Javier Fumero

Hazte mirar eso de pastelear con los medicamentos

Los enfermos crónicos están abandonando los tratamientos por la soledad no deseada, la falta de vivienda y la precariedad laboral.
Alrededor del 5% de las Urgencias hospitalarias se deben a la toma incorrecta de medicamentos

Pues ya tenemos ante nosotros otro efecto benéfico de esta terrible pandemia: una reflexión a fondo por parte de la ciudadanía sobre el uso de los medicamentos. Falta por ver si este movimiento ha calado, deja secuelas positivas y nos volvemos un poco más prudentes. Pero por lo pronto esta fiebre de las vacunas, este ansia por salir en las mejores condiciones de esta crisis sanitaria mundial, nos está ayudando a comprender mejor los peligros de la automedicación y la obsesión por los fármacos.

Nos estamos volviendo especialistas en la materia, quién nos lo iba a decir. Todos podemos hablar ya durante horas –en una sobremesa con cuñados y amigos, por ejemplo-, de las trombosis de senos venosos, de las fases que debe superar cualquier ensayo para una vacuna, de la revisión académica por pares, de la relevancia de los principios activos y los excipientes…

En este sentido, les recomiendo un paseo por esta web oficial. Se trata del portal de la Agencia Española de Medicamentos y productos sanitarios. Es muy fácil de usar y uno recaba información muy valiosa para llegar a esas tertulias con familiares o colegas bien pertrechado de abundantes datos sugerentes.

Ahí se dice, por ejemplo, que los posibles efectos adversos de cualquier medicamento se dividen oficialmente en las siguientes categorías: “Frecuentes” (pueden afectar a 1 de cada 10 personas), “Poco frecuentes” (pueden afectar a 1 de cada 100 personas), “Raros” (pueden afectar a 1 de cada 1000 personas), “Muy raros” (pueden afectar a 1 de cada 10.000 personas) y “Frecuencia no conocida” (no puede estimarse una incidencia a partir de los datos disponibles).

Para poner en contexto, recuerdo que la vacuna de AstraZeneca está en cuestión por posibles trombos a 1 de cada 100.000 personas. Y la distribución de las dosis de Janssen acaba de ser suspendida hasta nuevo aviso por trombos en 1 de cada 1.000.000 de personas.

Pues bien. El Nolotil es uno de los medicamentos más vendidos del mundo y se entiende por qué. Es normal tenerle cierto aprecio porque es muy efectivo para paliar cualquier dolor de gran intensidad, determinadas migrañas, molestias grandes tras torcedura de tobillo o fractura, dolor de muelas en general... Sin embargo, basta pasearse por su prospecto para descubrir que a 1 de cada 10.000 personas que lo tome le puede provocar un efecto “muy raro”: un shock con bajada repentina de la presión arterial.

¿Somos conscientes de que corremos ese riesgo? ¿Asumimos cada día los daños que puede provocarnos el Paracetamol, la Aspirina, el Ibuprofeno, el Enantyum, el Adiro, el Ventolín…? Yo no había caído en la cuenta de esta forma hasta ahora. Sabía que el antibiótico es cosa seria y no se debe jugar con él. Pero a veces se frivoliza con el uso de analgésicos y antigripales, por ejemplo. Según los estudios, son los más empleados para la automedicación.

Los estudios afirman que el 42% lo hace por falta de tiempo para ir al médico, el 37% porque le resulta fácil y cómodo y el 14% para no gastar en balde. Es una buena oportunidad para caer en la cuenta de que este modo de proceder no sale gratis.  

Los expertos recuerdan las consecuencias más importantes de una medicación irresponsable: a) aparición de toxicidad: efectos secundarios, reacciones adversas y, en algún caso, intoxicación; b) falta de efectividad, porque se hace uso de los fármacos en situaciones que no son necesarios y el cuerpo se acostumbra a los compuestos; y c) dependencia o adicción a los medicamentos.

 

Más en twitter: @javierfumero

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