Ahora me toca pillar a mí
No es fácil entender y, por lo tanto, mucho menos explicar, el guirigay que hay montado con la renovación del CGPJ y el Tribunal Supremo. Desde hace casi cuatro años toca, efectivamente, renovar cargos en el órgano rector de los jueces pero PSOE y PP no logran cerrar un acuerdo. El caso es tan… singular que hasta desde Europa están llegando mensajes de alarma: un país democrático no puede estar dando esta imagen de compadreo político con la Justicia.
La vicepresidenta de la Unión Europea y responsable de Valores, Transparencia y Estado de Derecho en la Unión Europea, Vera Jourová, acaba de mandar una carta a Carlos Lesmes para hacer hincapié en la “urgencia y prioridad absoluta” de renovar el CGPJ y abordar a continuación la reforma del modelo de designación de los vocales procedentes del turno judicial.
¿Qué sucede? Que el PP tiene ahora una mayoría que no quiere perder. Y el PSOE viene a decir que cerrarse en estos momentos a un cambio que le supondría perder esa hegemonía es modificar las reglas del juego a mitad de partido y cuando te perjudica. Ahora, insisten, les toca a los socialistas variar a su favor el equilibrio de jueces afines y contrarios. Después, ya hablaremos de cambiar las reglas.
Jueces afines y contrarios. Esta es la clave de todo. La carta tiene un párrafo especialmente interesante. Dice: “el correcto funcionamiento de las instituciones del Estado, que es el único interés de la Comisión, no debe formar parte del debate político y menos aún ser rehén de ese debate. Todos los actores, cuando desempeñan un papel constitucional, deben hacerlo con un espíritu de lealtad mutua y cooperación sincera, teniendo en cuenta únicamente el interés superior del Estado democrático y de los ciudadanos”.
¿Qué reacción ha suscitado este mensaje? El PSOE dice que el PP debe darse por aludido: basta de bloqueos. Y el PP explica que este escrito es justo lo que ellos defienden ahora: hay que reformar el modelo de designación en su conjunto.
Estamos en un momento crucial y pienso que el tema es suficientemente grave como para que los dos líderes de los principales partidos de este país dejen de mirarse el ombligo y terminen de una vez con esta deriva que sólo provoca una cosa: el desprestigio de uno de los pilares de la democracia, la Justicia.
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