente, se realizaría un informe detallado, se comunicaría a los ciudadanos y se pedirían responsabilidades. Sin saña, sin deseo de hacer sangre, sin acritud... pero de forma implacable.

Me consta que en el Ala 45 del Ejército del Aire existe una enorme preocupación. Resulta que, desde hace exactamente un año, el mantenimiento de estas aeronaves dejó de realizarlo Iberia y empezó a ocuparse de ello la compañía Airbus.

 

Insisto: está en juego la integridad de las principales personalidades del país; por no hablar del daño a la imagen internacional de eso que llaman la ‘marca España’. Vaya con estos españolitos chapuceros que no logran apretar dos tornillos, ni proteger a sus autoridades.

Patético, ¿no les parece?

Más en twitter: @javierfumero


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