Javier Fumero

Corinna es Ingrid

Imagen de archivo de Corinna Larssen en 2014. (Europa Press)
Imagen de archivo de Corinna Larssen en 2014. (Europa Press)

Admito que todo lo que tiene que ver con el comisario Villarejo me provoca un cierto repelús y bastante desazón. Que España haya tenido a sueldo a un personaje de estas características resulta inquietante.

Siempre me ha parecido un personaje poco fiable, áspero, bronco, deslenguado, demasiado acostumbrado a atar y desatar a su antojo, a emplear cualquier medio que sirviera a sus fines, adinerado y con una ambición sin límites. Peligrosísimo. ¿Qué se puede decir de alguien que grababa incluso a sus amigos para tener siempre material con el que poder jugar? Es repugnante, si lo piensan.

Por eso resulta realmente curioso que, a su lado, entrelazada con la biografía del comisario, haya aparecido Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la amiga entrañable, otro personaje… turbador.

Corinna vivió durante cuatro años en Madrid con su hijo Alexander, pasando inadvertida. Se alojaba en una residencia unifamiliar en la exclusiva zona del Monte de El Pardo (‘La Angorrilla’ se llamaba) y quienes la trataron dibujan otro perfil singular. Se han conocido algunos detalles gracias al equipo de Seguridad que tenía asignado. El control era permanente y conocían en todo momento su paradero.

Al parecer, en los archivos de los servicios de información de la Guardia Civil y de la Policía se encuentran varios informes y minutas sobre ella y sus movimientos. Y allí aparece el sobrenombre con el que se identificada a Corinna en las Fuerzas de Seguridad: Ingrid.

“Se le puso ese alias por su aspecto germánico: rubio y con ojos azules”, según el testimonio de un agente conocedor de estos informes. Uno de los detalles que más llamó la atención a Policía y Guardia Civil sobre Corinna fueron los ‘caprichos’ que tenía. Por ejemplo: siempre exigía ser trasladada en automóviles de lujo.

Según los informes que elaboraban los agentes de campo, coches de alta gama recogían a la princesa alemana en su domicilio y la trasladaban al lugar donde deseaba. Los trayectos al aeropuerto de Barajas eran frecuentes. Cuando tomaba vuelos, Corinna siempre viajaba en clase ‘business’.

Los agentes la describen como una persona “prepotente” y “arrogante”. En las conversaciones que mantenía con sus contactos solía presumir de que disponía de información privilegiada. “Decía que sabía muchas cosas delicadas”, concretan. Siempre se movía por dinero. “Ponía el cazo por delante”, señalaba de forma gráfica un agente.

Corinna zu Sayn-Wittgenstein se presentaba como miembro de la Casa Real. Llamaba a determinadas instancias del Gobierno español presentándose así y exigía “ser tratada como una reina”.

 

Más en twitter: @javierfumero

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