Javier Fumero

Atentos a la neolengua de Moncloa: así se manipula

Comparecencia de Pedro Sánchez.
Comparecencia de Pedro Saánchez tras la reunión telemática con los presidentes autonómicos La Moncloa, Madrid, domingo 12 de abril de 2020 (Foto: pool Moncloa)

Creo que oí hablar por primera vez de ese libro hará unos cinco años. Rebuscando en mis apuntes he rescatado la ficha. Tenía un título curioso: ‘LTI: la lengua del Tercer Reich’. En esta obra, el filólogo Víctor Klemperer explicaba la importancia que tuvieron las palabras a la hora de imponer el nazismo en la sociedad alemana.

Klemperer ofrecía abundantes ejemplos de cómo la elección de unos términos (y no otros), el uso de expresiones, frases o eslóganes concretos, bien escogidos, permiten manipular con suma facilidad a un colectivo poco atento.

LTI son las siglas de “Lingua Tercii Imperii”, aquel prontuario de vocablos o manual de proposiciones que convirtió sibilinamente conceptos repulsivos en aceptables y realidades razonables en cuestiones inadmisibles. Con Hitler en el poder, términos tales como “conciencia”, “arrepentimiento” y “moral” fueron sustituidos por otros más ‘convenientes’: “pueblo”, “país” y “raza”.

-- “El lenguaje –afirma Klemperer- no solo crea y piensa por mí, sino que guía a la vez mis emociones, dirige mi personalidad psíquica, tanto más cuando mayores son la naturalidad y la inconsciencia con que me entrego a él”.

Todo esto me ha venido a la cabeza ahora al constatar el creciente empeño de este Gobierno por imponer un lenguaje, por vender la acción ejecutiva sobre la pandemia acompañada de un contexto adecuado a sus intereses. Si para eso es preciso torcer o forzar las palabras, adelante.

No hablo de términos nuevos que, como es lógico, hasta ahora no formaban parte del acervo popular: “triaje”, “asintomático”, “seroprevalencia”, “trajes EPI”, “tasa de letalidad”… han irrumpido en nuestro día a día al traer de actualidad una cuestión sanitaria. No hablo de eso, insisto, sino de esos otros ‘palabros’ que Moncloa comienza a utilizar machaconamente entiendo que con un propósito. Pongo varios ejemplos:

-- A las víctimas de esta epidemia –muertos y contagiados en general- los hemos despersonalizado agrupándoles alrededor de una “curva”. De ese modo, en las comparecencias oficiales no se habla de reducir el número de fallecidos sino de aplanar una curva. La curva para arriba, la curva para abajo. ¿Ven? Es que una curva no duele tanto.

-- Si alguien alude a una “desescalada” evita recordar cada poco que estamos en un estado excepcional de recorte de libertades. Si se refiere a una “vuelta a la nueva normalidad” (hasta Fundéu ha dejado clara su perplejidad por esta expresión contradictoria) se emplea un término amable para describir este proceso y no uno negativo. Lo mismo sucede al mencionar el “distanciamiento social”.

-- El “sesgo de retrospección” es el término que se ha empleado para responder a las acusaciones por falta de previsión gubernamental. Es el ‘capitán a posteriori’ en lenguaje versallesco.

 

-- Hemos estado “confinados”, no encerrados (algo mucho más insoportable e inquietante). Y hemos fomentado la “resiliencia”, no la capacidad de aguantar sometidos.

La propaganda actúa así. El lenguaje no es inocente.

Más en twitter: @javierfumero

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