Javier Fumero

Hay cosas de esta pandemia que no me cuadran

Coronavirus
En esta pandemia hay cosas que no cuadran, se salen de lo común y exigen una explicación

Lo advierto de antemano: soy poco amigo de las teorías conspirativas, del recurso a complots judeo-masónicos para encontrar una explicación a lo indescifrable, de la tendencia a culpar de todo al Nuevo Orden Mundial de George Soros. Me pone de los nervios esa forma tan simplista de razonar, por mucho que “cuadren” cosas, encontremos sospechosas semejanzas o el Pisuerga pase por Valladolid. Miguel Bosé acusando a Bill Gates de intentar controlar el mundo introduciendo microchips en las futuras vacunas me parece patético.

Todo esto es compatible, pienso, con la afirmación de que en esta pandemia hay cosas que no cuadran, se salen de lo común y exigen una explicación. Es cierto que como sucede con toda enfermedad nueva, hay mucho por descubrir. Además, uno no es un experto. Pero aquí hay circunstancias realmente extrañas que, según van pasando los meses, siguen siendo un misterio. Voy a poner un ejemplo: ¿cómo es posible la aparición repentina de un bicho tan contagioso y con un índice tan alto de letalidad?

Lo que quiero decir es que la Covid-19 no parece –al menos a ojos inexpertos- la simple evolución de un coronavirus como los que se venían analizando en los últimos años, un estadio más en el desarrollo biológico de unos agentes infecciosos que llevan tiempo dando guerra de una manera o de otra. Aquí ha habido un extrañísimo salto cualitativo que ha pillado por sorpresa a todos los expertos mundiales, también a aquellos que auguraban la llegada de pandemias globales.

Pero vayamos por partes:

-- ¿De dónde salió el SARS-CoV-2 y cómo se expandió hasta desencadenar la actual pandemia? Ya hay algunos datos que parecen confirmados: el virus no se desarrolló como arma biológica, sino que su hospedador natural fue el llamado murciélago en herradura (muy abundante en China) y evolucionó probablemente en otro animal intermedio (una civeta, un cerdo, una serpiente o un pangolín) antes de adquirir la habilidad de transmitirse con gran facilidad entre humanos. Pero queda por saber cómo pudo dar este último salto tan importante.

-- ¿Por qué tiene esta velocidad de contagio tan alta? Llama la atención, también de los científicos, el grado de propagación tan elevado que tiene este virus. Es una transmisión llamativamente veloz e implacable. Me gustaría saber si hay precedentes en virus anteriores de estas características. Hasta un virus tan mortal como el Ébola requiere para su difusión del contacto directo con los fluidos corporales de otra persona y, además, no crea asintomáticos que contagien como sí hace el coronavirus.

-- ¿Cómo es posible que la Covid-19 provoque un daño tan grande en los contagiados? Un estudio reciente asegura que el 57% de los españoles que han contraído la enfermedad desarrollan problemas neurológicos. No hablamos sólo de una afección respiratoria. El bicho también afecta al sistema nervioso. Ataca al cerebro y provoca destrozos neuronales. Algo extraño e inusual.

-- ¿Por qué el SARS-CoV-2 aplica su particular triaje y discrimina infectados? Esto es también rarísimo. Algunos pacientes con coronavirus desarrollan síntomas severos que pueden llevarles a la tumba, mientras que otros afectados tienen síntomas leves, si es que los tienen. Y hablamos incluso de personas de una misma familia confinada, que han pasado meses juntos, expuestos al mismo virus y compartiendo en algunos casos incluso la misma cama. ¿Por qué cada persona responde de una manera tan distinta? ¿A que se debe esta asombrosa desigualdad individual en la vulnerabilidad al virus?

-- Y después está lo de la inmunidad. ¿Por qué con este virus nadie puede estar seguro de las perspectivas de inmunidad a largo plazo? He leído que para otros coronavirus, como el SARS y el MERS, los anticuerpos parecen alcanzar su máximo nivel a los pocos meses de la infección y duran un año o más. Pero un estudio realizado el pasado mes de junio encontró que los anticuerpos del SARS-CoV-2 pueden durar sólo 2 o 3 meses después de la infección. Más aún: los investigadores tampoco saben los niveles específicos de anticuerpos requeridos para que una persona sea totalmente inmune.

 

Hasta aquí algunas de las preguntas sobre esta pandemia para las que no he encontrado respuesta. Sólo aludiré a una hipótesis de trabajo que manejan algunos analistas. Se trata del uso en laboratorios de la técnica denominada “gain of function”. Según esta tesis, el coronavirus podría ser consecuencia de la fuga ocurrida en uno de esos centros de investigación donde se potencian virus y bacterias para estudiarlos mejor. Es decir, podríamos estar ante la negligencia de un laboratorio que incrementó la ‘patogenicidad’ del coronavirus para estudiar mejor su mecanismo de infección y perdió el control sobre alguna cepa.

Si se confirmara esta teoría, explicaría el salto cualitativo que identificamos en este bicho y al que me refería más arriba. Pero abriría la puerta a un escándalo mayúsculo: el escape de un germen modificado que siembra de muertos el planeta y provoca una crisis económica y social a nivel mundial con pocos precedentes. Esperemos a ver qué nos dice la ciencia.

Más en twitter: @javierfumero

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