Javier Fumero

Yihadistas asfixiados en España

Estas cosas no hacen mucho ruido. Al menos como otras. Pero a mí me llama la atención y me parece encomiable. Hablo de la labor callada, discreta pero implacable, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en nuestro país en la lucha contra el islamismo radical.

Ha pasado un año de los trágicos atentados en Francia y Bélgica. Aquellos sucesos dejaron algunas lecciones tremendas. Y una muy poco satisfactoria: los servicios secretos belgas y su sistema de control y registro de yihadistas eran un completo desastre.

Dicho esto. El tiempo está confirmando que eso nada tiene que ver con España. Bien es cierto que aquí tuvimos que aprender la lección a dentelladas, tras los tristes sucesos de aquel infausto 11 de marzo de 2004.

Pero así y con todo, los hechos están demostrando que nuestro servicio de inteligencia y vigilancia policial está entre los mejores del mundo en la lucha contra el terrorismo del Estado Islámico.

Es un enemigo difícil de enfrentar. Apenas tiene rostro, muta con facilidad, es escurridizo y se camufla entre la población inmigrante legal, que tanto abunda en Cataluña, Levante, sur de España y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.

Se trata de suicidas que no buscan vías de escape tras el golpe. Esto dificulta enormemente las tareas de prevención. Y en ocasiones, actúa incluso bajo la fórmula del lobo solitario: individuos aislados, sin apenas organización y despliegue de grandes medios.

Pese a todo, Policía y Guardia Civil llevan años de eficaz lucha contra esta nueva forma de terror. Insisto: sin armar revuelo. Hace sólo dos días se hizo pública la detención en Madrid y Barcelona de dos hombres a los que se acusa de ser yihadistas plenamente integrados en el ISIS, dispuestos a atentar en España y muy activos en Internet, donde hacían proselitismo.

Los dos arrestados, de nacionalidad marroquí, se encontraban plenamente integrados en el DAESH, siguiendo puntualmente sus instrucciones y cumplimentando sus manuales de actuación a la perfección.

Alguien podría afirmar que acciones de este tipo son algo normal y debido. Que para eso les pagamos el sueldo. Bueno. Es una forma de verlo. A mí me parece bastante ruin esa forma de enfocar el comportamiento de estos agentes que se están jugando la vida. Toda alabanza para ellos me parece poca.

 

Más en twitter: @javierfumero

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