Javier Fumero

Los bancos ya son divinos

Los españoles hemos perdonado a los bancos sus tropelías. Es lo que podemos deducir del resultado atribuido que han dado a conocer las siete principales entidades de nuestro país sobre los seis primeros meses de 2015: han mejorado un 40% sus cuentas respecto al mismo periodo del año anterior.

Son cifras muy relevantes. El beneficio de estas entidades en España ha sido de 3.581 millones de euros. El BBVA logró 809 millones, el Banco Santander 771 y CaixaBank 708. Les siguen las demás entidades, en orden descendente.

Insisto. Hubo quien sostuvo con vehemencia que la malísima imagen que el sector financiero había cosechado durante la crisis pasaría factura de forma irremediable a la banca. No eran elucubraciones. Hubo quien se lo tomó muy en serio y actuó en consecuencia. Dos ejemplos:

-- La Asociación Española de Banca (AEB) fichó al profesor emérito del IESE y presidente del Centro Internacional de Investigación Financiera, Juan José Toribio para limpiar la imagen del sector.

-- Una conocida entidad, de ámbito nacional, ha aprovechado su último lavado de cara para eliminar cualquier vestigio de la palabra “banco” de su marca. Ahora utiliza una fórmula que evita ese término y así rotulan las sucursales, encabezan su cartelería, aparece en la publicidad… Un directivo de la entidad me confirmó la razón de fondo: el dichoso vocablo es ya más un lastre que un motor.

Sin embargo, vemos las cuentas de estas entidades y el negocio no parece haberse visto afectado por el bochornoso elenco de heridas que parecían difíciles de sanar en el corto plazo. Atrás queda aquel largo elenco de agravios:

-- La lista de ejecutivos de entidades como Bankia, Caja Madrid, Banca Cívica, CAM, Banco de Valencia, Caixa Penedés, Caja Castilla La Mancha y Eurobank, acusados de apropiación indebida, administración desleal, connivencia para causar perjuicio patrimonial a las entidades, enriquecimiento ilícito, concesión de préstamos dudosos... ¡Sumaban casi un centenar!

-- Los desahucios que transmitieron (en parte, de manera injusta) una cierta sensación de insensibilidad ante el sufrimiento.

-- Las medias verdades empleadas en la venta de productos financieros que atraparon a atolondrados y ancianos.

 

-- El sorprendente giro que se produjo en la negociación de los créditos: antes todo eran facilidades y parabienes; después, la dureza más implacable.

-- Los estratosféricos sueldos de esos directivos que se los costearon exigiendo recortes... de ellos hacia abajo. Y cerrando sucursales.

-- Las privilegiadas ayudas de capital para las cajas que muchos bancos se quedaron para engordar la cuenta de resultados que hoy presentan.

Como digo, los bancos ya parecen ser divinos. Y qué capacidad de olvidar tenemos.

Más en twitter: @javierfumero

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