Claro que da, Patxi

El portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, está demostrando muy pocas tablas para el puesto y, además, parece muy mal asesorado. En comunicación política no se puede hacer lo que él ha hecho: menospreciar las solicitudes de información de la gente ante un clamoroso caso de corrupción, prostitución y drogas. Se ha ganado sobradamente un muy deficiente en primero de gestión de crisis.

Cuando un suceso salta a la opinión pública, provoca un gran escándalo y amenaza gravemente la imagen de una empresa, organización o marca (el descubrimiento de un alimento en mal estado, un muerte en la compañía en extrañas circunstancias, un caso de abusos, de corrupción…) lo primero que hay que hacer es crear un gabinete de crisis y adoptar las siguientes medidas:

-- Nombrar a un portavoz experto y con explicaderas.
-- Informar mucho, de forma frecuente y no dejar espacio a las especulaciones.
-- Tener en cuenta la percepción de los ciudadanos.
-- Ser muy claro y transparente para evitar la desconfianza, que los ciudadanos no piensen que hay deseos de confundir, de esconder algún asunto turbio o deseos de engañar.
-- Optar por la honradez: explicar las cosas como son. Si hay incertidumbre y todavía no se tienen todos los datos, hay que admitirlo. Eso permitirá precisar y corregir el mensaje en cuanto haya nuevas actualizaciones y evitar declaraciones que después deban ser desmentidas.

Pues no. Patxi López ha decidido lanzar un órdago a la ciudadanía como cualquier puede comprobar revisando las declaraciones que ha realizado en las últimas horas. Por ejemplo, ha respondido por dos veces –durante una rueda de prensa en el Congreso y en una entrevista en televisión con Susanna Griso- con la misma expresión displicente y fría cuando se le ha pedido información: “¿Pero qué más te da?”. ¿En serio? En serio.

Probablemente, el vocero del PSOE ha querido quitar hierro al asunto, aclarar que es un tema menor, sin tanta relevancia como se le está dando… Pero eso es un error garrafal. Si tú das información relevante que lleve a concluir al ciudadano que el tema es menor, perfecto. Pero negarte perezosamente a informar porque tú consideras que la cuestión no tiene importancia provoca precisamente lo contrario: desconfianza, intranquilidad y enfado.

Porque el ciudadano no es tonto, sabe de historia y entiende que así precisamente es como suelen actuar los tramposos: quitando importancia a sus fechorías hasta que pase el temporal y quedar impunes. Que haya que explicar esto, a estas alturas, es vergonzoso.

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